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BALONCESTO

Pau Gasol, Gervin, Lamar Odom... Estrellas de la NBA para la ACB

El último de todos ha sido Pau Gasol con su regreso al Barcelona. Repasamos estrellas como George Gervin o Lamar Odom que llegaron a la ACB tras pasar por la NBA.

Poco hay que decir de esta llegada. Con ella se cierra un círculo. Gasol regresó a la ACB después de 20 años fuera. En 2001, tras una corta pero explosiva carrera con el Barça, hizo las maletas para irse a la NBA. En Estados Unidos ganó dos campeonatos con los Lakers, fue Novato del Año nada más llegar, ha estado en seis All-Star y en uno de ellos hizo el salto inicial con su hermano Marc, ha vestido las camisetas de Grizzlies, Bulls, Spurs y Bucks y se ha consagrado como el jugador más importante de la historia del baloncesto español. Una lesión complicada en el pie izquierdo cambió sus prioridades y la que era ya la recta final de su vida deportiva. Tras dos años sin disputar un partido, y con un paso fugaz por Portland como último destino en la NBA, el club que le dio la oportunidad de hacerse grande le rescató para ver si se unía a una plantilla destinada a ganar grandes cosas y, de paso, si podía llegar fino a los Juegos Olímpicos. Pau ganó dos Ligas en su primera etapa en el Barcelona, con la de Djordjevic en el Palau entre medias, pero la explosión que tuvo en la Copa del Rey de Málaga meses antes de irse a Memphis, en 2001, es de las que se quedan grabadas en la memoria. El destino es caprichoso y aguarda historias con muchos recovecos, como ésta.
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Pau Gasol

Poco hay que decir de esta llegada. Con ella se cierra un círculo. Gasol regresó a la ACB después de 20 años fuera. En 2001, tras una corta pero explosiva carrera con el Barça, hizo las maletas para irse a la NBA. En Estados Unidos ganó dos campeonatos con los Lakers, fue Novato del Año nada más llegar, ha estado en seis All-Star y en uno de ellos hizo el salto inicial con su hermano Marc, ha vestido las camisetas de Grizzlies, Bulls, Spurs y Bucks y se ha consagrado como el jugador más importante de la historia del baloncesto español. Una lesión complicada en el pie izquierdo cambió sus prioridades y la que era ya la recta final de su vida deportiva. Tras dos años sin disputar un partido, y con un paso fugaz por Portland como último destino en la NBA, el club que le dio la oportunidad de hacerse grande le rescató para ver si se unía a una plantilla destinada a ganar grandes cosas y, de paso, si podía llegar fino a los Juegos Olímpicos. Pau ganó dos Ligas en su primera etapa en el Barcelona, con la de Djordjevic en el Palau entre medias, pero la explosión que tuvo en la Copa del Rey de Málaga meses antes de irse a Memphis, en 2001, es de las que se quedan grabadas en la memoria. El destino es caprichoso y aguarda historias con muchos recovecos, como ésta.

FOTO:RODOLFO MOLINADIARIO AS
Una vida en Dallas, un triunfo que le colocó en el Olimpo. Institución en Puerto Rico, ejemplo para los jugadores más bajos de lo normal que quieren hacer carrera en el baloncesto. José Juan Barea, un base de 1,78 metros nacido en Mayagüez, conquistó la NBA en 2011. Durante catorce años ha estado en la mejor competición del mundo, pero aquel año en los Mavericks se convirtió en algo más que un jugador. Posteriormente capitán y con una leyenda sólo superada por el todopoderoso Dirk Nowitzki y el discípulo Luka Doncic, fue renovado en su última temporada únicamente para que pudiera cobrar el mínimo salarial de la NBA como forma de mostrarle sus respetos por ser lo que allí fue. Con tres temporadas entre medias en las que hizo de mentor de Ricky Rubio en Minnesota, Barea fue Dallas y más allá. En el año del Anillo fue vital para la consecución del mismo y eso le aupó al género fantástico de la literatura de la NBA. De antepasados españoles, ya que su familia paterna procede de Ribota de Sajambre (León), a los 36 años y sin otra carga que la de prolongar un poco más una fructífera carrera se plantó en la Liga Endesa para jugar en Movistar Estudiantes y ser uno de sus protagonistas más destacados.
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J.J. Barea

