Francia se frota las manos con el negocio del siglo con su submarino: 40.000 millones en juego por Barracuda
El contrato de suministro de submarinos a Canadá se perfila como una oportunidad crucial para Francia.
La presencia del submarino francés FS Tourville en Halifax, Canadá, no es fortuita. Este submarino de ataque de última generación, parte de la clase Barracuda, está en el centro de una estrategia para demostrar las capacidades de la ingeniería naval francesa. El gobierno canadiense tiene en marcha un ambicioso proyecto de modernización de su flota submarina, con un contrato que podría llegar a los 40.000 millones de euros, involucrando la compra de hasta doce nuevos submarinos para 2035.
El Barracuda es uno de los submarinos más avanzados del mundo. Fabricado por Naval Group, el submarino destaca por su tecnología de propulsión independiente de aire, lo que le permite operar durante largos períodos sin necesidad de emergencias. Su diseño de vanguardia y su autonomía extendida lo hacen ideal para misiones prolongadas, como las que Canadá exige, que incluyen operaciones bajo condiciones extremas en el Ártico y otras regiones difíciles.
Canadá no solo busca submarinos para patrullar sus aguas cercanas, sino que necesita vehículos capaces de operar bajo el hielo del Ártico, un entorno donde pocos submarinos pueden mantenerse activos. Las características del Barracuda, como su capacidad de operar en temperaturas extremas y su maniobrabilidad en espacios cerrados, lo hacen particularmente adecuado para cumplir con los exigentes requerimientos de la Marina Real Canadiense.
¿Un elemento clave para la licitación?
Aunque Francia lidera la licitación con su modelo Barracuda, no está sola. Otros competidores internacionales, incluidos fabricantes de submarinos de Alemania, Japón y el Reino Unido, también han presentado sus ofertas a Canadá. Sin embargo, la experiencia de Naval Group en la construcción y suministro de submarinos a países aliados, junto con su historial reciente, puede darle a Francia una ventaja en la competencia.
Uno de los factores que podría inclinar la balanza a favor de Francia es su reciente venta de submarinos Barracuda a los Países Bajos. El acuerdo, por casi 5.000 millones de euros, ha demostrado la confiabilidad de este modelo y su capacidad para adaptarse a las necesidades de la OTAN y otros aliados europeos. La estrecha cooperación entre Francia y Canadá en términos de defensa también podría jugar un papel crucial en la decisión final.
La venta de submarinos Barracuda no solo tiene implicaciones militares, sino también económicas. Un contrato de 40.000 millones de euros sería un impulso significativo para la industria de defensa francesa, permitiéndole consolidar su liderazgo en el sector a nivel global. Además, la colaboración a largo plazo con Canadá abriría nuevas oportunidades para Francia en la industria de defensa norteamericana.
El contrato de submarinos de Canadá podría marcar un antes y un después en la industria naval mundial. No solo se trata de un acuerdo económico significativo, sino de un testimonio del poder de la tecnología naval avanzada, la cooperación internacional y las estrategias militares globales. Francia, con su Barracuda, está bien posicionada para ganar esta batalla, pero solo el tiempo dirá si logra cerrar el que podría ser el contrato del siglo.
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