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El perro que caminó durante un mes para volver a la familia que le abandonó

Cooper es un golden retriever que vive en Irlanda del Norte. Tras ser adoptado, emprendió un largo viaje para regresar al punto donde cambió su vida.

Por su amabilidad y su equilibrio es un perro ideal para adaptarse a la vida familiar. Debido a su gran sensibilidad, el adiestramiento desde cachorro es fundamental.
jonathandavidsteeleGetty Images/iStockphoto

Son muchas las historias que hacen realidad aquella frase de ‘el perro es el mejor amigo del hombre’. Y todas tienen un elemento en común: la fidelidad. Los caninos mantienen una relación especial con sus dueños, capaz de sobreponerse a todos los obstáculos y que les inyecta una paciencia y un amor especial. Sin este sentimiento tan puramente animal no podría explicarse la eterna espera de Hachiko en la estación de tren. Ni tampoco la travesía que Cooper emprendió durante el mes más largo de su vida.

Esta segunda historia ha ocupado todos los focos mediáticos en Reino Unido. Ha tenido lugar en Irlanda del Norte, y comienza con el abandono de un golden retriever en un punto perdido del país, muy lejos de la ciudad donde vivía. Su periplo empezó justo cuando terminó su vida tal y como la conocía.

Una perrera, segunda adopción y 27 días de viaje

Sin rumbo aparente, Cooper empezó a vagar hasta que fue interceptado por una perrera en la localidad de Dungannon. Y allí fue adoptado por Nigel. Su nuevo dueño ya tenía una hembra de la misma raza, Molly, y pensó que, quizá, harían una buena pareja.

Era el 1 de abril cuando llegó a su casa; aparcó el coche, bajó y, al abrir la puerta, Cooper salió disparado hasta perderse entre calles y árboles. “Traté de perseguirlo, pero desapareció en un instante”, explicó Nigel. En ese momento, inició la búsqueda del canino.

Primero probó sin mucha suerte a realizar una campaña en redes sociales. Tras no cosechar un gran éxito, solicitó la ayuda de Lost Paws NI, una organización dedicada a la búsqueda de perros desaparecidos. Pasaron días y no había rastro de Cooper; y después de semanas la esperanza se había visto tan dañada que, cuando el 26 de abril sonó el teléfono, Nigel no podía creer lo que escuchaba: Cooper había sido encontrado.

El golden retriever estaba sucio y muy delgado. Se le marcaban los huesos. Había completado un viaje de 65 kilómetros de distancia hasta el lugar donde fue abandonado, todavía con la esperanza de que su antiguo dueño regresara y con el amor fiel y férreo de cualquier canino.

Un final feliz

“Está a salvo ahora, está comiendo comidas pequeñas para desarrollar su fuerza y recuperar peso; ha perdido mucho y necesita desesperadamente un baño tibio, pero puede esperar hasta que esté más fuerte”, explica Nigel.

Por su parte, desde Lost Paws NI no caben en su asombro. En unas declaraciones al Irish Mirror, un portavoz de la organización ha confesado que “Cooper es un chico inteligente”, a lo que ha añadido que fue el instinto lo que le hizo regresar a un lugar con el que ya estaba familiarizado. “¿Cómo lo hizo? Nunca lo sabré, pero lo logró. Sin comida, sin refugio, sin ayuda… Sólo obstinada determinación y esa increíble nariz”. A lo que habría que añadir la fidelidad canina, elemento sobre el que gira una de tantas historias sobre crueldad humana y lealtad animal.