El primer avión de pasajeros de la historia vuelve a la vida
Una restauración minuciosa revive el avión que dio comienzo a la era del transporte aéreo moderno.

El DH106 1A Comet, el primer avión comercial a reacción del mundo, ha sido restaurado y expuesto en el museo de aeronáutica de Havilland, cerca de Londres, devolviendo a la vida una pieza clave de la historia de la aviación que transformó para siempre el transporte aéreo. Este pionero de los cielos despegó por primera vez el 2 de mayo de 1952 desde el entonces aeropuerto de Londres, hoy Heathrow, rumbo a Johannesburgo, y transportó a los primeros pasajeros de pago en un vuelo de 7.000 millas. Aunque pronto fue eclipsado por sus fallos estructurales, el Comet marcó el inicio de la era de los reactores comerciales.
El modelo restaurado, sin alas pero con un impecable diseño exterior con librea de Air France y un interior recreado hasta el más mínimo detalle, permite ahora a los visitantes imaginar cómo era volar en un aparato que ofrecía velocidad, altitud y confort nunca antes vistos. “Es un avión precioso, incluso ahora después de todos estos años”, afirma Eddie Walsh, jubilado y voluntario que lidera el proyecto de restauración del DH106. Walsh reconoce que fue una tarea titánica: “Fue prácticamente una misión imposible”.
En su momento, el Comet era una maravilla del diseño y la tecnología: cuatro motores de reacción Ghost integrados en las alas, baños separados para hombres y mujeres, ventanas panorámicas rectangulares, bandejas de madera y asientos espaciosos con reposabrazos cromados. Incluso los compartimentos superiores fueron sustituidos por lámparas impresas en 3D con botones para llamar al auxiliar de vuelo. Todo estaba pensado para ofrecer una experiencia de lujo en el aire, aunque solo al alcance de una minoría: un billete a Johannesburgo costaba el equivalente a casi 6.000 dólares actuales.
Sin embargo, ese futuro brillante se desmoronó rápidamente. Entre 1953 y 1954, varios accidentes fatales provocaron la retirada definitiva del Comet 1A, después de que se descubriera que su fuselaje no resistía la repetida presurización de los vuelos a gran altitud. Las pruebas en tanques de agua revelaron que se formaban grietas alrededor de los remaches y orificios de los pernos, lo que causaba fallos estructurales catastróficos en pleno vuelo. “Demasiado alto, demasiado rápido, demasiado pronto, ese fue el problema”, resume Walsh.
El resurgir del mito
Pese a sus fallos, el Comet dejó una profunda huella en la industria. Modelos posteriores, como el Comet 4, solucionaron los problemas iniciales y volaron con éxito, pero ya era demasiado tarde. Boeing y Douglas se habían adelantado con modelos más eficientes y seguros, y de Havilland perdió su liderazgo, siendo finalmente absorbida por otra empresa británica. Sin embargo, la experiencia y los errores del Comet sirvieron para que generaciones posteriores de aviones fueran más fiables y seguros.
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Hoy, la restauración del DH106 en el de Havilland Aircraft Museum no solo homenajea a los pioneros que lo diseñaron y pilotaron, sino que también ofrece una valiosa lección sobre los riesgos de innovar sin precedentes. Como afirma Walsh: “El Comet es famoso por los problemas que tuvo, lo cual es un poco injusto, porque fue realmente una innovación en su época”. Su legado, aunque breve en el aire, ha perdurado en cada avión que surca nuestros cielos.
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