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DESPIDOS

Despiden a una empleada por comerse un sándwich de atún

La mujer, antes que verlo acabar en la basura, optó por guardarlo después de que sobrara de una reunión. “Me llamaron ladrona por un sándwich de poco menos de dos euros”.

Despiden a una empleada por comerse un sándwich de atún
United Voices of the World

Las reuniones de trabajo en algunas empresas suelen ir acompañadas, en función de su importancia, por grandes cantidades de comida para rebajar las posibles tensiones laborales. Y en muchas de ellas esta comida suele ser carne de cañón de los contenedores de basura, pues acaba sobrando y los responsables (en ciertos casos) no encuentran un lugar mejor para ella que el cubo junto a otros residuos.

Para evitar el este destino a un sándwich de atún de apenas una libra y media (menos de 2 euros), Gabriela decidió guardarlo en la nevera (ya había comido) para tomarlo por la tarde. “Lo peor es que no tenía hambre. Lo vi entre las sobras de una reunión en la oficina de abogados donde limpiaba. Si lo dejaba en la bandeja, lo más probable era que acabara en la basura”.

Y unos días después, desde Total Clean, la contrata para la que trabajaba, le informaron de su ‘despido exprés’. Todo, por un paupérrimo sándwich de atún. Su responsable, en defensa de la decisión tomada, afirmó que nadie le había ofrecido la comida que se había llevado, una conducta que provocó la ruptura de la “confianza necesaria para continuar con la relación laboral”. “Me llamaron poco menos que ladrona por llevarme una pieza de sándwich que vale una libra y media”, responde la afectada.

Gabriela, ecuatoriana de 39 años y con nacionalidad española tras vivir durante 13 años en nuestro país, lamenta “trato discriminatorio” recibido. “Fue indignante, que te traten de esa manera, como si no valieras nada”. Pero decidió no callarse y ponerse en manos de United Voices of the World (Voces Unidas del Mundo), una “comunidad para trabajadores latinos que sufrimos abusos de los empleadores”.

Protesta en la sede de la empresa

Petros Elia, secretario general de UVW, lamenta la “falta total de protección para los trabajadores, especialmente si están subcontratados y si son empleados de la limpieza, inmigrantes y latinos”. Y es que, para que un empleado pueda reclamar despido improcedente, debe llevar al menos dos años dentro de la empresa. Gabriela los cumplía justo cuando la despidieron.

Además de las correspondientes medidas legales, desde esta organización lanzaron una campaña que ha contado con gran seguimiento en Reino Unido. ‘Justicia para Gabriela’ fue todo un éxito, con decenas de personas acudiendo a las oficinas de Devonshires Solicitors, el despacho de abogados en el que Gabriela era responsable de limpieza y mantenimiento.

Los hechos, conocidos ya como Sandwichgate, congregaron a una treintena de personas en los alrededores de las instalaciones. “Fuimos allí con latas de atún y panes de molde, y entregamos 300 sándwiches en la recepción”, comenta Gabriela, quien valora también que gente del edificio saliera para mostrarle su solidaridad.

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