Sociedad

El ‘barco fantasma’ de 100 metros de largo varado en mitad de la nada

Un ambicioso proyecto que quedó anclado en el tiempo y que ahora es motivo de saqueos y robos y partidas de airsoft.

El ‘barco fantasma’ de 100 metros de largo varado en mitad de la nada
Yotube: Claux7
Marta Tejedor
Actualizado a

Algo no cuadra en el paisaje del camping Las Tejas, Argentina. Los visitantes que han estado en el camping situado en Zárate pueden afirmar haber encontrado algo de lo más insólito: “un barco fantasma”. Lo más sorprendente no es el propio barco en sí ni los más de 100 metros de eslora, sino su localización a 800 metros alejado del río más cercano.

Se trata del crucero “Ciudad de Panamá” que llegó a conectar a principios del siglo pasado Buenos Aires con Montevideo y Asunción. Ahora, a manos de Bernardo Ditges, su actual dueño, el barco ofrece otro tipo de servicios para quienes desean visitarlo.

Su apariencia descuidada ha llevado a muchos youtubers y creadores de contenido en las redes sociales ha hacer vídeos hablando sobre un barco “abandonado”. La fama que ha tenido el Ciudad de Panamá ha llamado la atención de cientos de ladrones que han aprovechado para robar materiales valioso, especialmente de cobre como los pomos de las ventanas.

Dos barcos iguales

Ditges cuenta con otro barco igual al Ciudad de Panamá, “pero el otro no se ve porque está más resguardado de los árboles”, confesó él a Infobae. “El primero lo compré en el 94, cuando todavía estaba el ‘uno a uno’. Fue a remate, ofrecí lo mismo que valía un Renault 12 usado y gané porque fue la única propuesta”, explica Ditges.

La compra del barco no fue un capricho de su dueño, sino el inicio de un ambicioso proyecto. Reformó el interior del barco y lo convirtió cada habitación una cabaña para los visitantes. Ditges consiguió tener el barco ocupado los primeros 10 años, pero con el incendio en la Tragedia de Comañón en 2004 todo cambió. Se cambiaron las normativas en materia de habilitaciones y seguridad en estructuras cerradas y el barco tuvo que dejar de servir como hospedaje.

Ante esta situación, Ditges explica que el barco “tiene 80 habitaciones y todas están en condiciones para ser usadas. Pero ahora, prefiero concentrarme en las cabañas de madera y los vagones de tren reciclado, que también forman parte del camping y son más fáciles de mantener. El barco seguirá cerrado hasta que mejore la economía”, sostuvo.

Qué pasó con el otro barco

La historia del segundo navío fue muy diferente a la anterior. Un amigo de Ditges le había advertido sobre la construcción de un barco idéntico al suyo. “Se estaba hundiendo. Investigué quién tenía el control legal de la nave y lo compré”, explica su actual propietario. La idea que tenía en mente para este nuevo barco era utilizarlo como transporte de pasajeros y diseñar su interior dividiéndolo en clases, como el Titanic.

El navío contaba con la capacidad de transportar a 1.200 pasajeros y 600 tripulantes más. Había sido construido en los astilleros Río Santiago en 1962 y fue pasando por la mano de varios dueños hasta acabar en posesión de Ditges, quien ya tenía un nuevo proyecto en mente para el barco. “La idea era que el crucero formara parte de un predio que había ideado como un estadio de rugby, que iba a ser el primero del país”, explica él.

El barco serviría como hospedaje para los deportistas y espectadores. “Lamentablemente estamos en Argentina y el crucero fue blanco de varios robos e intrusiones, donde los curiosos lo fueron desmantelando y llevándose parte de sus pertenencias, de a poco”, se lamenta Ditges. A pesar de los robos, aún se pueden encontrar cosas de valor pertenecientes a la década pasada.

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“Debido a su deterioro muchos piensan que está abandonado, pero no es así. Lo alquilo para actividades recreativas”, explica su dueño. Lejos de ser el hospedaje que Ditges había ideado, el Ciudad de Panamá es ahora escenario para partidas de airsft, entre otros usos, una disciplina que simula combates tácticos con armas de aire comprimido que disparan proyectiles de plástico. “Mi idea es seguir alquilando el barco para juntar el dinero que necesito para su remodelación”, confiesa Ditges esperanzado de poder llevar a cabo su plan algún día.

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