Llega la generación ‘popcorn brain’: un estudio revela el alto precio oculto que las pantallas están cobrando a los niños
Según el estudio PASOS Longitudinal de la Gasol Foundation, los menores pasan 11 horas más a la semana frente a pantallas que en 2019.


Educar no es fácil. Entretener a los niños, tampoco. La tecnología está en todas las áreas de la sociedad. La infancia española está inmersa en una transformación digital que, lejos de ser neutra, está dejando huellas profundas en su desarrollo cognitivo y emocional. El fenómeno, conocido como popcorn brain (una mente que salta de estímulo en estímulo como palomitas explotando) se está consolidando como una consecuencia directa de la sobreexposición a contenidos digitales rápidos, breves y altamente atractivos. Y las redes, y los adultos responsables, tienen la culpa.
Según el estudio PASOS Longitudinal de la Gasol Foundation, los menores pasan 11 horas más a la semana frente a pantallas que en 2019. A esto se suma el incremento del uso de redes sociales como TikTok e Instagram, que ha crecido un 59% y 38% respectivamente desde 2020. Esta aceleración digital está generando una atención fragmentada, baja tolerancia a la frustración y dificultades para mantener relaciones profundas.
Consecuencias cognitivas y emocionales
La plataforma de bienestar digital Qustodio, autora del informe El dilema digital: La infancia en una encrucijada, advierte que este ritmo mental acelerado afecta directamente a la capacidad de concentración, la gestión emocional y la calidad de las interacciones sociales.
“Las plataformas digitales están diseñadas para enganchar al usuario. Cuanto más rápido, llamativo y personalizado es el contenido, más difícil resulta desconectar”, explica Gloria R. Ben, psicóloga experta de Qustodio. “Este hábito impacta en su capacidad para concentrarse, esperar e incluso relacionarse con los demás”.
La sobreestimulación digital no solo dificulta el aprendizaje, sino que también debilita los vínculos sociales. “Incluso cuando los adolescentes están físicamente juntos, muchas veces interactúan más a través del teléfono que cara a cara”, añade Ben.
El rol de las familias: educar sin prohibir
Qustodio propone un enfoque educativo y empático para abordar el popcorn brain. No se trata de prohibir el uso de pantallas, sino de enseñar a utilizarlas con equilibrio:
- Limitar el tiempo de uso y supervisar contenidos
- Fomentar actividades que requieran paciencia y concentración
- Mantener una comunicación abierta sobre el consumo digital
- Establecer espacios libres de pantallas, como durante las comidas o antes de dormir
- Predicar con el ejemplo: los adultos también deben saber desconectar
“Si entendemos el atractivo que tiene la tecnología para ellos y les acompañamos, en lugar de imponer prohibiciones sin contexto, podremos ayudarles a crear hábitos saludables y a recuperar la capacidad de atención y de conexión real con su entorno”, concluye Ben.
El ejemplo de Suecia
Suecia ha protagonizado un giro radical en su política educativa al abandonar el uso intensivo de tablets en las escuelas y volver a los libros de texto en papel, tras más de 15 años apostando por la digitalización. Este cambio responde a preocupaciones sobre el impacto negativo de las pantallas en el aprendizaje, la concentración y el desarrollo cognitivo de los estudiantes.
Desde 2009, Suecia fue pionera en sustituir libros por dispositivos digitales en el aula. Sin embargo, estudios recientes y evaluaciones internas del Gobierno revelaron que esta estrategia afectó negativamente el rendimiento escolar, especialmente en áreas como la comprensión lectora y el análisis crítico.
“Los dispositivos permiten acceder a videojuegos, películas y otras distracciones que dificultan la concentración”, señala el informe oficial. Además, leer en pantallas retroiluminadas genera más fatiga visual y menor retención de información que el papel.
La ministra de Educación, Lotta Edholm, calificó la digitalización como un “experimento” y criticó la “actitud acrítica” que la consideraba positiva sin evaluar sus efectos reales. En mayo de 2023, enterró la estrategia digital de la Agencia Nacional de Educación y anunció una inversión de 104 millones de euros entre 2022 y 2025 para reintroducir libros físicos en las aulas. Cada alumno recibirá un libro por asignatura, y se fomentará la lectura silenciosa, la escritura a mano y el uso limitado de pantallas.
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El caso sueco está siendo observado por otros sistemas educativos como una advertencia sobre los límites de la digitalización. La vuelta al papel no implica rechazar la tecnología, sino reequilibrar su uso para favorecer el aprendizaje profundo y el desarrollo integral.
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