Una vida en Dallas, un triunfo que le colocó en el Olimpo. Institución en Puerto Rico, ejemplo para los jugadores más bajos de lo normal que quieren hacer carrera en el baloncesto. José Juan Barea, un base de 1,78 metros nacido en Mayagüez, conquistó la NBA en 2011. Durante catorce años ha estado en la mejor competición del mundo, pero aquel año en los Mavericks se convirtió en algo más que un jugador. Posteriormente capitán y con una leyenda sólo superada por el todopoderoso Dirk Nowitzki y el discípulo Luka Doncic, fue renovado en su última temporada únicamente para que pudiera cobrar el mínimo salarial de la NBA como forma de mostrarle sus respetos por ser lo que allí fue. Con tres temporadas entre medias en las que hizo de mentor de Ricky Rubio en Minnesota, Barea fue Dallas y más allá. En el año del Anillo fue vital para la consecución del mismo y eso le aupó al género fantástico de la literatura de la NBA. De antepasados españoles, ya que su familia paterna procede de Ribota de Sajambre (León), a los 36 años y sin otra carga que la de prolongar un poco más una fructífera carrera se plantó en la Liga Endesa para jugar en Movistar Estudiantes y ser uno de sus protagonistas más destacados.

FOTO:JAVIER GANDULDIARIO AS
Su jubilación no fue como la de los demás. A España no vino a pasearse. A jugar a un ritmo más bajo, sí, pero también a demostrar quién era por si alguien no le conocía. Acabó en la NBA en 1986 y en 1989 se plantó en la misma Manresa para probar en la liga española, en la que desplegó su calidad y algo de un físico privilegiado que le hizo dominar Estados Unidos. Había probado antes en Italia y se había vuelto a su país, pero a mitad de temporada aceptó la oferta y jugó en el mítico TDK que daría la sorpresa mayúscula de ganar la competición siete años después. Aquel equipo estaba luchando por sobrevivir y Gervin dio el callo. Las derrotas caían como la fruta madura y el club tuvo que luchar en las eliminatorias de descenso por salvar la categoría. Llegó a la serie decisiva un club de Tenerife llamado Amigos del Baloncesto. El baloncesto era Gervin, que sentenció duramente: en el primer duelo, 43 tantos; en el segundo, 31 puntos y 15 rebotes. Un portento pese a que tenía ya 38 años. Hablamos de una persona clave en el cambio de la ABA a la NBA, de alguien que jugó 9 partidos del All-Star y que fue un mito de los Spurs antes de que llegara la época dorada de Gregg Popovich. En Manresa bajó al barro y también ganó, concluyendo su prolífica carrera como jugador en el club de la comarca del Bagès.
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George Gervin

Su jubilación no fue como la de los demás. A España no vino a pasearse. A jugar a un ritmo más bajo, sí, pero también a demostrar quién era por si alguien no le conocía. Acabó en la NBA en 1986 y en 1989 se plantó en la misma Manresa para probar en la liga española, en la que desplegó su calidad y algo de un físico privilegiado que le hizo dominar Estados Unidos. Había probado antes en Italia y se había vuelto a su país, pero a mitad de temporada aceptó la oferta y jugó en el mítico TDK que daría la sorpresa mayúscula de ganar la competición siete años después. Aquel equipo estaba luchando por sobrevivir y Gervin dio el callo. Las derrotas caían como la fruta madura y el club tuvo que luchar en las eliminatorias de descenso por salvar la categoría. Llegó a la serie decisiva un club de Tenerife llamado Amigos del Baloncesto. El baloncesto era Gervin, que sentenció duramente: en el primer duelo, 43 tantos; en el segundo, 31 puntos y 15 rebotes. Un portento pese a que tenía ya 38 años. Hablamos de una persona clave en el cambio de la ABA a la NBA, de alguien que jugó 9 partidos del All-Star y que fue un mito de los Spurs antes de que llegara la época dorada de Gregg Popovich. En Manresa bajó al barro y también ganó, concluyendo su prolífica carrera como jugador en el club de la comarca del Bagès.

