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SOCIEDAD

Un hombre gasta más de 20.000 euros para parecerse a un lobo

Toru Ueda, un ingeniero japonés a quien no le gusta sentirse persona, ha adquirido el disfraz como método de escapismo para estar “libre de relaciones humanas, presiones y agobios”.

Zeppet

Hay personas que sueñan con cantar en un escenario y llenar estadios. Otras pasan las noches de duermevela recreando cómo sería triunfar en los negocios siendo su propio jefe, ser correspondido en el amor, ganar un premio Nobel o comprarse el coche que siempre han querido. Y luego están aquellos que sueñan con ser animales, como Toru Ueda. Su historia es la de un ingeniero japonés que no solamente deseaba ser un lobo, sino que, además, ha desembolsado una buena cantidad de dinero para serlo.

No le ha hecho falta luna llena. Únicamente 21.000 dólares, que era el precio que tenía un disfraz de lobo hecho a medida. Todo un licántropo del siglo XXI. “Debido a mi amor por los animales desde la infancia y a algunos trajes de animales realistas que aparecían en la televisión, soñaba con ser uno algún día”, ha dicho el protagonista de esta historia en la web de la empresa encargada de tejer sus aullidos.

“Libre de relaciones humanas y presiones”

Este inusual deseo se ha podido satisfacer gracias al traje hiperrealista que ha diseñado Zeppet, una empresa japonesa de modelado interno que también abre sus horizontes creativos a disfraces especiales, producción de robots y maquillaje, entre otros campos especializados. Según ha hecho público la compañía, se tardó en torno a unos 50 días poder confeccionar el proyecto. Durante este tiempo el personal contactaba diariamente con el cliente para que no faltara ningún detalle y, literalmente, no dejasen puntada sin hilo.

Todos los matices, por pequeños que fueran, eran importantes. Todos. “Mi petición de parecer un lobo real caminando sobre patas traseras fue difícil, pero el traje completo se veía exactamente como lo imaginé”, dice el cliente, consciente de la particularidad de aquello que pedía. Su afán por completar la transformación vino influenciado por el caso de Toco, un perro hiperrealista que también ‘nació’ mediante un traje de la misma empresa. Era un border collie humano.

Ahora el ingeniero japonés lo luce con felicidad. Ha encontrado salida a uno de sus dolores existenciales: no le gusta sentirse persona. Según ha recogido New York Post, puede usar su disfraz para estar “libre de relaciones humanas, presiones y agobios”. Para él es una forma de escapismo. Ueda ha relatado que no lo usa en público, que en ningún caso se lo llevaría a una fiesta. Es su forma de desconectar de la sociedad. Antes que lobo, es sincero. Y soñador, desde luego.