La señal de colapso de la principal corriente del Atlántico
Un estudio reciente considera que la principal corriente oceánica que regula el clima está muy cerca del colapso. Hay disparidad de opiniones entre los expertos.
Lo que hace un lustro era solo un aviso a navegantes es hoy una realidad más palpable. La principal corriente oceánica encargada de regular el clima, el ‘sistema circulatorio’ de nuestro planeta, estaría comenzando un proceso de ralentización como fruto del cambio climático. En su camino lleva grandes cantidades de agua desde mares tropicales a los del norte, pero pronto podría no ser así.
Así lo determinaba el pasado informe, el año pasado, de los expertos de Naciones Unidas. Y ahora un nuevo trabajo ha dado con la misma conclusión. Y, además, va un paso más allá, dando fecha del colapso de lo que se conoce como la circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés). Si no se pone remedio, si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, este colapso podría llegar sobre el año 2057.
Otros expertos, más optimistas, considera que no hay datos suficientes que apunten a un colapso próximo. ¿Pero qué es esto del AMOC y cómo funciona? Cuando nos metemos en el mar, podemos notar como la capa más superficial está caliente, mientras que si nos adentramos más empieza a estar más fría. Es el evidente resultado del impacto directo del sol sobre la parte superior, más claro con los aumentos de temperaturas medias de los últimos años.
A mayor calor, menor densidad
Pero de forma global es algo diferente y complejo. Los mares de aguas ecuatoriales son más cálidos y, cuanto más lo son, menos densa y pesada es el agua, que viaja en forma de corrientes como la del Golfo hacia latitudes más altas. Durante ese trayecto, atempera en el norte y sur del Atlántico, el clima de Europa occidental y el Este americano. Sucede de forma contraria en el extremo del sistema circulatorio: las frías aguas de zonas árticas se hunden y viajan a zonas más ecuatoriales. Pese a su nombre, la AMOC no se queda en el Atlántico, sino que la circulación llega también al Pacífico y el Índico.
“La AMOC pasó de un estado débil al actual con el fin de la última glaciación, hace 12.000 años”, señala la coautora del trabajo, Susanne Ditlevsen, de la Universidad de Copenhague. “El aumento de la cantidad de agua dulce está frenando la AMOC, que se va ralentizando hasta pasar a un estado débil”, añade, precisando que el problema es determinar la cantidad de agua dulce del Ártico.
Dos factores clave
Los estudiosos de la evolución de la AMOC a lo largo de la historia aseguran que hay un factor determinante en este cambio, y no es otro que el deshielo de Groenlandia. En menor medida está, también, la acelerada pérdida del hielo marino del Ártico. Dos ejemplos de lo que está haciendo el calentamiento global en los últimos años. Pero lo difícil es cuantificar el impacto directo la circulación oceánica, pues datos directos sobre el estado de las corrientes se tienen solo desde el año 2004.
Por ello, Ditlevsen y su hermano han recurrido a indicadores indirectos del estado durante los últimos siglos, como los registros de la temperatura superficial del Atlántico norte. “Desde finales del siglo XIX se produjo un cambio drástico. Desde 1880 y cada década más, en una situación que no puede compararse con la situación preindustrial”, expresa la matemática del Instituto Niels Bohr de la universidad danesa. Junto con esos datos, y otras herramientas de estadística, presentaron su estudio en la revista Nature Communications.
Según aseguran, la AMOC podría colapsar antes de que termine el actual siglo. Sus datos, según explican, avalan que esto ocurra con una muy alta probabilidad hacia el año 2057. “Sé que es lo más controvertido del trabajo y me gustaría equivocarme. Pero, si las emisiones siguen como hasta ahora, los resultados que obtenemos son los que son”, concluye la experta.