Un pueblecito dice “basta” a los turistas que orinan en sus jardines y contraatacan: ahora deben pagar
Zaanse Schans, a solo 15 kilómetros de Ámsterdan, se cansa e impone una tasa turística a sus visitantes. Entrará en vigor antes de final de año.


A tan solo 15 kilómetros de Ámsterdam, en el corazón de los Países Bajos, se encuentra Zaanse Schans, un pintoresco pueblo de fachadas a dos aguas y canales serpenteantes que, hasta hace poco, parecía sacado de una postal. Con apenas un centenar de habitantes, este enclave ha sido durante años uno de los destinos más fotografiados del país, gracias a sus molinos de viento históricos y casas de colores que bordean el río Zaan. Pero la belleza tiene un precio, y los vecinos han decidido que ya es hora de que los turistas lo paguen.
El año pasado, Zaanse Schans recibió la asombrosa cifra de 2,6 millones de visitantes, según datos publicados por el medio neerlandés Nieuwsblad. Esta avalancha de turistas ha transformado la vida cotidiana del pueblo en una experiencia insostenible. “No saben que aquí vive gente, así que entran en sus jardines, entran en sus casas, orinan en sus jardines, llaman a las puertas, toman fotos, usan palos de selfie para echar un vistazo dentro de las casas. Así que no hay privacidad en absoluto”, denuncia Marieke Verweij, directora del Museo Zaanse Schans, en declaraciones a la BBC.
La situación ha llegado a tal punto que, desde finales de 2025, se ha implementado una tarifa de entrada de 17,50 euros por persona, una medida que busca frenar el turismo descontrolado y proteger la dignidad de los residentes.
La decisión ha sido impulsada por el alcalde Wessel Breunesse, quien considera que Zaanse Schans se ha convertido en un símbolo nacional del turismo excesivo. En una entrevista con France24, Breunesse explicó que el cobro no solo pretende reducir el número de visitantes, sino también financiar el mantenimiento del entorno y reforzar la seguridad.
Los comerciantes, en contra
La medida, sin embargo, no ha sido recibida con entusiasmo por todos. Algunos comerciantes locales temen que el nuevo sistema de pago disuada a los clientes. Sterre Schaap, copropietaria de la quesería Trash & Treasures, expresó su preocupación en declaraciones a la BBC: “Es terrible. Significará que quienes no tienen un presupuesto amplio no podrán venir. Significará que perderemos a muchos de nuestros compradores”. Para negocios como el suyo, que dependen del flujo constante de visitantes, la entrada de pago representa una amenaza directa a su viabilidad económica.
Hasta ahora, visitar Zaanse Schans era gratuito, salvo por el acceso a los museos ubicados en los molinos de viento. La implementación del sistema de cobro está prevista para finales de este año, y se espera que esté plenamente operativo en diciembre. Las autoridades locales han comenzado a instalar puntos de control y señalización para informar a los visitantes sobre la nueva normativa. Además, se está desarrollando una aplicación móvil que permitirá adquirir entradas con antelación y evitar aglomeraciones en los accesos.
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El caso de Zaanse Schans no es aislado. En Europa, cada vez más destinos turísticos están adoptando medidas similares para combatir el turismo masivo. Ciudades como Venecia han introducido tasas de entrada, y otras localidades estudian limitar el número de visitantes diarios.
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