Sociedad

Desaparecen los aires acondicionados de un instituto en Sevilla y reaparecen a pleno rendimiento en el sitio más inesperado

La investigación apunta a la utilización de las máquinas en plantaciones de marihuana.

Los hogares de Nueva York pueden ser elegibles para recibir hasta $1,000 para la compra e instalación de un aire acondicionado.
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Los aparatos de aire acondicionado del IES Salvador Távora, ubicado en el barrio sevillano de Rochelambert, desaparecieron hace pocos días en un robo que ha despertado preocupación entre la comunidad educativa. Las primeras pistas apuntan a que fueron robados para su utilización en plantaciones ilegales de marihuana, una práctica cada vez más común en determinadas zonas de la capital andaluza. A final de curso también fueron robados unos cables, lo que confirma que el instituto se ha convertido en blanco de los ladrones.

Este tipo de robos ha ido en aumento en los últimos meses, especialmente en pisos bajos o primeras plantas, por su fácil acceso. Lo que resulta inusual es que ocurra en edificios públicos como centros educativos, lo que ha encendido las alarmas sobre la seguridad de estas instalaciones. La clave estaría en la alta demanda de sistemas de refrigeración por parte de las mafias dedicadas al narcotráfico, que utilizan los aparatos para mantener condiciones de temperatura constantes en los cultivos de cannabis.

El caso del IES Salvador Távora pone en evidencia la magnitud del cultivo ilegal de marihuana en Sevilla, donde barrios como el Polígono Sur, Su Eminencia, Palmete o Torreblanca albergan numerosas plantaciones encubiertas. Estas zonas son también las más castigadas por los cortes de luz, que se disparan durante el verano debido al uso masivo de electricidad en estas infraestructuras ilegales. Una sola plantación puede consumir la misma energía que ochenta viviendas, lo que genera sobrecargas en la red.

Las plantas de cannabis requieren luz constante y una temperatura estable para crecer con rapidez. Por eso, las organizaciones criminales necesitan aires acondicionados, focos y balastros, equipos que funcionan sin descanso y que tienen una vida útil mucho más corta de lo normal. Esto ha generado una industria paralela de robo y reventa de estos aparatos, alimentando un ciclo de precariedad, delincuencia y fraude eléctrico.

Un problema estructural y extendido

Aunque el número de incautaciones ha bajado en los últimos años, el problema persiste. El cultivo de marihuana en España, que repuntó con fuerza desde mediados de la década pasada, se ha visto frenado por la expansión de centros de producción en otros países europeos. Sin embargo, las plantaciones ilegales siguen generando enormes tensiones en barrios marginales, donde las mafias del narcotráfico ocupan viviendas para montar invernaderos clandestinos y conectan sus instalaciones de forma fraudulenta a la red pública.

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El año pasado, la Policía Nacional intensificó sus operaciones contra estas plantaciones en barrios como las Tres Mil Viviendas, tras tiroteos con armas de guerra el 12 de octubre. En Torreblanca, los vecinos protestaron por los constantes cortes eléctricos, provocados por estos enganches ilegales. Según los investigadores, “una sola plantación puede provocar apagones, incendios o incluso explosiones en los centros de transformación”. Esta problemática se extiende también a localidades cercanas: en Las Cabezas de San Juan, una operación conjunta terminó con 27 detenidos, una tonelada de marihuana incautada y dos fusiles kalashnikov decomisados.

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