El origen de la letra ‘ñ’ en el abecedario español: el motivo por el que sólo se usa en España
Nació en la Edad Media, cuando los monjes copistas de los monasterios, ante la falta de papel y pergamino, se vieron obligados a abreviar algunas letras para poder encajar el mayor número de palabras en cada línea de texto.
La letra “eñe” es emblema del español, lengua materna de casi 500 millones de personas en todo el mundo. De hecho, en nuestro país está presente en multitud de palabras de uso cotidiano como caño, peña, piña, piñón, paño, señal, sueño, saña, puño, empeño...
Aunque representa un sonido que no existía en latín, la realidad es que la letra “eñe” se encuentra en la mayoría de las lenguas romances (italiano, portugués, francés, castellano, etc.). Sí, con un sonido que se define como nasal, palatal y sonoro.
A tener en cuenta
Para comprender a la perfección el origen de este sonido, hay que tener en cuenta que, además del latín culto, las gentes del imperio hablaban lo que se conoce como “latín vulgar”. De ahí que fuera frecuente en todo el imperio el uso de particularidades en la pronunciación y simplificaciones morfológicas y sintácticas.
Según explica la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en su página web, uno de estos fenómenos fue la tendencia a la palatalización de la “n”, que dará lugar al sonido “ñ”, en tres escenarios principales:
Más detalles
En la Edad Media, los copistas y escribanos se encontraron con un nuevo sonido para el que no existía una letra. Por tanto, lo transcribían atendiendo a la etimología latina como “ni+vocal”, “gn” o “nn”. Para ahorrar tiempo, y, sobre todo, papel y tinta, era muy habitual el uso de abreviaturas.
La “nn” se abreviaba con una “n” con una virgulilla encima, y así es cómo, por motivo de economía, nace nuestra letra “ñ”. El trabajo de Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII, fue fundamental para seleccionar y fijar la “eñe” como única grafía para representar el sonido nasal patatal.
Particularidades
Más tarde, la primera Gramática Castellana publicada por Antonio de Nebrija en 1492, reconoce el estatus de la “ñ” y de su sonido diferenciado respecto de la letra “n”. La adopción de “ñ” como abreviatura de “nn” es la gran solución adoptada en castellano y gallego.
En italiano y francés la palatalización nasal queda representada por el dígrafo “gn”, otro de los grupos latinos que dio lugar al sonido. En catalán, se representa por el grupo “ny”, y en portugués, como en occitano, como “nh”.
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