FOTO:Dick RaphaelDIARIO AS
Este portento nacido en Queens en 1979 tuvo una de las mayores caídas que se recuerdan en la NBA. Porque lo vio todo el mundo y porque fue más allá del baloncesto. Tras debutar en los Clippers e impresionar en los Heat, llegaron los Lakers en 2004 y hasta 2011. Fue unas de las piezas más importantes del doblete de los angelinos en 2009 y 2010, al lado de Kobe Bryant y Pau Gasol y con el mando de Phil Jackson en el banquillo. Era una de los tres con los que el entrenador jugaba su clásico triángulo ofensivo. Estaba en la cima del mundo, pero la debacle de los Lakers el año siguiente y una temporada infructuosa en los Mavericks posteriores a su Anillo era sólo la capa externa de un problema más grave. Las drogas le estaban devorando y él, estrella de la televisión junto a su mujer y con problemas de conducta, acabó cerca de entrar en el hoyo. Antes de que entrara en coma en octubre de 2015 tras una sobredosis en un burdel de Nevada, todavía era un reclamo importante cuando la NBA le cerró la puerta. Se peleó con Mark Cuban, el dueño de los Mavs, y se le abrió la puerta de la ACB. En Vitoria intentó recuperar su toque, que era excelente en sus mejores momentos, pero no fue posible. En Laboral Kutxa Baskonia, en 2014, rozó el ridículo. Jugó dos partidos y anotó una única canasta. Por abusar también abusó de una conocida bebida estimulante: se tomó cuatro latas de Red Bull antes de salir a entrenar, se envalentonó y se rompió la espalda intentando entrenar más duro de lo que su cuerpo le permitía. No se le conoce más experiencia profesional tras aquel desmán.
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Lamar Odom

Este portento nacido en Queens en 1979 tuvo una de las mayores caídas que se recuerdan en la NBA. Porque lo vio todo el mundo y porque fue más allá del baloncesto. Tras debutar en los Clippers e impresionar en los Heat, llegaron los Lakers en 2004 y hasta 2011. Fue unas de las piezas más importantes del doblete de los angelinos en 2009 y 2010, al lado de Kobe Bryant y Pau Gasol y con el mando de Phil Jackson en el banquillo. Era una de los tres con los que el entrenador jugaba su clásico triángulo ofensivo. Estaba en la cima del mundo, pero la debacle de los Lakers el año siguiente y una temporada infructuosa en los Mavericks posteriores a su Anillo era sólo la capa externa de un problema más grave. Las drogas le estaban devorando y él, estrella de la televisión junto a su mujer y con problemas de conducta, acabó cerca de entrar en el hoyo. Antes de que entrara en coma en octubre de 2015 tras una sobredosis en un burdel de Nevada, todavía era un reclamo importante cuando la NBA le cerró la puerta. Se peleó con Mark Cuban, el dueño de los Mavs, y se le abrió la puerta de la ACB. En Vitoria intentó recuperar su toque, que era excelente en sus mejores momentos, pero no fue posible. En Laboral Kutxa Baskonia, en 2014, rozó el ridículo. Jugó dos partidos y anotó una única canasta. Por abusar también abusó de una conocida bebida estimulante: se tomó cuatro latas de Red Bull antes de salir a entrenar, se envalentonó y se rompió la espalda intentando entrenar más duro de lo que su cuerpo le permitía. No se le conoce más experiencia profesional tras aquel desmán.

