Orlando se estrena y Kobe Bryant pasa de ángel a demonio

Hay final. Quienes vaticinaban un 4-0 a favor de los Lakers reinician ahora sus ordenadores, pues es hora de elogiar a esos Magic capaces de llevar a Kobe del cielo al infierno en apenas unos minutos. El héroe laker maravilló al anotar 17 puntos en un primer cuarto de fábula, pero terminó sin fuerzas, como un ángel caído, presa de ese apetito voraz que muchos días le hace comer a dos carrillos. Individualista. Pau Gasol, de nuevo espléndido, se quedó solo, sin socios, y Orlando agarró una victoria (108-104) que habrá que ver si es mucho más que la de la honra.

Los Magic no querían entrar en el libro de los récords tras seis partidos en unas finales NBA sin conocer la victoria (las de 1995 y éstas). A la séptima fue la vencida, así que la historia sigue sonrojando a los Baltimore Bullets, que no pescaron triunfo en nueve partidos de las finales entre 1971 y 1978. El gran arranque de Alston permitió a Orlando hacer frente al mejor Kobe posible, virtuoso incluso para anotar un triple con falta incluida de Pietrus. Con los de Van Gundy de récord -el 75% de tiro al descanso y el 62,5% final les mete en la historia-, el partido se mantuvo igualado hasta una mínima escapada de 91-82. Los Magic hablaban europeo, con la dicción fluida de Turkoglu y Pietrus, y Howard recuperaba la sonrisa perdida allá por L.A. Pau se movía como en un clínic, con tirito hacia atrás, ganchos de derecha e izquierda, pero ni Odom ni Ariza ni Kobe miraban al partido con tanta calma. De ahí la derrota, que nos deja a Supermán Howard sacando pecho -más aún- y a Kobe buscando una banqueta. Exhausto.