Baloncesto | Las tablas de Daimiel
El futuro de Ricky pasa por el cambio
De Punset a Ricky. Los pies de Ricky Rubio parecen dormidos de no caminar. Desde el pasado Mundial no parece el de antes. Síntomas de recesión más que de receso, aunque la fuerte estructura del Barça lo protege y lo arrastra entre éxitos. Oyendo esta semana a Punset pensé en Ricky. Dice el científico que no estarían tan bien los delfines en la tierra cuando se fueron al mar. Que para superar una crisis lo mejor es olvidarse cambiando de distracciones, de entorno, de pareja, de país.
El tiempo pasa. Antes del draft del 2009 Ricky fue a Sacramento pero no entrenó para los Kings y su agente americano, Dan Fegan, desdeñó públicamente las opciones de Oklahoma City y Memphis. Ahora Minnesota posee sus derechos. Cuando vaya, si va, la precocidad será cuestión pasada. Varios jugadores de su edad juegan ya más de veinticinco minutos de media por partido en la NBA (Wall, Cousins, Holiday y Monroe).
Un ejemplar único. Dwyane Wade no supera los 1,90 metros de altura. Nunca antes hubo un mejor taponador en el baloncesto con esa estatura. El malogrado escolta Reggie Lewis era un gran especialista. En un partido le puso cuatro tapones a Jordan, pero Lewis medía 2,00 metros. Otro gran celtic ya fallecido, Dennis Johnson, fue un gran base taponador, con la misma estatura que Wade. Intuitivo, pero no tan fructífero ni explosivo.
La sombra de los mitos. En estos días le retirarán la camiseta a Rodman en Detroit y estrenarán un busto de bronce de Pippen en Chicago. La estatua de Jordan la descubrieron ya hace diecisiete años y Stockton y Malone tienen sus figuras esculpidas también en el pabellón de Utah Jazz. Mitos con sus símbolos correspondientes. Señales de dominio, marcas de territorio y santuario. Visto el chozo se conoce al guarda.