La CNN desvela por qué las 11 de la mañana del domingo es “la hora más peligrosa en EEUU”
En los últimos años, se ha observado un aumento significativo de tiroteos y actos de violencia durante los servicios dominicales de las iglesias
Estados Unidos tiene un cada vez más acuciante problema de seguridad interna. La desregulación casi total del mercado de armas de fuego, junto con el auge de movimientos extremistas, han creado un clima de peligro que lleva a muchos en el país a plantear drásticos cambios estructurales para luchar contra los nuevos peligros que acechan dentro de sus fronteras. No obstante, todavía hay amplios sectores poblacionales -especialmente en los Estados sureños y los rurales- que se oponen frontalmente a cualquier tentativa de restringir el acceso de la ciudadanía a objetos altamente letales como rifles de asalto o armas automáticas.
Los tiroteos son un triste fenómeno con el que la sociedad estadounidense lleva conviviendo durante décadas. Los ha habido de muchos tipos y en muy distintas circunstancias. Especialmente preocupante es para la clase política y la sociedad civil la oleada de tiroteos escolares, que todos los años se cobran la vida de decenas de niños -y en muchos casos son perpetrados por menores de edad-. Pero los centros educativos no son los únicos edificios que están en el punto de mira.
Según un amplio reportaje publicado recientemente por el medio norteamericano CNN, en los últimos tiempos se está observando un aumento significativo de sucesos mortales de este tipo en los lugares de culto. Y, aunque ni sinagogas ni mezquitas se libran de la posibilidad de ser atacadas, salen aún peor paradas las iglesias cristianas de algunas regiones. Un miedo creciente que ha llevado a muchos templos a contratar seguridad armada los domingos por las mañanas para vigilar mientras se celebran los ritos.
Feligreses armados
En ocasiones, incluso son feligreses los que hacen las veces de guardianes de forma voluntaria, acudiendo a misa con sus propias armas. En 2007, fue muy sonado el caso de Jeanne Assam, una mujer que ejercía de guardia de seguridad en su iglesia, la de New Life, en Colorado Springs. El día 10 de diciembre de aquel año, un hombre armado con un rifle de asalto comenzó a disparar contra los fieles que acudían al servicio dominical.
Assam, armada con su pistola Beretta semiautomática, abrió fuego contra el tirador y, a pesar de que este tenía un chaleco antibalas, consiguió abatirlo. La mujer fue tratada como una heroína por la opinión pública -incluso el presidente, George W. Bush, se hizo una fotografía con ella para mostrar su apoyo-. Sin embargo, el episodio abrió el debate sobre la falta de seguridad en las iglesias y el dilema que plantea la contratación de personas armadas para velar por la seguridad de un lugar sagrado.
Es una conversación que, dieciséis años después, está más viva que nunca. Los defensores de la segunda enmienda de la constitución -aquella que garantiza el derecho de los civiles a portar armas-, argumentan que la solución al aumento de tipos malos con pistola es que los tipos buenos tengan aún más pistolas -la medida planteada por varios legisladores republicanos para combatir los tiroteos escolares es que los profesores vayan armados en el aula-. Sin embargo, los demócratas abogan por reducir drásticamente los arsenales privados, algo a lo que los conservadores se oponen frontalmente. Mientras tanto, el problema sigue sin resolverse, y en las calles, las iglesias y las escuelas siguen sonando los disparos.