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Las piezas recuperadas del sumergible Titan: qué pueden aportar a la investigación

Los restos del agujero donde iría la ventana y las bridas que ocupaban los extremos del sumergible indican lo peor. El mayor misterio: unas bolsas de contenido desconocido.

A view of the Horizon Arctic ship, as salvaged pieces of the Titan submersible from OceanGate Expeditions are returned, in St. John's harbour, Newfoundland, Canada June 28, 2023. REUTERS/David Hiscock NO RESALES. NO ARCHIVES
DAVID HISCOCKREUTERS

Son las huellas de la tragedia. Un robot las encontró en el fondo del océano poco después de descender hasta profundidades inimaginables, confirmando los peores presagios sobre el paradero del Titán: el sumergible de OceanGate que llevaba en búsqueda exhaustiva cinco días, el mismo número de pasajeros que iban en el interior camino de las ruinas del Titanic. Había implosionado. Ahí estaban las piezas. Y no fue del todo creíble hasta que no las rescataron del lecho marino del Atlántico.

Ahora que estas partes han sido sacadas a la superficie, el panorama de la investigación se abre a un escenario prometedor. Después de que el barco de recuperación Horizon Artic hiciera entrega de los escombros, que fueron tapados vagamente con láminas, como cadáveres en una riada, las fotografías de estas piezas permiten a los expertos aproximarse a la raíz del catastrófico accidente.

¿Dónde está la ventana?

Llamó especialmente la atención la tapa frontal de titanio del sumergible, donde se aprecia un agujero en el centro. Ahí estaba la ventana de visualización. Desde ese círculo se iba a ver el pecio de 1912. La eslinga de elevación de la grúa lo atravesó para mover la pieza, lo que deja otra incógnita: ¿Dónde está la ventana de acrílico? Probablemente, y así reza la hipótesis con más fuerza, no resistió la presión a cuatro kilómetros de profundidad.

También salió del agua al muelle canadiense de St. John’s, en Terranova, unos aros que se asemejan a enormes bridas de titanio. Estos anillos de metal irían colocados a cada extremo del casco del sumergible. Es decir, estaban en contacto con las tapas. Su hallazgo por separado es una valiosa señal, así como un triste y poderoso recuerdo de que el mar reclama lo que le pertenece.

A view of the Horizon Arctic ship, as salvaged pieces of the Titan submersible from OceanGate Expeditions are returned, in St. John's harbour, Newfoundland, Canada June 28, 2023. REUTERS/David Hiscock NO RESALES. NO ARCHIVES
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A view of the Horizon Arctic ship, as salvaged pieces of the Titan submersible from OceanGate Expeditions are returned, in St. John's harbour, Newfoundland, Canada June 28, 2023. REUTERS/David Hiscock NO RESALES. NO ARCHIVESDAVID HISCOCKREUTERS

A estas dos piezas se ha referido el profesor de autonomía marina de la Universidad de Southampton, Blair Thornton, quien ha incidido en que “las partes clave a observar son la interfaz entre la ventana acrílica y el titanio, los domos hemisféricos o las tapas de los extremos; y también el área donde la fibra de carbono se habría unido a las bridas de titanio”. Hasta aquí se puede rastrear.

El verdadero misterio se fue en unos camiones

Al emerger se robó la atención una pieza enorme. Se trata del compartimento trasero para equipos: una jaula abierta, sometido a engaño desde el exterior, desde donde sólo se apreciaba un cono de cola puntiagudo. La severidad que implica una separación así es un cruel reflejo del destino de los cinco tripulantes. También había una varilla que funcionaba como antena, pero que, una vez desapareció, nunca llegó a conectar con la red telefónica. No hay otra pieza que simbolice mejor el inicio de las sospechas.

Igual que los grandes paneles de color blanco que también fueron rescatados. Funcionaban como el revestimiento exterior que cubría cables y tubos. El retrato de lo sucedido es escalofriante. Sin embargo, el verdadero misterio vino del agua y se fue en unos camiones. Estaban esperando aposta. Se trata de varias bolsas de escombros, pero cuyo interior es un completo enigma. Se ha hablado de simples trozos de metal y se ha especulado, quién sabe si en exceso, sobre los propios cuerpos de los fallecidos. Todo está en posesión de la Guardia Costera norteamericana, que custodia un secreto cuyo significado real sólo conoce el fondo del Atlántico.