Si limpias constantemente la casa, la psicología dice que quizás tienes este rasgo
Desde gestos de orden y salud mental hasta trastornos compulsivos, este acto en su cierta medida puede acarrear diversas consecuencias.

Mantener la casa impecable puede resultar una fuente de bienestar. Un hogar limpio y ordenado no solo transmite calma, también favorece la concentración, reduce el estrés y ayuda a prevenir problemas respiratorios y alergias. Sin embargo, según la psicología, cuando la limpieza deja de ser un hábito saludable y se convierte en una necesidad incontrolable, la situación es bien distinta.
La tendencia al perfeccionismo puede ser señales de un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Ordenar de inmediato cualquier objeto fuera de lugar, limpiar en cuanto aparece una mancha o restringir el uso de ciertas estancias para que no se ensucien son prácticas que, si se repiten constantemente, pueden estar ligadas a la ansiedad. En muchos casos, y según apunta el diario La Nación en un reportaje, la acción de limpiar funciona como un mecanismo para calmar tensiones o pensamientos repetitivos, aunque el alivio que produce sea temporal.
Por eso, la advertencia profesional emana del riesgo de que este comportamiento ocupe gran parte del día, pues es entonces cuando deja de ser funcional. Puede limitar la vida social o incluso provocar daños físicos, como irritaciones en la piel por el uso excesivo de productos de higiene.
¿Manía o trastorno?
Aun con esto, no siempre limpiar con frecuencia es señal de TOC. A menudo responde a una manía relacionada con la obsesión por el orden, sin llegar a convertirse en un problema clínico. Factores como experiencias traumáticas, periodos de estrés, ansiedad o depresión pueden intensificar este tipo de conductas, que suelen estar asociadas a personalidades perfeccionistas y a la necesidad de mantener todo bajo control.
La diferencia clave está en el impacto de esta conducta. Si el hábito interfiere en la vida cotidiana y genera malestar significativo, conviene consultar a un profesional. En estos casos, la psicología recomienda recurrir a estrategias más saludables para gestionar la ansiedad. Desde la meditación y el yoga, hasta hacer ejercicio. Pero si la limpieza constante ocupa demasiado espacio en la rutina diaria, la intervención terapéutica resulta fundamental.
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Un especialista puede guiar a la persona a enfrentarse a la idea de la imperfección, entendiendo que un entorno no siempre perfecto no supone un peligro real. Aprender a aceptar cierto grado de desorden puede ser la clave para mantener el equilibrio entre un hogar saludable y una vida emocional plena.
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