El motivo por el que no deberías lanzar petardos en Nochevieja y Año Nuevo si estás cerca de un perro
Taquicardia, parálisis, aullidos y heces involuntarias son algunos de los síntomas que presentan muchos cánidos cuando son expuestos a este tipo de ruidos.
Cada Navidad, en las vísperas de Nochevieja, suele generarse el mismo debate en torno a la pirotecnia. A un lado, los amantes de la pólvora, al otro, por lo general, las personas que tienen perro. Unos no entienden por qué deberían dejar de hacer algo que les gusta solo porque algunos animales se asusten ¿acaso no comemos carne la mayoría de nosotros y no se arma tanto lío?, podrían decir. Los otros han tenido que convivir con un animal aterrado por culpa del ruido de los petardos, han visto a su mascota temblorosa, encogida y jadeante mientras intenta entender de dónde proceden los potentes estallidos que activan todos los resortes del miedo en su organismo.
El debate, por ahora, parece no tener fin, y si bien el argumento de: “me da igual lo que le pase a tu perro”, es difícilmente refutable, es conveniente conocer qué es lo que les ocurre exactamente a los animales con el ruido de los petardos, qué medidas se toman en otros países y qué alternativas existen. Al fin y al cabo, es una decisión moral, y por tanto la ignorancia no puede ser esgrimida como argumento, el “no sé qué le pasa a tu perro ni me interesa” evidencia que, en el fondo, sí se sabe que lo que se hace está mal, pero no se quiere reconocer.
Huida imposible
En España en la actualidad hay 9 millones de perros, de los cuales aproximadamente la mitad sufren diversos tipos de síntomas relacionados con la explosión de petardos. Estos síntomas van desde la parálisis, temblores, pelos de punta, jadeos hasta intensos aullidos, heces involuntarias y, en algunos casos, incluso la muerte por fallo cardíaco. Sin llegar a estos extremos, todo aquel que haya visto a un perro reaccionar ante fuegos artificiales sabe que no es una experiencia agradable. Los instintos del cánido se activan, infundiéndolo de un terror que en la naturaleza tiene un sentido: “corre, escapa, sal de ahí”, pero en la ciudad esta huida es imposible, los ruidos vienen de todos lados y no hay forma de detenerlos. El perro solo puede esperar encogido a que acabe su maltrato.
Peligro de huida
Los fuegos artificiales no son solo un problema por el padecimiento que se genera en el animal, que puede incluso llegar a desarrollar estrés postraumático, sino que los petardos, junto con las tormentas provocan un 20% de las desapariciones de perros. Es por ello que se recomienda que en estas fechas siempre se pasee con el perro atado. Si bien es cierto que las tormentas pueden provocarles a estos perros un miedo similar al de los fuegos artificiales, los veterinarios destacan que las tormentas vienen acompañadas de “señales de advertencia” como cambios en la presión, vientos fuertes, etc., mientras que la pirotecnia es repentina, continuada y están menos acostumbrados.
Prohibiciones
Las legislaciones europeas tienden cada vez más a proteger a los animales en este tipo de disputas. El Ayuntamiento de Praga ha prohibido los fuegos artificiales esta Nochevieja, al igual que numerosas ciudades alemanas. Otras optan por solo permitir “pirotecnia silenciosa”, igual de bonita pero menos ensordecedora. En España está prohibido el uso de petardos en la vía pública, aunque en determinadas fechas se suele hacer la vista gorda. Varias ciudades de Extremadura han prohibido las detonaciones bajo sanción de hasta 1.500 euros y en Irún desde hace años es necesario pedir una autorización para lanzar fuegos artificiales.