Steve Thomson, albañil, revela lo que hizo después de ganar 123 millones de euros en Euromillones: “Sabía exactamente dónde”
Después de poner en orden sus asuntos personales, destinó parte del premio a rehabilitar un edificio para el desarrollo de jóvenes con discapacidad.


Cuando uno gana un gran premio de un sorteo de azar, es posible que no tome las decisiones adecuadas. La historia está plagada de ganadores que no gestionaron bien sus ganancias y que, años después, quedaron incluso peor de lo que estaban antes del premio. Propiedades y todo tipo de lujos que terminó arruinando sus vidas.
Pero no siempre se dan estos casos. También está la otra parte de la moneda, en la que un ganador lanza una iniciativa solidaria en favor de una comunidad. Es lo que hizo en el año 2019 Steve Thomson, un albañil británico que ganó un bote de 123 millones de euros. Con semejante suma de dinero, destinó una parte a ayudar a muchas personas.
El diario Mirror detalla cómo Thomson compró un edificio abandonado para darle una nueva vida, convirtiéndolo en la sede de una organización benéfica en apoyo de los jóvenes adultos con discapacidad. Una sensibilidad para los demás que aprendió desde pequeño, como explica. “La hermana de mi padre tenía escoliosis lumbar severa, así que me criaron para respetar a las personas con discapacidad y para intentar ayudar en lo que pudiera”.
Su padre, Peter, fue también importante en este aspecto, pues durante un tiempo ayudaba a nadar a niños con discapacidad. Algo a lo que Steve se sumó. “Yo era un buen nadador, así que iba a ayudar, y esto duró un par de años. La bondad de mi padre sembró la semilla de lo que hago ahora”.
Por eso, cuando tuvo constancia del premio, ya tenía una idea clara de lo que haría con una parte del botín. “Sabía exactamente dónde quería ayudar. Algunos amigos tienen hijos e hijas con autismo y otras dificultades de aprendizaje, y no había nada en la zona donde pudieran reunirse de forma segura, aprender habilidades y hacer amigos”, asegura.
El centro, fundado por la organización Together Our Community (TOC), ayuda a los jóvenes a aprender a cocinar y a desarrollar diferentes habilidades en el mundo de la hostelería. Ubicado en Chichester, West Sussex, cuenta con tres plantas, una sala de entrenamiento, una sala sensorial, un aula diáfana, una cocina de formación y una cafetería.
Una implicación cada vez mayor
“Durante el confinamiento me di cuenta de la magnitud del problema. Al principio, ayudé a TOC con una pequeña ayuda, comprando un minibús de segunda mano para llevar a los jóvenes a realizar prácticas en empresas locales, realizar voluntariados y disfrutar de excursiones de un día”, explica Thomson.
Pero pronto se dio cuenta de que era necesario contar con un centro permanente, en el que poder ayudar a los jóvenes de entre 18 y 35 años de la región. “Fue entonces cuando empecé a buscar y comprar un edificio para ellos”. Steve lamenta que, una vez que cumplen los 18 años, “se olvidan por completo de ellos, a menos que consigan una plaza financiada en la universidad. Aun así, los padres quedan totalmente aislados y a menudo tienen que dejar sus trabajos para mantener a sus hijos”, concluye.
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Antes de todo ello, se encargó de poner en orden sus asuntos personales, garantizando el futuro de su familia y comprando una casa más grande con seis habitaciones. Esa era una de sus prioridades tras ser consciente del premio: que ninguno de sus hijos tuviera que compartir habitación, teniendo la suya propia.
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