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Un iceberg atrapado durante 35 años sale hacia el Atlántico

El iceberg A23 ha vuelto a entrar en movimiento después de estar encallado durante más de 30 años en el mar de Weddell.

Un iceberg atrapado durante 35 años sale hacia el Atlántico
Pixabay

El iceberg A23, el cual se separó de la costa antártica en 1986, se encuentra en movimiento después de estar más de 30 años detenido en el mar de Weddell, en dirección al Atlántico sur. La masa de hielo tiene una superficie de 4.000 kilómetros cuadrados, aunque hace décadas formó parte de una estación de investigación soviética. Desde Moscú se ordenó retirar el equipo de la base Druzhnaya 1, por temor a que se perdiera todo el trabajo.

“Estuvo en tierra desde 1986, pero eventualmente iba a disminuir (de tamaño) lo suficiente como para perder agarre y comenzar a moverse. Vi el primer movimiento en 2020″, declaró a la BBC, Andrew Fleming, un experto en teledetección del BAS (Bristish Antarctic Survey).

El movimiento del A23 ha aumentado en los últimos meses a causa de las ráfagas de viento y las corrientes de agua, y ahora mismo está atravesando el extremo norte de la Península Antártica. Al igual que la mayoría de los icebergs que se encuentran en el mar de Weddell, lo más probable es que el A23 acabe siendo expulsado hacia la Corriente Circumpolar Antártica, que lo arrojará hacia el Atlántico Sur en un camino que se conoce como el “callejón de los icebergs”.

Un peligro para el ecosistema

El continuo movimiento del A23, según los expertos, supone un gran peligro para la fauna marina, ya que si llega a acercarse a Georgia del Sur, puede causar graves problemas a los millones de focas, pingüinos y otras aves marinas que se reproducen en la isla. Además, el volumen del iceberg puede alterar las rutas normales de alimentación de los animales, impidiéndoles alimentar adecuadamente a sus crías.

Sin embargo, existe una parte positiva acerca del movimiento del iceberg A23, y es que a medida que se desplaza, su volumen desciende y este se derrite. Al derretirse, los icebergs desprenden un polvo mineral propio del hielo, que es una fuente de nutrientes para los organismos que forman la base de las cadenas alimentarias de los océanos. “En muchos sentidos, estos icebergs dan vida; son el punto de origen de mucha actividad biológica”, dijo la doctora Catherine Walker, del Instituto Oceanográfico Woods Hole.