Las claves para saber cuánto dinero regalar en una boda
La convención social indica que la cantidad más adecuada varía dependiendo del grado de cercanía que se tenga con los novios
Las bodas son el pretexto que muchos usan para desmelenarse. La señal inequívoca de que ha empezado el jolgorio es cuando algún señor de mediana edad, en pleno frenesí bailongo -y probablemente con algunos vinitos calentándole el estómago-, hace el clásico movimiento de padre desenjaulado. La corbata en la cabeza. Ya lo decía la canción aquella, cualquier excusa es buena para bailar -y, aún mejor, aquella otra del deja a los chavales que camelen-. Claro que no todas las nupcias son iguales. También las hay sobrias y discretas. Pero la mayoría prefiere esas que acaban en una conga que incluye hasta a la curia.
No obstante, hay que tener en cuenta alguna de otra convención social cuando se acude a estos eventos. Probablemente, la duda más común es: ¿Qué (o cuánto) regalo? Lo primero es que, al parecer, la mayoría de los novios agradecerá bastante más un poco de dinero que un obsequio material -sobre todo esos adornos que, aunque adquiridos con toda la buena voluntad, son tan feos que mirarlos hace asomar la jaqueca-.
Esto se debe principalmente a que los tiempos han cambiado. Hoy en día, la mayoría de las personas que deciden contraer matrimonio ya han dado previamente el paso de irse a vivir juntos, por lo que no les servirá de mucho una silla, un jarrón chino o una figurita de porcelana. Si eso, para ocupar espacio. Porque casi toda la gente vive en casas que ya tienen muebles. Por lo tanto, para evitar duplicidades, siempre será más seguro optar por la vía dineraria.
Intervalo aceptable
Según algunos portales que han reflexionado largo y tendido sobre la cuestión, el intervalo aceptable estaría entre los 100 y los 500 euros. Porque está claro que uno no se va a rascar el bolsillo de la misma forma por su primo tercero que por su hermano o su mejor amigo del alma. Lo recomendable es no ser agarrado pero tampoco ir de filántropo por la vida. Aunque, por supuesto, en última instancia esta decisión queda al juicio de cada uno.
La cantidad mínima de 100 euros está calculada para, al menos, compensar por los cubiertos del banquete, que es uno de los gastos más abultados a los que tendrán que hacer frente los celebrantes de la fiesta. A partir de ahí, el invitado podrá ir añadiendo según lo generoso que se sienta. Para amigos un poco más íntimos se recomienda algo rondando 200 euros. Para primos y sobrinos, los 300. Para hermanos o personas muy queridas, hasta 500. En el caso de los hijos, claro está, uno se mostrará normalmente más abierto a tirar la casa por la ventana.
En cualquier caso, esto solo son indicaciones, por si alguna persona un poco desubicada necesita un punto de referencia. Pero, por supuesto, todo dependerá de las circunstancias personales y de lo que a cada uno le dé la gana hacer. Eso sí, se reitera enfáticamente la recomendación de no regalar adornos estrambóticos, por muy originales que le parezcan a uno. Porque, seguramente, lo único que acabarán adornando es un frío y oscuro trastero.