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CURIOSIDADES

El exótico plato de carne que comían los romanos en los banquetes

Se trata del porcus troianus, un cerdo relleno de salchichas con salsas aromáticas y verduras, cuyo nombre recuerda al del legendario caballo de Troya.

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El exótico plato de carne que comían los romanos en los banquetes
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La alimentación de los ciudadanos en la Antigua Roma era muy variada y diversa. De hecho, aunque la base de todo se encontraba en productos derivados del trigo, las dietas de las regiones sufrieron modificaciones a lo largo de los siglos y nutrieron de platos especiales a las comunidades locales.

En Hispania, por ejemplo, se fabricaba el garum. Este condimento, elaborado a base de pescado fermentado, se originó en Grecia y Sumeria, pero fue en la Antigua Roma donde alcanzó su máxima popularidad. Principalmente, se empleaba para condimentar o acompañar gran cantidad de comidas.

A tener en cuenta

Ahora bien, también se utilizaba en medicina y cosmética. Es más, se pensaba que era una de las mejores curas para muchas dolencias -incluidas las mordeduras de perro-, para aliviar la diarrea crónica y para tratar el estreñimiento. Incluso, se usó como ingrediente en cosméticos, para eliminar el vello y las pecas no deseadas.

Como ha sucedido en todas las civilizaciones, la comida, los platos y las elaboraciones eran muy distintas dependiendo del estrato social al que perteneciésemos. Y es que la riqueza y el estatus político eran de primordial importancia en la jerarquía social.

El porcus troianus

En su dieta y opulentos banquetes, los romanos disfrutaban de un plato por encima de cualquier otro: el porcus troianus. Se trata de un cerdo relleno de salchichas con salsas aromáticas y verduras, cuyo nombre recuerda al del legendario caballo de Troya, que estaba “relleno” de soldados griegos.

Su preparación era extremadamente laboriosa, por lo que se consideraba todo un espectáculo culinario. Cuando se abría el cerdo, se desvelaba el relleno que se había escogido para esa ocasión para sorpresa y deleite de los comensales.

Aspectos destacados

El porcus troianus, cabe destacar, no solo reflejaba la habilidad culinaria del cocinero, sino también el estatus social del anfitrión del banquete. ¿El motivo? Está claro: la complejidad y el costo de su preparación solo era accesible para los más ricos y poderosos de la sociedad romana.

Además del porcus troianus, los romanos comían otro tipo de carnes, como pavos reales, liebres o flamencos, entre otros. También había mariscos y pescados, sobre todo variedades exóticas como langostas o cangrejos. En ocasiones especiales, el jabalí relleno o lechones asados enteros era algo habitual.

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