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SOCIEDAD

Un loco, zapatero o abogado: la historia real de Jack el Destripador, el asesino más famoso de Londres

Un retrato escalofriante de un Londres dividido entre el lujo y la miseria, en el que los crímenes del Destripador dejaron una huella imborrable.

Jack el destripador
Wikimedia Commons

En la fría madrugada de un día que cambiaría para siempre la historia criminal de la capital británica, Charles Cross, un conductor de profesión, encontró el cuerpo sin vida de Mary Ann Nichols, la primera víctima de Jack el Destripador. La escena, que parecía un simple bulto abandonado en Buck’s Row, reveló la oscura realidad de una ciudad dividida entre el esplendor y la miseria.

Los crímenes de Whitechapel

Aquel fatídico encuentro fue solo el inicio de una serie de asesinatos que, entre agosto y noviembre de ese año, aterrorizó al barrio de Whitechapel, donde la pobreza y la prostitución eran parte del día a día de sus habitantes. Mary Ann, de 43 años, había caído en la indigencia tras un matrimonio fallido y, a menudo, se vio obligada a vender su cuerpo para sobrevivir. Su muerte, horriblemente brutal, era un reflejo de las crueles condiciones que enfrentaban las clases más desfavorecidas en el Londres victoriano.

Los crímenes de Jack el Destripador, que comenzaron con Nichols, no solo revelaron la violencia latente en las calles, sino que también sacudieron a una sociedad que se negaba a ver el sufrimiento en su propio umbral. A medida que la prensa informaba sobre los asesinatos, la figura del Destripador se convirtió en un símbolo del miedo y la fascinación, un enigma que desató teorías sobre su identidad. Sospechosos iban desde miembros de la nobleza hasta humildes zapateros, pero el verdadero rostro del asesino permanecía oculto.

La infame carta que el Destripador envió a la policía, firmada “Desde el infierno”, junto con un medio riñón como prueba de su macabra obra, solo avivó el terror en una ciudad ya asustada. El modus operandi del asesino, caracterizado por la brutalidad y el sadismo, llevó a los expertos a concluir que no solo era un criminal, sino también un hombre de grandes conocimientos de anatomía, lo que disparó las especulaciones sobre su posible trasfondo profesional.

Teorías conspiratorias

El eco de los crímenes de Whitechapel no solo resonó en los periódicos de la época, sino que provocó un intenso debate sobre la situación de las clases trabajadoras en Londres. Las muertes de Nichols y sus sucesoras, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly, fueron un grito de auxilio que llevó la insalubridad y el abandono de barrios como Whitechapel hasta el parlamento británico.

Más de un siglo después, Jack el Destripador sigue siendo un misterio sin resolver. Los ripperólogos continúan investigando, ofreciendo teorías que van desde la locura hasta conspiraciones de alto nivel. En 2015, se inauguró un museo en su memoria, recordando que el tiempo no cura todos los horrores, especialmente aquellos que han dejado una marca imborrable en la historia de Londres.

El legado del Destripador, más que una serie de asesinatos, es un recordatorio de las divisiones sociales de su época y una advertencia sobre el peligro de ignorar el sufrimiento que a menudo se oculta tras el velo del progreso.

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