Le despiden tras 23 años trabajando en la empresa y decide volver para ayudar a los excompañeros: “Sentí una verdadera conexión”
Un trabajador de una empresa tecnológica sigue acudiendo al trabajo aunque no tenga responsabilidades asignadas: “Mientras pueda ser útil...”.

Cuando Freddy Kristensen recibió la invitación para una reunión con su supervisor en mayo de 2025, supo de inmediato lo que se avecinaba. “Le dije a mi esposa: ‘Ya está. Estoy casi seguro de que me van a despedir”, recuerda con serenidad. Lo que no imaginaba era que, semanas después de ese despido, volvería a la misma oficina, no por obligación, sino por una “verdadera conexión” emocional con su equipo y su trabajo.
Business Insider revela la historia de Freddy Kristensen. De 59 años, llevaba 23 años trabajando en la misma empresa tecnológica, una trayectoria que comenzó en 2002. “Pensé que sería un trabajo de uno o dos años. Pero se convirtió en mi hogar profesional”, explica.
Durante más de dos décadas, desempeñó múltiples roles: desde la gestión de programas hasta el desarrollo de software. Aunque nunca tuvo el título de desarrollador, participó activamente en la creación de productos.
El despido llegó en mayo, en el marco de una reestructuración interna. Según la legislación laboral danesa, Kristensen tenía derecho a un preaviso de seis meses y a tres meses adicionales de indemnización. Oficialmente, sigue siendo empleado hasta finales de noviembre, aunque ya no tiene responsabilidades asignadas. Sin embargo, lejos de alejarse, ha decidido seguir colaborando con su antiguo equipo, según cuenta él mismo en el citado medio.
“Todavía tengo mi tarjeta de acceso y el portátil de la empresa. Mientras pueda ser útil, seguiré viniendo”, afirma. El pasado 18 de junio, por ejemplo, participó en una reunión de usuarios, donde compartió su experiencia y resolvió dudas técnicas. “Me siento responsable del producto y de quienes lo usan. No puedo simplemente desaparecer”, añade.
Nuevos planes de vida
La decisión de seguir vinculado a la empresa no fue impulsiva. Llevaba años contemplando un cambio. “Hace cinco años empecé a soñar con tener mi propio negocio. Durante los despidos de 2023, incluso pregunté si habría despidos voluntarios”, confiesa. Aunque en ese momento no se dio la oportunidad, el despido de este año le ofreció el impulso que necesitaba.
Lejos de sentirse devastado, experimentó una sensación inesperada, de alivio. “He trabajado muy duro, muchas veces 60 horas a la semana. Pero ya no quiero ese ritmo. Quiero trabajar en mis propios términos”, explica. Ahora está diseñando un plan de negocio que le permita ofrecer servicios como CTO externo, consultor de proyectos y además quiere iniciarse en ofrecer conferencias.
Pero antes de lanzarse de lleno a su nueva etapa, ha querido cerrar el ciclo con gratitud. En julio, organizará un evento para empleados actuales, donde compartirá su trayectoria, sus aciertos y errores, y las lecciones aprendidas. “Nadie me pidió que trabajara 20 horas los fines de semana. Lo hice porque sentía que estaba haciendo lo correcto”, reflexiona.
“Mientras pueda aportar algo...”
Esa conexión con sus colegas y con los productos que ayudó a construir es lo que la impulsa a seguir presente. “Todavía siento que formo parte de esto. Y mientras pueda aportar algo, lo haré”, dice.
Sus antiguos compañeros, muchos de los cuales se sintieron decepcionados tras los despidos, valoran profundamente su presencia. “Ha sido un pilar para nosotros. Su experiencia y su actitud positiva nos han ayudado a mantenernos enfocados”, comenta uno de los ingenieros del equipo.
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“En Dinamarca decimos: ‘Nada es tan malo que no pueda usarse para algo’. Para mí, lo positivo fue la oportunidad de empezar de nuevo… pero sin olvidar de dónde vengo”, concluye un emocionado Freddy Kristensen.
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