Buzos bajan a las profundidades de un lago y descubren un naufragio histórico aún en pie: “Totalmente intacto”
Encontraron una goleta histórica de dos mástiles construida en 1884 y hundida cerca de Toronto en 1917.


Dicen que el que halla, encuentra. Y lo que ha ocurrido en Canadá es digno de una historia. Es más, los que encontraron este tesoro histórico necesitaron varios minutos para darse cuenta de la magnitud. “La “alegría fue simplemente abrumadora”.
Un equipo de buceo canadiense dirigido por Heison Chak, presidente del Consejo Subacuático de Ontario, buscaba el Rapid City, una goleta de dos mástiles construida en 1884 y hundida cerca de Toronto en 1917. En cambio, encontraron lo que creen que es un barco completamente diferente, uno que parece ser mucho más antiguo que el Rapid City.
Un barco que se encuentra a 90 metros bajo la superficie del agua, razón por la cual probablemente se encuentra en tan buen estado. Eso sí, cubierto de mejillones quagga invasores. Por lo demás, es como si el tiempo lo hubiera detenido bajo el agua.
“No se le han roto los dos mástiles. Vimos dos; ambos mástiles estaban en pie, lo cual es bastante raro. La mayoría de las veces, los mástiles de los naufragios han sido dañados o destruidos por anclas de barcos o buzos”, menos en esta ocasión.
De momento, se desconoce la identidad del barco. Pero los buzos detectaron algunas pistas que podrían indicar su antigüedad. Por ejemplo, el barco parece haber tenido aparejos de cuerda, “porque la cuerda se deteriora con el tiempo. Los aparejos de cable, que tardan más en deteriorarse, no aparecieron hasta después de 1850”, añade, lo que empezaría a dar pistas históricas del origen.
Otro dato del buque es que tiene una versión antigua de un molinete, un equipo que se usaba típicamente para subir y bajar el ancla. También le faltan el torno de orza y una rueda en la cubierta de popa; características inusuales que sugieren que podría datar de principios del siglo XIX. “El tonelaje nos dirá qué barco podría ser, o mejor dicho, qué barco podría no ser”, dijeron a Cottage Life. Y es que esta espera por saber su origen, fecha, bandera, qué buscaba, qué encontró, cómo acabó en esas aguas canadienses hace que la historia merezca la atención, ese no saber, “es lo que lo hace tan emocionante”, afirman los descubridores.

Por qué esos grandes barcos estaban en lagos de Canadá
En los Grandes Lagos canadienses (y estadounidenses), como Ontario, Huron, Michigan, Erie y Superior, se cree que hay más de 6.000 naufragios desde el siglo XVII hasta hoy. Estos grandes barcos, como cargueros, vapores de pasajeros, barcazas, buques... se hundieron por diversos factores: tormentas repentinas e intensas: las cercanas costas, bancos de arena poco profundos y tormentas súbitas provocaron frecuentes encallamientos o volcamientos. Una alta densidad del tráfico marítimo: desde finales del XVIII y siglo XIX, con rutas importantes entre puertos emergentes (como Toronto, Chicago o Duluth), el riesgo de colisiones y accidentes aumentó. O diferentes conflictos y guerra: durante la Guerra de 1812 y otros enfrentamientos limítrofes, algunos barcos fueron hundidos o dañados intencionalmente.
Estos buques llegaron gracias a complejas infraestructuras hidráulicas:
Sistema de canales y esclusas del St. Lawrence Seaway
Inaugurado en 1959, conectó el océano Atlántico con los Grandes Lagos mediante una red de canales, esclusas y ríos navegables, permitiendo a buques oceánicos de hasta 225 m cruzar desde Montreal hasta la orilla de los lagos. Incluye 15 esclusas (13 en Canadá, 2 en EEUU) y varios canales: St. Lambert, Beauharnois, Snell, Eisenhower e Iroquois, además de las 8 esclusas del canal Welland, que sortean el desnivel entre Ontario y Erie.
El Seaway permite un ascenso total de más de 180 m desde el nivel del mar hasta los grandes lagos (similar a un edificio de 60 plantas). Gracias a él, pueden circular barcos “seawaymax” de hasta 225,5 m de largo y 23,8 m de manga, transportando cargas de 25.000 toneladas.
Con la colonización y el desarrollo industrial en el siglo XIX, crecieron las rutas comerciales entre el interior y las zonas de mar abierto, aumentando enormemente la actividad marítima y, lamentablemente, también los accidentes.
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Con la actual tecnología, parece que estemos en una “edad de oro” de los descubrimientos: drones submarinos, rebreathers, escáneres de sonar, y fenómenos naturales como bajadas inusuales del agua, han permitido localizar naufragios que permanecían ocultos durante siglos. Ahora sólo nos falta saber quién es el protagonista de esta historia.
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