Sociedad

El mago británico que engañó a Rommel y convirtió el norte de África en el mayor espectáculo de ilusionismo de la historia

Durante tres noches, los alemanes bombardearon un puerto que no existía. Luego persiguieron tanques de cartón en El-Alamein. La historia de Jasper Maskelyne parece escrita por Houdini, pero sus trucos siguen vivos en la guerra moderna.

El escapista e ilusionista Jasper Maskelyne logró escapar de un ataúd en el Hotel Kingscourt, en Bayswater, en solo veinte segundos. Fue desafiado por el capitán A. G. Forbes, gerente del hotel, a reproducir su famoso truco de escape del ataúd, lo cual hizo con éxito, ganando además una apuesta de cinco libras.
Keystone
Mariano Tovar
Empezó a trabajar en AS en 1992 en la producción de especiales, guías, revistas y productos editoriales. Ha sido portadista de periódico, redactor jefe de diseño e infografía desde 1999 y pionero en la información de NFL en España con el blog y el podcast Zona Roja. Actualmente está centrado en la realización de especiales web e historias visuales
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“La guerra es el arte del engaño”. La frase es de Sun Tzu, pero si alguien se la tomó al pie de la letra fue Jasper Maskelyne, ilusionista británico que durante la Segunda Guerra Mundial convirtió el norte de África en el mayor escenario de magia jamás montado. No usó varita mágica, sino cartón, barro, explosivos y toneladas de ingenio. Y aunque muchos aún dudan de sus hazañas, lo cierto es que los alemanes bombardearon decorados, persiguieron tanques de cartón y se perdieron en cortinas de luz mientras el verdadero ejército británico se preparaba para vencerles.

Maskelyne nunca fue militar. Ni espía. Ni ingeniero. Solo era un mago. De los que esconden palomas en el sombrero, ases en la manga y cartas marcadas. Su familia llevaba tres generaciones dedicándose al ilusionismo, y él había triunfado en los teatros de Londres con trucos que dejaban boquiabiertos a los espectadores. Cuando estalló la guerra, se ofreció voluntario para usar sus habilidades en el frente. Al principio solo le dejaron ser otro animador de tropas, hasta que logró convencer a los Royal Engineers de que podía camuflar lo incamuflable. Cuando uno de los oficiales lo escuchó, soltó una frase que él mismo repetiría en sus memorias: “¿Un mago? ¿Para qué? ¿Para hacer desaparecer a Hitler?”. Por suerte, el alto mando sí comprendió que su magia tal vez podía servir para algo más que entretener: podía salvar vidas.

El mago británico que engañó a Rommel y convirtió el norte de África en el mayor espectáculo de ilusionismo de la historia
El capitán Jasper Maskelyne, el ilusionista más famoso del mundo, entretiene a los invitados después del té en una fiesta ofrecida en honor a los oficiales del ejército indio, en el Mena House, El Cairo, 1942.Imperial War Museums

Su primera gran misión fue proteger el puerto de Alejandría, vital para el abastecimiento británico en África. Rommel y sus Afrika Korps se acercaban cada día más, y la Luftwaffe lo bombardeaba cada noche. Maskelyne propuso algo que parecía absurdo: construir un puerto falso en la Bahía de Maryut, a unos 15 kilómetros del verdadero. Desde el aire, Maryut se parecía bastante a Alejandría, y eso era suficiente para el engaño.

Durante días, su equipo —la llamada “Magic Gang”, formada por carpinteros, escenógrafos, pintores y técnicos— trabajó sin descanso. Usaron barro, cartón, lona y madera para levantar edificios, barracones, un faro y hasta una flota de barcos falsos. Replicaron el sistema de alumbrado del puerto real, colocaron focos en la misma disposición, y prepararon cargas explosivas para simular impactos. Cuando caía la noche, las luces de Alejandría se apagaban y las de Maryut se encendían. Los bombarderos alemanes, sin radar y guiándose a ojo, atacaron el decorado durante tres noches consecutivas.

Reconstruían el decorado tras cada ataque. No todo, claro. Pero lo suficiente para mantener la ilusión. Cada mañana, brigadas de técnicos recolocaban estructuras, reparaban los daños y colocaban escombros humeantes en el puerto real, para que los aviones de reconocimiento alemanes creyeran que el ataque había sido efectivo. Era como montar una obra de teatro en mitad del desierto, con la diferencia de que aquí el público lanzaba bombas y el telón nunca caía.

