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Un estudio alerta de los dos colores de trajes de baño que los niños no deberían usar en la piscina por una razón crucial

El color del bañador puede marcar la diferencia entre ser visible a tiempo o pasar desapercibido en una situación de emergencia.

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Es imposible, como en cualquier verano, no pensar en la piscina y en la playa. El fresquito, un buen chapuzón y sobre todo tranquilidad. Sin embargo, tanto si se tiene hijos o no, hay un elemento que casi siempre pasa desapercibido cuando preparamos la toalla y la sombrilla, pero que tiene una vital importancia en casos de emergencia. No es nada más ni nada menos que el color del traje de baño.

Según un estudio realizado por la empresa especializada en seguridad acuática Alive Solutions, y difundido por la organización británica de consumidores Which?, ciertos pigmentos pueden convertirse en un verdadero riesgo para los bañistas al dificultar su visibilidad bajo el agua. La investigación concluye que el blanco y el azul claro son los dos más peligrosos, ya que tienden a desaparecer visualmente una vez que la persona se encuentra sumergida, incluso a poca profundidad.

Casi invisibles a solo medio metro bajo el agua

Para llegar a esta conclusión, se realizaron las correspondientes pruebas, llevadas a cabo en diferentes condiciones de luz y en entornos tanto naturales como de piscina, que demostraron que estos colores se camuflan fácilmente con el entorno acuático.

Según reporta The Daily Mail, a tan solo 45 centímetros bajo el agua, los bañadores de tonos claros resultaron casi invisibles. A mayor profundidad, la visibilidad disminuye aún más, lo que podría retrasar una respuesta rápida en caso de accidente o situación de peligro. Este fenómeno se agrava especialmente en piscinas con fondos azules o en el mar, donde la similitud cromática dificulta aún más la detección.

Frente a esta evidencia, el estudio señala que los colores neón intensos como el naranja, el verde lima y el amarillo fluorescente ofrecen una visibilidad mucho mayor. Estos tonos, especialmente si son lisos y sin estampados, se destacan claramente desde la superficie, la orilla e incluso desde cierta altura, como la que podría tener un socorrista. En contextos donde cada segundo cuenta, esta diferencia visual podría ser determinante para un rescate exitoso.

El color no es lo único a tener en cuenta

El estudio también examinó los efectos de los estampados en la percepción visual. Los bañadores con diseños grandes, multicolores o estampados complejos tienden a distorsionar la silueta del cuerpo humano bajo el agua, dificultando su identificación. Incluso cuando se utilizan colores llamativos, el efecto visual del patrón puede restar claridad a la figura. Asimismo, los trajes de baño oscuros, como el negro o el azul marino, pueden confundirse con sombras o elementos del fondo, lo que también supone un riesgo.

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Por tanto, la recomendación final para madres, padres y tutores —y ciertamente para cualquier bañista— es la de optar por colores lisos y brillantes que faciliten la visibilidad desde todos los ángulos posibles. Evitar tintes pálidos, estampados recargados o tonos oscuros no es una cuestión de estética, sino de seguridad.

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