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LOTERÍA DE NAVIDAD 2023

¿Por qué se le llama a la Lotería de Navidad el “impuesto de los tontos”?

Algunas personas viven con emoción el sorteo del 22 de diciembre, mientras que otras creen es es una forma de conseguir ingresos a cambio de sueños.

DVD 874 (8/12/17) Reportaje sobre loteria de navidad en Madrid. Un joven vendiendo loteria en la calle del Carmen. © Carlos Rosillo .
© CARLOS ROSILLOEL PAÍS

El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad es, entre muchos otros, uno de los más esperados por la mayoría de los españoles. Es raro encontrar a alguien que no haya comprado un décimo o una participación.

Desde el mes de julio y, especialmente durante todo el mes de diciembre, las administraciones de lotería de España se llenan de gente que quiere conseguir un número en concreto o, simplemente, comprar un décimo cualquiera.

Sin embargo, y como nunca llueve a gusto de todos, no todo el mundo vive el sorteo del 22 de diciembre con tanta ilusión. Hay personas que consideran que la lotería de Navidad es el “impuesto de los tontos”.

Baja probabilidad de que toque un premio

Esta expresión se debe a las escasas probabilidades que tiene cada jugador del sorteo en llevarse uno de los premios. Y es que, de los 100.000 números que entran en el bombo cada año, solamente resultan premiados alrededor de 14.272.

Esto significa que, la probabilidad de que nos toque algo, aunque sea un quinto premio, oscila entre un 12% y un 14%. Es decir, solo a uno de cada ocho personas que jueguen algún decimo les tocará algo.

Si esta cifra la miramos en referencia al premio que todos quieren que les toque, el Gordo, la probabilidad todavía es más baja, aunque no es imposible que, alguna vez en tu vida, el número agraciado con los 4.000.000 de euros esté en tus manos. Exactamente, la probabilidad de llevarse el primer premio, comprando solamente un décimo, es de 1, entre 100.000, es decir, de un 0,001%.

Por esta misma razón, para muchos la Lotería de Navidad es el “impuesto de los tontos”. El Estado consigue ingresos a cabio de sueños que, desde el punto de vista matemático, suponen una decisión económica irracional.

Pero esto no es un inconveniente. La ilusión y la esperanza es lo último que se pierde. Por eso, estamos dispuestos a gastar un poco si al final pensamos que podemos recuperarlo o, mejor, ganar mucho más.