Durante esos tres días los británicos reorganizaron las defensas antiaéreas de Alejandría, desembarcaron material decisivo y evitaron una crisis logística antes de la ofensiva de El-Alamein. Los alemanes, convencidos de que habían destruido el puerto, desviaron recursos a nuevos objetivos. Un oficial británico escribió en su diario: “Nunca pensé que un decorado de feria pudiera salvar un puerto. Pero lo hizo. Y lo hizo tres veces”.

El mago británico que engañó a Rommel y convirtió el norte de África en el mayor espectáculo de ilusionismo de la historia
Mientras Jasper Maskelyne decía tener la solución para evitar los ataques, las fuerzas del Eje bombardeaban El Cairo. En la imagen, baterías antiaéreas en plena acción durante un ataque aéreo sobre Alejandría. En el fondo pueden verse explosiones de bombas.Bettmann

Maskelyne no se detuvo ahí. También se le encargó proteger el Canal de Suez, una tarea que parecía imposible. ¿Cómo se oculta un canal de 160 kilómetros? Con luz. Instaló 21 reflectores estroboscópicos distribuidos a lo largo del canal, creando una cortina luminosa que cegaba a los pilotos alemanes y desviaba sus bombardeos. En las orillas, colocó maquetas de barcos y simuló explosiones para confundir aún más. Algunos informes aseguran que los alemanes bombardearon zonas vacías del desierto, convencidos de que allí estaba el canal.

Pero su obra maestra fue durante la Operación Bertram, en la batalla de El-Alamein. Los británicos necesitaban engañar a Rommel sobre el lugar del ataque inicial. Maskelyne diseñó tanques de cartón, camiones de madera, y usó altavoces para simular el ruido de motores. Mientras tanto, los verdaderos tanques se ocultaban bajo lonas que imitaban camiones civiles. Además, construyeron depósitos de agua falsos, un oleoducto hecho con latas recicladas y hasta soldados ficticios para reforzar la ilusión. Rommel mordió el anzuelo. Concentró sus fuerzas en el lugar equivocado. Y Montgomery lanzó el ataque donde menos se lo esperaba. Fue una victoria decisiva.

Uno de los soldados que participó en la operación escribió: “Ganamos gracias a los tanques invisibles. Y al mago invisible”.

La Magic Gang llegó a tener catorce miembros fijos, cada uno especializado en algo distinto: pintura, carpintería, explosivos, iluminación. Era un equipo de producción teatral en plena guerra. Y funcionaba. Levantaron aeródromos falsos, puentes de mentira, y hasta ejércitos fantasma. En una ocasión, hicieron creer a los alemanes que los británicos tenían miles de tropas en una zona donde no había ni una tienda de campaña.

Uno de sus colaboradores, el teniente William Granger, dijo: “Nunca pensé que acabaría pintando sombras falsas en un tanque de cartón. Pero si eso ayuda a ganar la guerra, que me den más pinceles”.

El mago británico que engañó a Rommel y convirtió el norte de África en el mayor espectáculo de ilusionismo de la historia
Soldados australianos atacan una posición alemana a través de una densa cortina de humo, durante la Segunda Batalla de El-Alamein, Egipto, el 3 de noviembre de 1942. Esta es una de las fotografías más icónicas de la batalla.Imperial War Museums

Tras el final de la guerra, Maskelyne publicó sus memorias: Magic: Top Secret. En ellas contó sus hazañas. Algunas sonaban tan increíbles que algunos historiadores pusieron en duda su veracidad y afirmaron que exageraba. Otros autores prestigiosos creen su historia punto por punto. El escritor estadounidense David Fisher, en su best seller El mago de la guerra, defiende que sus trucos fueron reales y efectivos. Fisher entrevistó a un buen puñado de veteranos que confirmaron que las operaciones de engaño sucedieron como él había contado en su libro. Y aunque no todo lo que afirmó Maskelyne puede verificarse, su legado sigue vivo en las técnicas modernas de camuflaje y guerra psicológica.

El ejército británico nunca reconoció oficialmente el papel del mago en la campaña africana, pero hay un detalle que hace que la historia sea aún más misteriosa: los archivos oficiales británicos sobre su participación no se desclasificarán hasta 2046. Hasta entonces, no sabremos seguro si su papel en la guerra fue un truco de ilusionismo o una historia real de pura magia.

Después de la guerra, volvió a los escenarios. Pero ya no era el mismo. Había visto morir a amigos, había engañado a ejércitos enteros, y había vivido en la frontera entre la realidad y la ilusión. Murió en 1973, sin medallas, sin homenajes, pero con una historia que parece sacada de una novela de espías escrita por Houdini.

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Como dijo un periodista del Daily Telegraph: “Maskelyne no hizo desaparecer conejos. Hizo desaparecer ejércitos”.

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