Un británico se muda a la región ‘más auténtica’ de España fuera del turismo de masas: “Te conviertes en parte de un pueblo”
Nicholas Horobi lleva dos décadas en Granada y asegura que allí las tradiciones se mantienen intactas.

Hace más de veinte años, Nicholas Horobin dejó atrás su vida en Blackburn, ciudad del norte de Inglaterra, para comenzar una nueva etapa en el sur de España. Con apenas 16 años, llegó a Granada junto a sus padres, quienes tenían la intención de comprar y restaurar casas viejas en pueblos de Andalucía, y la primera vivienda a la que llamaron hogar no era precisamente acogedora. El lugar al que se mudaron no tenía agua corriente, electricidad ni tan siquiera ventanas. Además, durante meses tuvieron que “sobrevivir” usando un hornillo de camping y un retrete portátil mientras la reformaban poco a poco. No fue un inicio fácil y había motivos de sobra para añorar su patria.
No obstante, a día de hoy, con 37 años, Horobin se ha convertido en un amante de la provincia de Granada y en un defensor de su estilo de vida. Actualmente vive en Alhama de Granada, un pequeño pueblo a menos de una hora de Málaga que es conocido por sus aguas termales. Allí ha formado una familia con Rocío, su mujer, con quien tiene dos hijos: Alex y Lucas. Segú cuenta a The i Paper, lo que más le enamoró de la región fue su autenticidad: “Aquí no vienes solo a comprar una casa, vienes a formar parte de un pueblo, de un ritmo y una tradición. Te conviertes en parte de un pueblo”.
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La historia de Horobin es una historia de amor por los pueblos andaluces
A día de hoy, Horobin trabaja como agente inmobiliario y se dedica a ayudar a otros a descubrir esta parte menos conocida de Andalucía que tanto le sorprendió hace años. Explica que todavía se pueden encontrar casas de pueblo desde 25.000 euros y que su propia vivienda, un adosado reformado con vistas a la montaña, tan solo le costó 58.000€. “Es un lugar donde la vida sigue siendo asequible y, sobre todo, auténtica”, afirma.
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Esto es gracias a que Granada se ha mantenido al margen de los excesos del turismo masivo. Apenas un 5% de la población es extranjera, y la mayoría de esa gente quiere integrarse, aprender español y empaparse de la cultura local. Los bares siguen siendo familiares, las tapas acompañan las bebidas a coste cero y las fiestas patronales no se organizan para turistas, sino para los propios vecinos. “Es un sitio donde aún puedes ver a abuelos, padres y nietos celebrando las tradiciones del pueblo”, resume Horobin, convencido de que ha encontrado el sitio en el que puede ser completamente feliz. Quién se lo iba a decir a aquel chico de 16 años, ¿verdad?
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