James Rhodes denuncia uno de los cafés con leche más caros de Madrid: “Mátame camión”
El famoso pianista español de origen británico compartió a través de Twitter la costosa cuenta tras consumir un café con leche en un distinguido hotel de la capital madrileña.
El conocido músico James Rhodes entre otras virtudes, siempre se suele mostrar muy activo a través de redes sociales, compartiendo contenido variopinto casi a diario, especialmente a través de su cuenta de Twitter. En esta ocasión, compartió la cuenta después de consumir un café con leche en un hotel lujoso de la capital madrileña, siendo ostensiblemente más caro de lo habitual.
Contenido del tweet
El pianista hispano-británico quiso reflejar el alto precio que le costó tomarse un café a través de uno de sus tweets del pasado viernes. Con un mensaje cargado de ironía, relató que por consejo de su psiquiatra disfrutara de momentos de soledad, y en uno de sus intentos, decidió tomarse un café en un hotel “pijo”, tal y como narra en su episodio. “Mátame camión. Nunca más”, expresó el músico tras ver la cuantía que reflejaba la cuenta.
Después del mensaje, adjuntó la imagen de la coloquialmente conocida como “la dolorosa” (cuenta), en la que se aprecia el importe total que le costó el café con leche: 11 euros.
Revuelo en redes
La excepcionalidad del coste del café con leche, sumado a su alcance en redes sociales (acumula más de 290 mil seguidores en su cuenta de Twitter) convirtió al tweet en viral (Casi 500.000 visualizaciones y más de 2.000 “me gustas” ).
Pero la cosa no queda ahí, el pianista hispano-británico respondió a algunos mensajes en los que amplió su experiencia consumiendo uno de los cafés más caros de Madrid:
“¿No tienes fotos? Debía ser espectacular”, respondió una seguidora, a lo que Rhodes calificó como “decepcionante”.
A otra respuesta cuyo contenido se desconoce, James Rhodes detalló el trato del personal que le atendió, cómo era el café y cómo se sintió durante la experiencia:
“Jajaja. Eran súper encantadores. Y el café era delicioso pero pequeñito. Con un buñuelito solitario del tamaño del pulgar de un niño pequeño. Es que... nunca he sentido más como un pulpo en garaje”, precisó.