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SOCIEDAD

La carrera que nadie quiere estudiar: ¿Cuál es y por qué hay muchas probabilidades de encontrar trabajo con ella?

Ingeniería de Agrónomos presenta un índice de empleabilidad cercano al 100% debido al decreciente número de personas dispuestas a elegir la profesión

Actualizado a
Simulador de notas de Selectividad 2022 | ¿Cómo calcular tu nota de corte para la universidad?
César Arxina - Europa Press - ArchivoEuropa Press

Muchísimas horas con la espalda encorvada bajo el flexo, con los apuntes frente al hocico y los ojos luchando por no cerrarse. Es una estampa más que familiar para los miles de estudiantes de segundo de bachillerato que se están enfrentando en estas determinantes jornadas a la prueba de selectividad. La culminación de una fase larga e importante de la vida, la del instituto. Una bifurcación que para muchos significará el comienzo de la adultez o, al menos, el preludio.

Los nervios se hacen casi insoportables para muchos. Especialmente para aquellos que se sienten inevitablemente abrumados ante la perspectiva de jugarse su futuro en apenas un puñado de exámenes. Claro que también los hay que parecen de piedra. Por cada alumno desesperado que aprovecha los diez minutos previos al inicio del control para hacer el nonagésimo repaso de la materia, hay otro sentado cómodamente en las escaleras comiéndose un bocata de chorizo -todo Popeye necesita sus espinacas, tampoco va a ponerse uno a hacer derivadas y ecuaciones con el estómago vacío-.

La presión que sienten estos chicos y chicas sobre sus hombros se debe a que la selectividad no basta con aprobarla. Si se quiere entrar en una carrera concreta, hay que superarlo todo con holgura. Las temidas notas de corte, que fluctúan como los índices de Wall Street según los principios elementales de la oferta y la demanda. Pocas plazas para unos estudios muy codiciados son sinónimo de una calificación mínima prohibitiva. Por eso, los jóvenes echan el resto para destacar y conseguir abrirse paso.

Poca oferta

Pero no todas las carreras tienen cola. Las hay que adolecen justamente de lo contrario. Que no encuentran nuevas hornadas de pupilos que mantengan viva la antorcha de los conocimientos ofrecidos. Y no son necesariamente opciones excéntricas o con frugales perspectivas de proliferación en el mundo laboral. De hecho, hay un ejemplo concreto de todo lo contrario. Un verdadero paradigma. Unos estudios que prácticamente son garantía de empleo y que, aún así, casi nadie escoge.

Se trata de la Ingeniería de Agrónomos. Igual el principal problema que hace que este camino no termine de resultar atractivo para los jóvenes es que el nombre del grado parece sugerir que se va a pasar uno el día entre lechugas y boniatos o con los pantalones manchados de tierra. Pero lo cierto es que en esta disciplina se exploran cuestiones mucho más profundas de lo que pueda parecer. Y, además, como hay muy poca oferta de empleados, las empresas se lanzan ávidamente a por los nuevos graduados para completar sus plantillas.