El joven localizado en Francia caminó cuatro noches para escapar de una “comunidad espiritual”
Alex Batty regresará este fin de semana a Manchester junto a su abuela y tutora legal, después de estar desaparecido durante seis años. Cuando su madre le dijo que quería mudarse a Finlandia, Alex se negó y huyó.
Alex Batty, el joven británico que llevaba desaparecido seis años, fue hallado en la ciudad de Revel, al este de Toulouse, después de vivir varios años junto a su madre y abuelo en varias comunidades espirituales situadas en zonas rurales. Su abuela y tutora legal, Susan Caruana, denunció en 2017 su desaparición después de que el joven pasase unos días de vacaciones en España junto al exmarido de Susan y su madre.
Según ha manifestado Alex a la policía local, este viajo de España a Marruecos y de ahí al sur de Francia, lugar donde falleció su abuelo hace seis meses. Cuando su madre le anunció que quería mudarse a Finlandia, Alex se negó y huyó. La vida nómada que llevó Alex desde los 11 años finalizó en el momento en el que Fabien Accidini, un estudiante, le vio vagar por las calles en un día lluvioso y le ofreció subirse a su vehículo. Según explicó Accidini al diario La Dépêche du Midi, “¡Hacía más de cuatro días que Alex caminaba por la montaña!”.
Además, el estudiante le prestó su teléfono a Batty, para que este pudiera escribirle un mensaje a la abuela. Gracias a la ayuda de Accidini y de las autoridades francesas, este fin de semana Batty volará hasta Manchester y podrá reencontrarse con su abuela. “Estoy tan feliz...”, declaró Susan Caruana.
Una vida nómada
Gracias a las declaraciones que ha aportado Alex a las autoridades francesas, estas han podido recrear como fue la huida del joven de 17 por las montañas, que duró cuatro días. Según contó Alex a la gendarmería, vivió junto a su madre y su abuelo durante dos años en Marruecos, aunque nunca se quedaban en el mismo sitio.
Alex Batty afirmó en su declaración que la madre y el abuelo tenían “una obsesión con la energía y los paneles solares”. También explicó que en las comunidades donde se instalaban “hacían un trabajo sobre el ego, la meditación, la inexistencia del mundo real y la reencarnación”. Nunca se sintió “encerrado o secuestrado”, ni sufrió violencia física. Sin embargo, afirmó haber sido víctima de agresiones sexuales, en su familia, pero antes de marcharse del periplo, cuando tenía cinco o seis años.
Durante sus múltiples estancias, convivían con grupos de una decena de personas de varias nacionalidades, entre ellos españoles, canadienses e indios. El fiscal adjunto de la República en Toulouse, Antoine Leroy, destacó que “va a haber investigaciones sobre los lugares donde pudo residir en este contexto que se parece mucho a un contexto sectario”. Pero añadió: “No hay una secta identificada como tal”.