FOTO:ALBERTO IRANZODIARIO AS
La historia de este montenegrino nacionalizado español pasa por su cambio de chaqueta en lo que concierne a la ACB y su mayúsculo cambio de vida cuando estaba en la NBA. Nikola se crió en la cantera del Real Madrid, pasando rápido a la primera plantilla y gozando de éxito en los primeros pasos de Pablo Laso como técnico del club. No ganó ni la Liga ni la Euroliga con los blancos y se marchó a Estados Unidos, donde tenía un sitio guardado. En Chicago y con Pau Gasol de cicerone. En cuatro años allí era titular habitual, pero una pelea con un compañero fue el principio del fin para él allí, tras lo que se fue a los Pelicans a seguir llamando la atención y luego a unos Bucks donde se juntó de nuevo con Gasol. En el verano de 2019 su regreso a la ACB fue uno de los mayores bombazos, quizás por lo inesperado, de lo que llevamos de siglo. Rechazó una oferta de los Jazz por la que le hubieran pagado 45 millones por tres años para volver a España. No llegó, ni él ni su familia, a adaptarse a la vida americana. Y en su vuelta eligió al eterno rival, el Barcelona, del equipo que le vio crecer, el Madrid, para pasar a ser el jugador mejor pagado del continente.
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Nikola Mirotic

La historia de este montenegrino nacionalizado español pasa por su cambio de chaqueta en lo que concierne a la ACB y su mayúsculo cambio de vida cuando estaba en la NBA. Nikola se crió en la cantera del Real Madrid, pasando rápido a la primera plantilla y gozando de éxito en los primeros pasos de Pablo Laso como técnico del club. No ganó ni la Liga ni la Euroliga con los blancos y se marchó a Estados Unidos, donde tenía un sitio guardado. En Chicago y con Pau Gasol de cicerone. En cuatro años allí era titular habitual, pero una pelea con un compañero fue el principio del fin para él allí, tras lo que se fue a los Pelicans a seguir llamando la atención y luego a unos Bucks donde se juntó de nuevo con Gasol. En el verano de 2019 su regreso a la ACB fue uno de los mayores bombazos, quizás por lo inesperado, de lo que llevamos de siglo. Rechazó una oferta de los Jazz por la que le hubieran pagado 45 millones por tres años para volver a España. No llegó, ni él ni su familia, a adaptarse a la vida americana. Y en su vuelta eligió al eterno rival, el Barcelona, del equipo que le vio crecer, el Madrid, para pasar a ser el jugador mejor pagado del continente.

FOTO:RODOLFO MOLINADIARIO AS
Larga carrera la de Tabak, primero como jugador y luego como entrenador. Con el balón en las manos estuvo veinte años y se inició en la mítica Jugoplastika entre los 80 y 90, cuando mejor estaban. Parte de la mejor generación croata de la historia y uno de los que tuvo que vivir la desmembración de Yugoslavia desde dentro, hizo las Américas y no de cualquier forma. Llegar y besar el santo: se unió al equipo que le drafteó, Houston, en 1994, y ganó uno de los dos campeonatos que los Rockets le levantaron a los Bulls en aquella época aprovechando la primera retirada de Michael Jordan. También pasó por Raptors y Celtics, llegando a este último equipo poco después de que lo abandonara su compatriota Dino Radja. En los Pacers estuvo dos años, hasta 2001, y tras ello se planteó una vuelta a Europa que tuvo como destino: la ACB. Llegó a un Madrid desnortado, también pasó por el Joventut y se retiró en Málaga, con los únicos con los que ganó algo en España: la Copa de 2005. En el Real y en el Unicaja, apoyándose en el mismo técnico: Sergio Scariolo. Se fue de la NBA buscando no ser una comparsa y jugar más minutos, ya con el Anillo en el dedo, pero su éxito fue relativo aunque su formación para luego ocuparse de los banquillos la achaca a su paso por la ACB.
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Zan Tabak

Larga carrera la de Tabak, primero como jugador y luego como entrenador. Con el balón en las manos estuvo veinte años y se inició en la mítica Jugoplastika entre los 80 y 90, cuando mejor estaban. Parte de la mejor generación croata de la historia y uno de los que tuvo que vivir la desmembración de Yugoslavia desde dentro, hizo las Américas y no de cualquier forma. Llegar y besar el santo: se unió al equipo que le drafteó, Houston, en 1994, y ganó uno de los dos campeonatos que los Rockets le levantaron a los Bulls en aquella época aprovechando la primera retirada de Michael Jordan. También pasó por Raptors y Celtics, llegando a este último equipo poco después de que lo abandonara su compatriota Dino Radja. En los Pacers estuvo dos años, hasta 2001, y tras ello se planteó una vuelta a Europa que tuvo como destino: la ACB. Llegó a un Madrid desnortado, también pasó por el Joventut y se retiró en Málaga, con los únicos con los que ganó algo en España: la Copa de 2005. En el Real y en el Unicaja, apoyándose en el mismo técnico: Sergio Scariolo. Se fue de la NBA buscando no ser una comparsa y jugar más minutos, ya con el Anillo en el dedo, pero su éxito fue relativo aunque su formación para luego ocuparse de los banquillos la achaca a su paso por la ACB.

