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El relato de la persona más joven del mundo en visitar el Titanic: “Me quedé inconsciente”

Sebastian Harris es, a día de hoy, la persona más joven en visitar los restos del barco hundido. Lo hizo en 2005 con apenas 13 años.

El relato de la persona más joven del mundo en visitar el Titanic: “Me quedé inconsciente”

La tragedia de los últimos días con el sumergible Titan, que viajaba hacia el fondo del Océano Atlántico para ver los restos del hundimiento del Titanic, pudo haber tenido un precedente a comienzos de este siglo. Una implosión catastrófica acabó con la vida de sus cinco ocupantes, entre ellos el director ejecutivo de la compañía OceanGate, Stockton Rush. En 2005 tuvo lugar una expedición con un joven pasajero: Sebastian Harris, de 13 años.

Con motivo de lo ocurrido, ahora a sus 31 años, narra los problemas que hubo en su expedición, cuando se convirtió en la persona más joven en sumergirse a ver los restos del Titanic, el transatlántico hundido en 1912. En una charla con The US Sun, Harris confirma que quedó inconsciente tras registrar el sumergible, un Mir II de origen ruso, “un pequeño problema de seguridad durante la inmersión”. Según cuenta, en el vehículo submarino contaban con medidores de oxígeno. En un momento dado, al adentrarse en el agua, estos “mostraban niveles de oxígeno más bajo de lo normal. Lo pusimos en marcha y luego volví”.

El joven viajaba junto a su padre, G. Michael Harris, el líder de la expedición al Titanic, además del piloto del sumergible. “Afortunadamente, mi padre y nuestro piloto no experimentaron el mismo problema; de lo contrario, podría haber sido fatal”, narra Harris. Echando la vista atrás, ‘agradece’ de alguna forma la inocencia de su niñez, cuando realizó el viaje. “Un niño de 13 años realmente no tiene un sentido de su propia moralidad, así que estaba felizmente ignorante hasta cierto punto, pero en diferentes circunstancias eso podría haber terminado en tragedia”.

Con su viaje al Titanic se convirtió en la persona más joven en visitar los restos del célebre barco, un récord que a día de hoy todavía mantiene. De hecho, la placa correspondiente se encuentra colocada en el puente del pecio. El trayecto duró en total doce horas, y casi la mitad de ellas fueron destinadas a explorar los restos del naufragio.

Su padre, G. Michael Harris, cuenta con una larga historia en la exploración del Titanic. Una relación que, según explica en redes sociales, comenzó en 1987. “Desde entonces me he sumergido a los restos más de 14 veces, recuperado aproximadamente 6.000 artefactos, diseñado 11 exhibiciones, pero uno de mis recuerdos más orgullosos y emocionantes fueron buceando hasta los restos con mi hijo, Sebastian”.

El riesgo implícito de la misión

Ahora, más maduro, considera que “estas actividades son intrínsecamente peligrosas. Este tipo de problemas pequeños pueden ocurrir y ocurren con regularidad, por lo que la certificación y la seguridad de estos vehículos es tan importante”, asegura. En su aparición en el citado medio, antes de que se confirmara la implosión del Titan, ya adelantaba que era esto lo que podía haber ocurrido con el sumergible. Días después, se confirmaron sus peores sospechas.

Tras la tragedia, fueron muchas las informaciones que salieron advirtiendo sobre su seguridad. Unas advertencias que fueron ignoradas previamente por el CEO de la compañía. Incluso, un experto fue despedido por poner en duda su seguridad. “Parece que tal vez no estaban tomando todas las precauciones posibles y creo que muchas personas en la industria lo encontrarán increíblemente frustrante”, apunta Harris.

Diferencias con el Mir II

Además explica que, a diferencia del Titan, el Mir II en el que se subió sí contaba con una escotilla. “El Mir en el que me sumergí tenía una escotilla en la parte superior del submarino, que según tengo entendido está ahí por si hay que abrirla en la superficie y hay tiempo suficiente para que salgan dos o tres personas. Pero en el caso del Titán, no hay escotilla, te colocan en un cilindro abierto y luego te atornillan en su lugar. Eso no es consistente con los estándares de seguridad sumergibles, habría dificultado mucho el rescate”.

Y por último, sentencia que nunca habría puesto un pie en el Titan de haber tenido la oportunidad. “No puedo decir que me subiría a él. El sumergible Mir en el que fui tenía varios cientos de inmersiones registradas antes de salir”, añade, antes de contar la tragedia que pudo haber sufrido en él su padre en el año 2000. Junto a otros compañeros, y en una expedición al barco sumergido, “subieron a la superficie con un mar muy agitado y el barco principal quedó justo encima del submarino. Pero incluso frente a eso, me sentí seguro buceando en los sumergibles Mir. No conozco las especificaciones completas del submarino, pero tengo entendido que era de fibra de carbono con básicamente una cubeta de dos metros en cada extremo. No había manera de salir del submarino, con lo que tendría un problema”.