Atento si viajas a este país europeo: es obligatorio por ley usar un reflector para caminar por la calle

Cada país tiene sus normas y hay muchas que resultan muy extravagantes para los turistas. Igual que en Singapur es ilegal mascar chicle o en Grecia, no puedes andar con tacones en sus principales monumentos, en Estonia debes llevar colgado un reflector si andas por la calle cuando la visibilidad sea reducida.

Estonia es el más boreal de los países bálticos, es decir, se encuentra más al norte que Lituania y Letonia. Debido a la inclinación del eje terrestre, durante el invierno, los territorios más al norte reciben escasas horas de luz. Algunas incluso pasan meses sin que ni siquiera les dé un rayo de sol. En el caso de Estonia, durante los meses de invierno, amanece a las 10 de la mañana y a partir de las cuatro de la tarde la oscuridad es total, por tanto, el gobierno estonio implementó el uso de reflectores para evitar los accidentes de tráfico.

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1992, el nuevo gobierno introdujo esta norma dentro del reglamento vial. Desde entonces se estableció como obligatorio el uso de reflectores fuera de las ciudades. Una norma aplicada para reducir el número de muertes por atropellos a causa de la falta de visibilidad durante las largas noches del invierno estonio.

Desde 2011, obligatorio también en ciudad

Desde el año 2011 esta norma es obligatoria también dentro de las ciudades y las autoridades defienden que gracias a estos reflectores, se ha producido “una gran reducción en las muertes de peatones” especialmente en las carreteras no residenciales.

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Esta norma goza de gran popularidad entre los estonios, que confirman que es una medida que salva vidas y prácticamente la totalidad de la población hace uso de estos artilugios cuando caminan durante la noche. Según una encuesta, en el año 2020 el 95% de los niños usaban el reflector y entre los adultos el porcentaje que también hacía uso de este producto era del 84%.

Para los estonios portar uno de ellos es algo habitual y casi nadie se expone a la multa de 40 euros que supone el no llevarlo. La popularidad de los reflectores es tal, que en Estonia muchas empresas regalan reflectores a modo de publicidad o cada ciudadano tiene uno personalizado con diferentes formas y tamaños.

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