La desesperación le obliga a instalar una minicasa en propiedad de sus suegros: “Será genial vivir sin hipoteca”
Una familia de Washington vive desde hace más de un año en una caravana. La construcción de su nueva casa acumula numerosos retrasos.
En abril de 2024, una pareja decidió vender su casa de 370 metros cuadrados en el pequeño pueblo de Concrete, en el estado de Washington en Estados Unidos. Tras la venta, se mudaron con su hijo adolescente y varias mascotas a una caravana de 7 metros situada en la propiedad de los padres de ella. Su objetivo era liberarse de la hipoteca y estar más cerca de sus suegros para ayudarles a medida que envejecen.
La venta de la vivienda les permitió iniciar la construcción de una pequeña unidad independiente de vivienda (conocida como ADU) en un terreno en Arlington. La idea era utilizar esos fondos para levantar una casa modesta y libre de hipoteca. Mientras avanzaba la obra, la familia esperaba vivir en la caravana solo un tiempo, pero el proyecto se ha prolongado más de 16 meses.
La compra de la casa prefabricada, de tres dormitorios y dos baños y dentro del límite de 110 metros cuadrados permitido para este tipo de viviendas, fue la parte más sencilla. Desde entonces, han tenido que enfrentarse a numerosos trámites: permisos, estudios de humedales, análisis del pozo, diseño del sistema séptico y diversas inspecciones.
Obstáculos que retrasaron el proyecto
Uno de los mayores contratiempos fue el descubrimiento de un humedal nuevo en la propiedad, que obligó a modificar el proyecto y retrasó los permisos. Mientras tanto, la familia continuó viviendo en la pequeña caravana, donde el espacio reducido ha generado incomodidades y tensiones. La convivencia se ha vuelto compleja, especialmente con tres perros y una iguana, y el uso del espacio es limitado para las actividades básicas.
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A finales de junio, la vivienda prefabricada fue entregada y ya está instalada sobre bloques de hormigón. Los trabajos de instalación eléctrica, fontanería, sistema séptico e interiores siguen en marcha, y la familia estima que aún queda trabajo. Tras invertir más de 275.000 dólares, mantienen la esperanza de que el esfuerzo valga la pena y que esta larga etapa en la caravana llegue pronto a su fin.
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