Yoyo: así es la práctica cada vez más extendida entre las parejas con relaciones intermitentes
Relaciones idealizadas, con subidones de adrenalina, en los que parece que todo funciona de maravilla, pero suele haber grandes decepciones y mucho sufrimiento.


¿Se puede estar ‘enganchado’ a una persona? ¿Se está ‘enganchado’ a lo que representa esa persona? ¿Cómo separar idealización de la realidad? Con estas preguntas aparecen lo que se ha denominado parejas yo-yo, en clara semejanza al movimiento que hace este juguete de subir y bajar, y volver a subir y volver a bajar. ¿Hasta cuándo? Hasta que uno deja de jugar.
Este tipo de pareja se caracteriza por estar juntos y romper de manera repetida, constante y durante años. “parejas cuya relación sienten que no es lo suficientemente buena como para permanecer juntos, pero no ven que sea tan mala como dejarla definitivamente”, afirma la directora del Centro de psicología y terapia de pareja Susana Ivorra. Un ‘enganche’ en el que ambos integrantes de la pareja viven casi en dependencia emocional de la otra persona. Algo no encaja, pero bueno. Algo no está bien, pero se arregla. Y nunca se arregla del otro, y algo sigue sin encajar.
Las parejas yoyo son inestables, algo que pueden camuflar bajo ‘emociones extremas’. Porque cuando el yoyo baja, la autostima cae, y cuando el yoyo sube rápido, el subidón de la pareja es brutal. Pero estas parejas tienen conflictos sin resolver, no se comunican como deben, hay miedo y dependencia. El apego ansioso a la pareja es una de las emociones a cuidar, pero no sólo por la salud de la pareja, que se puede merecer una segunda oportunidad, sino por la persona que lo sufre. ¿Te apegas a la persona o a la idea de pareja?
La tendencia de estas parejas suele llevar a aislamiento social, a padecer estrés y ansiedad, a tener baja autoestima, porque todo se supedita a la otra persona, y no se trabaja de manera los propios deseos. ¿Es una idealización del amor romántico? ¿Es un supeditar los deseos de la otra persona para no perderla como pareja? ¿Y si te pierdes tú por el camino?
No tener tiempo a solas cada uno. No desarrollar actividades por separado. No tener metas propias y personales de estudios, trabajo, crecimiento personal ya sea practicando deporte ya sea visitando una exposición, ya sea yendo al cine ya sea dando un paseo. Espacios donde cada parte de la pareja crezca para luego crecer en común. Porque no puede crecer sólo una de las partes mientras la otra espera, y mira cómo la vida para uno pasa y para el otro se mueve.
Este tipo de parejas yoyo necesitan terapia. Necesitan trabajar en un proyecto común. Necesitan construir una relación estable y duradera con compromiso de cambio real por parte de ambos. Y eso se consigue con trabajo personal, y con trabajo de pareja. Con metas propias y metas comunes. Con proyectos a largo plazo, pero también con proyectos a corto plazo. Romper y volver no es una dinámica saludable para nadie: la decepción, el sufrimiento, la soledad, en contraposición a los picos de adrenalina de la reconciliación hace que sean relaciones tóxicas que no hacen ningún bien a ninguno de los integrantes de la pareja.
Mientras que Nayara Malnero, psicóloga y sexóloga clínica, conocida en redes sociales como @sexperimentando, las considera “no pareja”, ya que carecen de esa estabilidad y confianza propias de las relaciones.
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