“¿El número de todos los años, verdad?”. Una frase que cada cierto tiempo se repite en las administraciones de lotería, especialmente cuando encaramos la recta final antes del esperado Sorteo Extraordinario de Navidad. En muchos casos, es casi una tradición de obligado cumplimiento.

En muchos casos suele responder a fechas especiales, como cumpleaños u otros momentos destacados, o incluso las fechas de fallecimiento de destacadas personalidades de la vida pública. Sea cual fuere el motivo, lo importante es no cambiar de número. Seguir un ritual que, pese a que no cambiará el resultado del sorteo, sí cambiará cómo se encuentra uno mismo.

Con ello, explica El Periódico de Ceuta, reducimos la ansiedad y experimentamos una cierta sensación de control. Una sensación que en realidad no tiene nada de control, pues cada número tiene las mismas probabilidades de salir premiado. Pero, con este gesto, quienes apuestan al mismo número perciben tener algo ya ganado. O, más bien, no perdido. Porque aquí entra en juego el arrepentimiento anticipado.

¿Y si este año cambio de número y toca el que llevo jugando toda una vida? Entonces, para evitar que se alineen los astros y que justo toque el año que no lo compras, se termina por jugar al mismo número de siempre. Ese “y si sí” que nos come por dentro y que, en caso de terminar tocando, no tendríamos vida suficiente para arrepentirnos de la mala decisión tomada. Una forma de evitar el remordimiento futuro.

Y hay más. Este acto puede revelar una especie de pensamiento mágico, el pensar que un número concreto está destinado a salir en el sorteo. “Aunque sea una sensación falsa, las personas que tienen estos pensamientos creen que controlan la situación y eso les genera optimismo y autoconfianza”, aseguran desde Psicología y Mente.

A su vez, en esta apuesta por el mismo número, se tiende a recordar las veces que ese número ha salido antes, o bien ha estado cerca de hacerlo. Igualmente, se ignoran las ocasiones en las que no ocurrió. “El sesgo de confirmación nos lleva a buscar y valorar más la información que respalda nuestras creencias previas al analizar las apuestas”, destaca Huub Design.

Por otro lado, juega un parte importante también las necesidades de certezas, especialmente en épocas de crisis. El hecho de aferrarse a un número da sensación de estabilidad y esperanza. Finalmente, la psicología habla también de la falacia del jugador, que lleva a pensar que si algo no ha ocurrido, “ya le toca”.

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