El Madrid gana en Israel y se clasifica para cuartos

El Real Madrid sigue invicto en el Top-16 y con el corazón en su sitio, que es mucho decir con lo que ha vivido en las últimas semanas. Por lo pronto, ganó en Tel Aviv, donde no lo hacía desde 1996 (Arlauckas fue la estrella), y deja contra las cuerdas a un Maccabi que hace nueve meses se proclamaba subcampeón de la Euroliga. Es el primer paso que se le pedía a los blancos para volver a ser grandes en Europa. Queda ahora ser primeros de grupo -da ventaja cancha en cuartos- y alcanzar la Final Four de Berlín. Pero vayamos paso a paso, dejemos que el corazón blanco repose. Lo necesita.

Hace apenas un mes, difícilmente habríamos imaginado al Madrid 16 puntos arriba en el Nokia Arena. El 23-39 con el que dominaba en el minuto 15 era impensable, como también el triple con el que Pepe disparó la euforia o el que anotó a tablero Massey, que sólo jugó seis minutos. Llull fue el otro olvido de Plaza (lo de Kennedy Winston, recién aterrizado en la plantilla, no cuenta), que apostó por Pepe y Raúl como dúo de bajitos para inquietar a Arroyo. Surtió efecto, pues el puertorriqueño se vio incómodo en los dos primeros cuartos y contagió al perímetro del Maccabi, que firmaba un sonrojante 0/7 en triples al descanso.

Pero pretender que Arroyo no engorde estadística es harto complicado. Despertó en el tercer cuarto, coincidiendo con la torpeza del Madrid para atacar la zona. Los blancos sólo anotarían 10 puntos en ese período, abandonando su ataque al lanzamiento triple, cada vez más arriesgado, cada vez más lejano. Lo grave fue que la irrupción de Arroyo vino acompañada de la de Eliyahu, a quien Gershon no utilizó en el arranque.

Una canasta de Brown para abrir boca en el último cuarto apretó el partido (53-56). Se necesitaban valientes, más que valientes talento puro y duro para abrir la zona israelí, y ahí surgió Raúl. Arroyo se desgañitaba pidiendo ayudas sobre el de Vic, a quien conocía al detalle de la nevada Utah. Entre ex bases NBA se dirimía un duelo que reservaba para el final el sobresalto.

Final de infarto.

Con tres minutos por jugar, un triple de Bullock puso tierra de por medio (63-71); a uno del final, dos tiros libres de Eliyahu dibujaban el 69-71. Pero los blancos apretaron los dientes y se llevaron un nuevo partido entre sudores. Desde 1996 no ganaban en Tel Aviv. Desde aquel año no han vuelto a una Final Four. Es lógico que el corazón se dispare cuando uno se acerca a la que fue su casa.