Sociedad

Una familia vive en un contenedor marítimo de 48 m² desde 2024 y sólo pone un pero: “Nuestra factura subió de 250 a 2.100 euros”

La familia ha convertido el contenedor en su hogar temporal mientras reforman “la casa de sus sueños”.

Una familia vive en un contenedor marítimo de 48 m² desde 2024 y sólo pone un pero: “Nuestra factura subió de 250 a 2.100 euros”
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En la localidad belga de Zemst, una familia decidió dar un paso poco común: vivir en un contenedor marítimo de 48 metros cuadrados mientras reforman su futura casa. Lo que para muchos sería una locura, para Glenda y Joris se ha convertido en una experiencia única que, dicen, les ha unido más que nunca.

Según han confirmado al medio belga HLN, ambos comenzaron esta aventura en noviembre de 2024, cuando vendieron su anterior vivienda y compraron una casa antigua que necesitaba una reforma total. Como no podían afrontar dos hipotecas a la vez ni querían gastar dinero en un alquiler temporal, optaron por una alternativa creativa: comprar un contenedor y adaptarlo como hogar provisional.

“Nos dijeron que estábamos locos, pero estamos cumpliendo un sueño”, cuenta Glenda, mientras sus hijos, Féline (8) y Jannes (4), ayudan en las obras. En el pequeño espacio de su “mini casa”, la familia ha conseguido incluir una cocina, un baño, un salón y un dormitorio donde duermen los cuatro.

El alquiler no era una opción

El contenedor, al que bautizaron como “Bluey” por su color azul, costó menos de 10.000 euros y fue reacondicionado por ellos mismos. “Queríamos algo práctico, sin tirar el dinero en alquileres. Lo reformamos poco a poco y lo hicimos nuestro”, explica Joris, que trabaja a diario en la renovación de la vivienda principal.

A pesar de las ventajas, la vida dentro de un contenedor también tiene sus desafíos. El mayor problema, dicen, es la factura de la luz: “Pasamos de pagar unos 250 euros al año a más de 2.100. Usamos calefactores eléctricos en invierno y aire acondicionado portátil en verano, porque cuando hace calor fuera, dentro es insoportable”.

El espacio reducido tampoco ha sido un obstáculo para la familia. Los niños participan en las obras y disfrutan del gran jardín, donde instalaron una cama elástica y una casita de juegos. “A veces nos sentimos culpables porque casi siempre estamos trabajando, pero ellos se lo toman como una aventura”, comenta Glenda.

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Si todo va según lo previsto, la familia podrá mudarse a su nueva casa en mayo de 2027. Mientras tanto, su pequeño hogar azul sigue siendo testigo de esfuerzo, paciencia y unión. “No es lo ideal, pero es temporal. Y lo que estamos construyendo juntos vale la pena”, concluye la pareja en su encuentro con HLN.

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