FOTO:FELIPE SEVILLANODIARIO AS
Este escolta-alero mallorquín tuvo en las lesiones su mayor caballo de batallas en su paso por la NBA. También tuvo contrato con Denver y Dallas, pero donde destacó fue en Portland, donde le acompañó al principio Sergio Rodríguez. Rudy venía de dejar una impresión espectacular en España, donde había destacado sobremanera con el Joventut, y llevó su espectacularidad a la NBA. Participó en un Concurso de Mates, incluso, homenajeando al pionero Fernando Martín. Un golpazo en la espalda en su primera temporada terminaría por ser decisivo en una liga tan exigente físicamente. Fernández batió la marca de triples anotados por un novato en su primera temporada, dejándola en 159, la de más partidos seguidos metiendo un triple, 33, y la de los primeros partidos seguidos metiendo un triple, 20. El gran cambio llegó en 2011, con el cierre patronal de la Liga. Castigado por los golpes empezó a rondar por su cabeza una vuelta a la ACB. Durante el tiempo en el que la NBA estuvo parada regresó para jugar en el Real Madrid, abriéndosele la puerta a regresar cuando finalizara su contrato en EE.UU. Unos meses después, con la temporada ya jugada, firmó por tres años con el club blanco. Se le considera uno de los artífices del prestigioso Madrid de Pablo Laso.
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Rudy Fernández

Este escolta-alero mallorquín tuvo en las lesiones su mayor caballo de batallas en su paso por la NBA. También tuvo contrato con Denver y Dallas, pero donde destacó fue en Portland, donde le acompañó al principio Sergio Rodríguez. Rudy venía de dejar una impresión espectacular en España, donde había destacado sobremanera con el Joventut, y llevó su espectacularidad a la NBA. Participó en un Concurso de Mates, incluso, homenajeando al pionero Fernando Martín. Un golpazo en la espalda en su primera temporada terminaría por ser decisivo en una liga tan exigente físicamente. Fernández batió la marca de triples anotados por un novato en su primera temporada, dejándola en 159, la de más partidos seguidos metiendo un triple, 33, y la de los primeros partidos seguidos metiendo un triple, 20. El gran cambio llegó en 2011, con el cierre patronal de la Liga. Castigado por los golpes empezó a rondar por su cabeza una vuelta a la ACB. Durante el tiempo en el que la NBA estuvo parada regresó para jugar en el Real Madrid, abriéndosele la puerta a regresar cuando finalizara su contrato en EE.UU. Unos meses después, con la temporada ya jugada, firmó por tres años con el club blanco. Se le considera uno de los artífices del prestigioso Madrid de Pablo Laso.

FOTO:PEPE ANDRESDIARIO AS
Otro número uno del Draft NBA, en su caso en 1983, también pisó la ACB. Un monstruo en las zonas gracias a sus 224 centímetros de altura. Jugó en Rockets, Warriors, Kings y Bullets durante un lapso de nueve años. Otro al que las lesiones trataron fatal. Su condición física fue clave no sólo para que los últimos cuatros años de su estancia en la NBA fueran intermitentes, ya que no disputó ninguna temporada entera, sino para que la abandonara en pleno 1992. El cambio en el panorama baloncestístico mundial también lo fue para él, aunque por otros motivos. Sus rodillas y su espalda daban problemas, muchos, y se fue. En la ACB encontró un cobijo, yendo directamente de la capital, Washington, a un club andaluz en el que cerró su carrera como jugador. Unicaja Ronda, que así se llamaba antes de uno de sus cambios de denominación, le ofreció un contrato para unirse a otros destacados jugadores españoles de la talla de Rafa Vecina o Joaquín Ruiz-Lorente, pero se contagió del mal rumbo del equipo. Jugó sólo ocho partidos. Era una estrella y el trato fue de estrella: al aeropuerto el club mandó el Mercedes más grande que encontraron en la ciudad y no era para menos, ya que se trata del jugador más alto que ha disputado la liga de baloncesto española.
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Ralph Sampson

