Sociedad

Se niega a hacer el trabajo para el que le han formado y los dueños de la empresa le dan la razón: “No tengo ningún interés” 

Un nuevo empleado ha generado polémica al negarse a realizar las funciones básicas de su puesto.

Los interesados podrán asistir el 25 y 26 de agosto.
EUROPA PRESS
Actualizado a

Un gerente se enfrenta a una situación complicada con un trabajador contratado recientemente. Joe, un hombre de unos setenta años, se incorporó al equipo hace un mes y se niega a realizar las tareas asignadas, alegando que “no tiene ningún interés”.

El supervisor directo de Joe, encargado de su formación, asegura que no existe algo personal hacia él. Su petición, según explica, es simple: que el empleado complete las funciones para las que fue contratado, como atender la caja o reponer estantes.

Lo llamativo es que Joe ya había dejado de acudir a su anterior empleo en una tienda de mascotas, donde trabajaba junto a su esposa. Para el gerente, aquello debió ser una señal de alerta. Aun así, el hombre fue contratado en este nuevo puesto, en el que, tras semanas de entrenamiento, mantiene su negativa a colaborar.

La falta de implicación se traduce en problemas para el resto del equipo. Según el relato del supervisor, mientras sus compañeros cargan con más responsabilidades, Joe evita el trabajo y utiliza el teléfono repetidamente durante el horario laboral. El malestar aumenta porque la dirección general no ha querido intervenir para resolver la situación.

El caso ha suscitado un debate interno sobre la gestión de personal. Por un lado, algunos empleados consideran injusto que se mantenga a un trabajador que no cumple con su labor; por otro, la empresa parece reticente a despedirlo para no generar conflictos. El gerente afectado plantea la pregunta de fondo: si alguien acepta un empleo, ¿no debería cumplir con las tareas correspondientes?

Joe, que fue profesor antes de jubilarse, no solo se muestra reacio a aprender nuevas funciones, sino que además ha verbalizado con claridad su postura: “No tengo ningún interés”. Esa declaración resume la dificultad de sus supervisores, que ven limitada su capacidad de acción ante la falta de apoyo de los jefes.

¿Quién tiene la culpa? Trabajador o empresa

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El problema no se reduce a un caso aislado. La misma empresa ya enfrentó dificultades en la contratación previa. Muchos aspirantes válidos fueron descartados, y otros solicitaban condiciones fuera de lo común, como cobrar en efectivo para no perder prestaciones sociales.

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