Sociedad

El truco de un hombre jubilado de 73 años para complementar con 200 euros su pensión de jubilación: “Me da un propósito” 

Alain, un jubilado de Lille, Francia, trabaja como “cliente misterioso” para evaluar la atención en tiendas y restaurantes a través de plataformas como Qualivox y Smice.

Valparaiso, 12 de julio de 2024.
Imagen referencial sobre fondos previsionales.
Raul Zamora/Aton Chile
RAUL ZAMORA/ATON CHILE
David Cuéllar
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente estudiante del Máster en Periodismo Multimedia Profesional en la misma institución, su trayectoria académica y profesional está marcada por una pasión por la escritura que le acompaña desde la infancia.
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Alain, un hombre de 73 años de la ciudad de Lille, Francia, realiza algo que se conoce como “cliente misterioso” en la plataforma Qualivox. Es un servicio que permite a las empresas comprobar la calidad de su acogida o el cumplimiento de los procedimientos por parte de los empleados.

Antes de llegar a este trabajo, este anciano desempeñó varias actividades: hostelero-restaurador y auditor de calidad para una cadena hostelera estadounidense. Sin embargo, de la noche a la mañana, cuando tenía 60 años, la empresa decidió prescindir de sus servicios. “A esa edad, encontrar trabajo es una misión imposible. Los reclutadores piensan que eres demasiado viejo, demasiado calificado o ambos”, cuenta Alain.

Después de que lo echaran de este trabajo, fue cuando encontró la oferta de empleo de visitas misteriosas. Este es su trabajo actual, que realiza mediante las plataformas Qualivox o Smice. En este empleo puede elegir tanto su horario como sus preferencias: “Es totalmente compatible con mi ritmo de vida. Selecciono misiones cercanas o organizo una gira para agrupar varias visitas” analiza Alain.

En algunas ocasiones tiene que desplazarse, pero esto no es un problema, ya que los gastos de transporte se incluyen dentro de su función laboral. El salario que cobra depende mucho del tiempo de cada visita, pero suele ser de aproximadamente 20 euros. “No es un salario propiamente dicho, sino un reembolso de gastos. Y soy yo quien hace mis cálculos: si los gastos superan lo que me ofrecen, me niego”, reflexiona Alain.

La discreción, clave del éxito

En cada visita que realiza, Alain tiene que rellenar un informe que le da la empresa, detallando la limpieza del aparcamiento, los plazos de recepción y el ambiente general. Algo muy importante en esta labor, según el anciano, es no hacerse notar: “Si un vendedor se acuerda de ti, es porque te perdiste la misión”, insiste Alain.

En algunos casos, el servicio que debe hacer es tan discreto que incluso tiene que realizar una compra, algo que Alain afronta con buena voluntad: “Me dan una lista de la compra para hacer en un supermercado. Respeto un límite de gastos, me reembolsan y me quedo con los productos”.

Aunque parezca el trabajo de ensueño, Alain advierte que no todo es tan bonito como parece: “A veces me he arrepentido de haber aceptado una misión al llegar allí. En esos casos, tomo nota de que no fue muy agradable o un poco aburrido, y no lo vuelvo a hacer”. Aun así, considera que esta labor le ayuda a mantener relación con el exterior y a sentirse útil, ya que “la jubilación está bien, pero no hay que quedarse congelado”, reflexiona Alain.

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Con esta labor gana un salario aproximado de entre 150 y 200 euros al mes, realizando varias misiones, además de su pensión de 1.500 euros. “Cualquiera puede empezar. Basta con leer el resumen, ser discreto, observar e informar de lo que se ha visto”, comenta Alain.

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