Otro número uno del Draft NBA, en su caso en 1983, también pisó la ACB. Un monstruo en las zonas gracias a sus 224 centímetros de altura. Jugó en Rockets, Warriors, Kings y Bullets durante un lapso de nueve años. Otro al que las lesiones trataron fatal. Su condición física fue clave no sólo para que los últimos cuatros años de su estancia en la NBA fueran intermitentes, ya que no disputó ninguna temporada entera, sino para que la abandonara en pleno 1992. El cambio en el panorama baloncestístico mundial también lo fue para él, aunque por otros motivos. Sus rodillas y su espalda daban problemas, muchos, y se fue. En la ACB encontró un cobijo, yendo directamente de la capital, Washington, a un club andaluz en el que cerró su carrera como jugador. Unicaja Ronda, que así se llamaba antes de uno de sus cambios de denominación, le ofreció un contrato para unirse a otros destacados jugadores españoles de la talla de Rafa Vecina o Joaquín Ruiz-Lorente, pero se contagió del mal rumbo del equipo. Jugó sólo ocho partidos. Era una estrella y el trato fue de estrella: al aeropuerto el club mandó el Mercedes más grande que encontraron en la ciudad y no era para menos, ya que se trata del jugador más alto que ha disputado la liga de baloncesto española.

FOTO:DIARIO ASDIARIO AS
Una fuerza de la naturaleza. Fue el cuatro elegido del Draft 2000, toda una estrella del nuevo siglo, y la tarea era complicada: reinar en los Bulls. No en unos Bulls cualesquier, no, en los que había dejado el Jordan de los seis títulos. Fueron temporadas aciagas para Chicago si lo comparamos con la década anterior. Curiosamente no volvieron a pisar las series por el título hasta que se fue Fizer, en la campaña que comenzó en 2004. Este monstruo de poco más de dos metros y más de 120 kilos de peso era un alero alto que engañaba mucho por su presencia. En los Bulls se rompió la rodilla y ahí empezó su declive, pero tras pasar por Bobcats, Bucks y Hornets terminó su carrear en la NBA con números decentes aunque no brillantes. En sus años sanos, los tres primeros, promedió 11,1 puntos. En 2006 dio un cambio. Fichó por el C.B. Murcia, que estaba en pleno proceso de expansión y remodelación con el patrocinio de la empresa Polaris World. El hombre de los treinta tatuajes se pasó la ACB fácilmente: 18,9 puntos de media tras 22 partidos. Pero no renovó. A sus 28 años siguió su periplo en otros países como Israel, Uruguay, Baréin, México o Taiwán.
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Marcus Fizer

Una fuerza de la naturaleza. Fue el cuatro elegido del Draft 2000, toda una estrella del nuevo siglo, y la tarea era complicada: reinar en los Bulls. No en unos Bulls cualesquier, no, en los que había dejado el Jordan de los seis títulos. Fueron temporadas aciagas para Chicago si lo comparamos con la década anterior. Curiosamente no volvieron a pisar las series por el título hasta que se fue Fizer, en la campaña que comenzó en 2004. Este monstruo de poco más de dos metros y más de 120 kilos de peso era un alero alto que engañaba mucho por su presencia. En los Bulls se rompió la rodilla y ahí empezó su declive, pero tras pasar por Bobcats, Bucks y Hornets terminó su carrear en la NBA con números decentes aunque no brillantes. En sus años sanos, los tres primeros, promedió 11,1 puntos. En 2006 dio un cambio. Fichó por el C.B. Murcia, que estaba en pleno proceso de expansión y remodelación con el patrocinio de la empresa Polaris World. El hombre de los treinta tatuajes se pasó la ACB fácilmente: 18,9 puntos de media tras 22 partidos. Pero no renovó. A sus 28 años siguió su periplo en otros países como Israel, Uruguay, Baréin, México o Taiwán.

