Ni aire acondicionado ni ventilador: en Francia se sorprenden con la ‘técnica española’ de la botella para no pasar calor en verano

La ola de calor que golpea Europa está dejándonos titulares la mar de curiosos. En Francia, varios medios se han hecho eco de un truco casero muy popular en España para refrescar una habitación sin gastar apenas dinero y sin encender el aire acondicionado. Lo llaman “la técnica española” de la botella congelada y, según dicen, es tan simple como efectiva.

El método no tiene mucho misterio: hay que llenar botellas de plástico con agua hasta tres cuartas partes (nunca rebosar, para que no se rompan al congelarse) y meterlas en el congelador. Una vez el agua se ha convertido en hielo, solo hay que colocarlas en un lugar elevado, sobre una estantería o una mesa, con un recipiente debajo para recoger las gotas que caigan por la condensación.

¿Cómo es posible que este truco funcione de verdad? Pues se debe a la convección natural. El aire en contacto con la botella se enfría, se vuelve más denso y baja hacia el suelo, empujando el aire caliente hacia arriba. Este, al tocar el hielo, también se enfría y ayuda a bajar la temperatura de la estancia.

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Un trucazo para resistir el calor en las estancias más calurosas de tu casa

Quien busque un golpe de frescor más rápido puede combinarlo con un ventilador. Basta con colocar la botella justo delante de las aspas para que el aparato deje de mover aire caliente y reparta una corriente de aire frío por toda la habitación. En Francia ya lo han bautizado como “ventilador-hielo” y lo describen como una versión casera de un climatizador portátil.

No obstante, este remedio está lejos de ser un milagro caído del cielo: el efecto no dura horas y horas, pero sí puede aliviar durante los momentos más sofocantes del día. Es especialmente útil en pisos pequeños, casas antiguas o caravanas donde instalar aire acondicionado no es una opción viable.

En el sur de España y en México es un truco de sobra conocido, pero en Francia está causando sorpresa por su sencillez y porque, además de refrescar, permite ahorrar electricidad y evitar el impacto ambiental de los aparatos más potentes. A veces, lo más básico es lo que mejor funciona.

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