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HISTORIAS DEL MUNDIAL

Pillín Furlong: MVP, no a los Lakers y capitán de Copa Davis

Este amante del tenis fue considerado el mejor jugador de baloncesto de Argentina hasta la aparición de Ginóbili. Ganó el primer Mundial de la historia ante Estados Unidos.

ChinaActualizado a
Pillín Furlong: MVP, no a los Lakers y capitán de Copa Davis

El primer Mundial de baloncesto se disputó en Argentina en 1950. Se jugó en Luna Park, uno de los recintos con más liturgia del mundo. William Jones, secretario general de la FIBA, lo llevó a Buenos Aires para alejarlo de los años de posguerra en Europa. El Mundial lo ganó Argentina, seguramente quien mejor preparó el campeonato. Venía con cierta experiencia de los Juegos de Londres en 1948 y sus entrenadores, Jorge Canevesi y Casimiro González Trilla, realizaron una preselección de 50 jugadores de la que sobrevivieron 16 que se entrenaban seis horas al día en las instalaciones de River.

Argentina ganó a Estados Unidos en la final. Aunque realmente la selección yankee no era tal sino que había acudido a la competición con el equipo completo de los Denver Chevrolet. No había rastro de su bandera en la camiseta como está probado en los archivos.

El MVP del torneo fue Óscar Alberto Furlong, que protagonizó la portada de El Gráfico junto al español Álvaro Salvadores y el estadounidense Stanich. Conocido como Pillín, Furlong fue uno de los primeros grandes personajes del deporte argentino y hasta Ginóbili fue considerado el mejor jugador de baloncesto de la historia del país albiceleste. Hijo del fundador de Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, Furlong llegó a rechazar una oferta de los Lakers, entonces de Minneapolis. Eso sí, accedió a jugar en la universidad de Texas para aprovechar y obtener así un Bachelor's Degree.

Oscar Furlong, jugador argentino de baloncesto.
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Oscar Furlong, jugador argentino de baloncesto.

Pillín Furlong creó una empresa de transportes y logísitica. Ahí no acabó su carrera. Amante del tenis, llegó a ser capitán de la Copa Davis de Argentina entre 1966 y 1977. Allí dirigió a Clerc y al gran Guillermo Vilas. Su mayor decepción fue perder en los Juegos de Londres por dos puntos ante Estados Unidos. Pero la revancha estaba escrita en el infierno de Luna Park.