FOTO:DIARIO ASDIARIO AS
Pívot libanés y estadounidense a la par, también fue una lesión grave la que le obligó a cambiar de aires. Seikaly fue un top-10 de su generación. Pasada su etapa de formación en Grecia, donde vivió desde los 11 años, se fue a Siracusa para jugar en la NCAA y de ahí sólo fue hacia arriba. En su primera etapa ya en la NBA no arrasó pero le faltó poco. Pese a que en el Este la lucha era absolutamente encarnizada entre Pistons y Bulls, con los Celtics mirando de reojo, los Heat tenían a Seikaly como factoría de estadísticas. Su tope de puntos fue 40 y un día llegó a capturar 34 rebotes. En 1990 fue el Jugador Más Mejorado. Estuvo también en los Warriors y los Magic, pero al llegar a los Nets su suerte cambió. Una lesión en el pie le dejó tocadísimo y con ella acabó su vida en la NBA. Un año después, en el 2000, el Barça le llamó y aceptó volver a Europa. Le ocurrió algo parecido: aportó puntos, promediando 15,3 en la ACB, pero no se logró el objetivo y el Real Madrid les arrebató la Liga en el Palau Blaugrana. A nivel internacional fue campeón del mundo con EE.UU. en 1986, justamente en España, antes de cambiar de selección y vestir los colores de Líbano. Una vez retirado se dedicó a la música, su otra gran pasión, y una de sus primeras colaboraciones la hizo con el conocido vocalista británico Craig David.
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Rony Seikaly

Pívot libanés y estadounidense a la par, también fue una lesión grave la que le obligó a cambiar de aires. Seikaly fue un top-10 de su generación. Pasada su etapa de formación en Grecia, donde vivió desde los 11 años, se fue a Siracusa para jugar en la NCAA y de ahí sólo fue hacia arriba. En su primera etapa ya en la NBA no arrasó pero le faltó poco. Pese a que en el Este la lucha era absolutamente encarnizada entre Pistons y Bulls, con los Celtics mirando de reojo, los Heat tenían a Seikaly como factoría de estadísticas. Su tope de puntos fue 40 y un día llegó a capturar 34 rebotes. En 1990 fue el Jugador Más Mejorado. Estuvo también en los Warriors y los Magic, pero al llegar a los Nets su suerte cambió. Una lesión en el pie le dejó tocadísimo y con ella acabó su vida en la NBA. Un año después, en el 2000, el Barça le llamó y aceptó volver a Europa. Le ocurrió algo parecido: aportó puntos, promediando 15,3 en la ACB, pero no se logró el objetivo y el Real Madrid les arrebató la Liga en el Palau Blaugrana. A nivel internacional fue campeón del mundo con EE.UU. en 1986, justamente en España, antes de cambiar de selección y vestir los colores de Líbano. Una vez retirado se dedicó a la música, su otra gran pasión, y una de sus primeras colaboraciones la hizo con el conocido vocalista británico Craig David.

FOTO:LLUIS GENEEFE
Después de ganar un triplete en Europa y serlo casi todo en el Barça quiso probar. A Navarro le entró el gusanillo de ir a la NBA a ver qué pasaba. Con expectación, con muchos jugadores siendo conscientes de que se enfrentaban ya a una leyenda del Viejo Continente, con alegría. Fue sólo un año y no salió como él esperaba. Quizá la experiencia no le llenó. Fue importante que llegara a los Grizzlies, donde estaba su amigo Pau Gasol, pero también una clave que el pívot abandonara el equipo esa misma temporada y dejase sin protección a Juanqui. El de San Feliú, visto que su familia no se había adaptado, se volvió. En aquella 2007/08 tuvo a dos tiros el récord de triples de un novato, que es lo que era allí pese a que tenía ya 27 años, ganó un par de partidos él solo, dejó ocho triples anotados y fue, incluso, la imagen del alivio cuando se Pau se marchó a los Lakers. El Barcelona volvió a llamar a su puerta sabedor de que la experiencia no le había satisfecho plenamente y puso sobre la mesa un contrato con el que pasó a cobrar tres millones por año, dando un salto después de su experiencia en Europa. Aquello fue más positivo que negativo, pese a los que dicen que no: probó y demostró que podía jugar allí, tras lo que volvió a casa para ser partícipe de un equipo que volvió a ganar la Euroliga y pasó por encima del Madrid año tras año.
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Juan Carlos Navarro

