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HISTORIAS DEL MUNDIAL

Destierro con perros en Salta

En el Mundial de 1990, que regresaba a Argentina, fue uno de los episodios más nefastos en la historia del baloncesto español.

Shanghai
Jordi Villcampa, durante el Mundial de Argentina 90.
Diario AS

"Sólo había diligencias y perros", le dijo Jordi Villacampa al periodista Juan Antonio Casanova para recordar uno de los episodios más nefastos del baloncesto español. En el Mundial de 1990, que regresaba a Argentina, la selección española de baloncesto confirmó su caída libre. Después de la plata olímpica de Los Ángeles, llegaron las decepciones del Mundobasket de España y de los Eurobasket de 1987 y 1989. Lo de Argentina fue la puntilla. Visto con el tiempo, sin embargo, la situación no resultó sencilla. La FIBA vio demasiadas selecciones débiles en el Mundial de 1986 y redujo el número de equipos de 24 a 16, lo que obligaba a quedar entre los dos primeros en el grupo de Villa Ballester, la capital del baloncesto en Argentina y la sede polémica de los partidos de España porque la organización la eligió en lugar de Bahía Blanca. Eso no fue posible. Después de ganar a Corea, España se estrelló ante la Grecia del gran Nikos Galis y no pudo sorprender a una Estados Unidos de saldo. Ser tercera de grupo obligó a la Selección a jugar una fase de consolación horrible en Salta con Egipto, Corea, China, Angola, Venezuela... "Jugábamos a la gallinita ciega con canadienses e italianos", dice Villacampa.

España estaba en depresión. Fernando Martín había fallecido en diciembre del año anterior. Además, Epi y el mismo Antonio Martín no habían podido jugar por lesión y la Selección era un equipo con apenas dos jugadores fiables, Villacampa y Jiménez, y cuatro bases de los cuales ninguno cogió el mando: Antúnez, Jofresa, Montero y Arcega. El Mundial, al menos, dejó dos buenas noticias. La primera es que Villacampa batió el récord anotador de un jugador de la Selección. Le metió 48 puntos a Venezuela con unos porcentajes de locos: 17 de 20 en tiros de dos, 2 de tres en triples y 8 de 10 en tiros libres. La segunda fue que Vicente Sanchís se convirtió en el primer árbitro español en ser designado para dirigir una final. Pero Argentina 1990 siempre será para la Selección la del destierro de los perros de Salta.