Después de ganar un triplete en Europa y serlo casi todo en el Barça quiso probar. A Navarro le entró el gusanillo de ir a la NBA a ver qué pasaba. Con expectación, con muchos jugadores siendo conscientes de que se enfrentaban ya a una leyenda del Viejo Continente, con alegría. Fue sólo un año y no salió como él esperaba. Quizá la experiencia no le llenó. Fue importante que llegara a los Grizzlies, donde estaba su amigo Pau Gasol, pero también una clave que el pívot abandonara el equipo esa misma temporada y dejase sin protección a Juanqui. El de San Feliú, visto que su familia no se había adaptado, se volvió. En aquella 2007/08 tuvo a dos tiros el récord de triples de un novato, que es lo que era allí pese a que tenía ya 27 años, ganó un par de partidos él solo, dejó ocho triples anotados y fue, incluso, la imagen del alivio cuando se Pau se marchó a los Lakers. El Barcelona volvió a llamar a su puerta sabedor de que la experiencia no le había satisfecho plenamente y puso sobre la mesa un contrato con el que pasó a cobrar tres millones por año, dando un salto después de su experiencia en Europa. Aquello fue más positivo que negativo, pese a los que dicen que no: probó y demostró que podía jugar allí, tras lo que volvió a casa para ser partícipe de un equipo que volvió a ganar la Euroliga y pasó por encima del Madrid año tras año.

FOTO:Carlos Diaz-RecioDIARIO AS
Este romano fue el número uno del Draft 2006 de la NBA. Se lo llevó Toronto de su amada Italia. El equipo más internacional, con Chris Bosh como aparentemente perfecta pareja de baile en la pintura, recibía a un europeo que ya había hecho historia antes de jugar allí. Su paso por la liga norteamericana dejó más dudas que certezas, pero dio muestras de su enorme calidad sobre todo en su primera etapa y fue un habitual a la hora de hacer buenos números, acabando su carrera allí con 14,3 puntos de promedio. Sus últimos vaivenes, en los Knicks y los Nets, dejaron tocada una reputación que ya venía mal dada de los Raptors. En 2016, diez años después de su llegada, dio un cambio drástico. El Baskonia recurrió a él como reclamo unos meses después de pisar la Final Four de la Euroliga. Con los vascos firmó un contrato a dos años vista, pero sólo estuvo uno. En la liga española se quedó en 11,5 puntos por encuentro, pero ya dando signos visibles de hastío y una mente más centrada en el futuro que en el presente. No volvió a jugar más.
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Andrea Bargnani

Este romano fue el número uno del Draft 2006 de la NBA. Se lo llevó Toronto de su amada Italia. El equipo más internacional, con Chris Bosh como aparentemente perfecta pareja de baile en la pintura, recibía a un europeo que ya había hecho historia antes de jugar allí. Su paso por la liga norteamericana dejó más dudas que certezas, pero dio muestras de su enorme calidad sobre todo en su primera etapa y fue un habitual a la hora de hacer buenos números, acabando su carrera allí con 14,3 puntos de promedio. Sus últimos vaivenes, en los Knicks y los Nets, dejaron tocada una reputación que ya venía mal dada de los Raptors. En 2016, diez años después de su llegada, dio un cambio drástico. El Baskonia recurrió a él como reclamo unos meses después de pisar la Final Four de la Euroliga. Con los vascos firmó un contrato a dos años vista, pero sólo estuvo uno. En la liga española se quedó en 11,5 puntos por encuentro, pero ya dando signos visibles de hastío y una mente más centrada en el futuro que en el presente. No volvió a jugar más.

FOTO:Jon IzarraEuroleague Basketball via Getty