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SOCIEDAD

Así era el San Ignacio de Loyola, ‘El Glorioso’ navío español que resistió ante la Royal Navy inglesa

En el año 1747, su tripulación se enfrentó hasta en cinco ocasiones a varias embarcaciones inglesas y cumplió su cometido de transportar mercancías a la península.

Así era el San Ignacio de Loyola,  ‘El Glorioso’ navío español que resistió ante la Royal Navy inglesa

Se conoce como ‘Viaje del Glorioso’ o ‘Carrera del Glorioso’ a una serie de combates navales ocurridos entre julio y octubre de 1747 entre un solo barco español, El Glorioso, y doce embarcaciones inglesas entre navíos, fragatas y bergantines.

La historia de España está llena de grandes batallas, victorias, pero también derrotas en las que se recuerda sobre todo el pundonor de los marineros españoles pese a las inferioridades numéricas que sufrían en muchas ocasiones. Esta historia es una más dentro del extenso historial de batallas navales en las que estuvieron implicados naves españolas. Sin embargo, pese a la leyenda y el heroísmo que rodea a esta serie de batallas, el navío ‘San Ignacio de Loyola’, apodado como ‘El Glorioso’, y su tripulación tuvieron un final más bien amargo, pese a haber cumplido la misión que se les encomendó.

El navío de 70 cañones fue construido en La Habana, Cuba, en 1738, como parte de la renovación que el Rey Felipe V estaba impulsando en la flota de la Armada Española. Precisamente en este momento, el propio monarca era consciente de que la fuerza naval española era muy inferior a la inglesa y por ese motivo, todos los barcos que partían de América en dirección a la península, eran conscientes de que la posibilidad de sufrir una emboscada inglesa era real.

La embarcación tenía la función de transportar y escoltar mercancías entre los territorios en América y la metrópoli. Tras nueve años de servicio, ‘El Glorioso’ se embarcó en una nueva misión de transporte el 27 de mayo de 1747, cuando zarpó de Veracruz, en el Virreinato de Nueva España, el actual México. Tras una breve parada en La Habana para cargar mercancía, el San Ignacio de Loyola se internó en el océano Atlántico.

Primer combate, 26 de julio de 1747

Cargado de plata, oro, medicinas, azúcar, cacao o cuero, el barco puso rumbo a España con la amenaza inglesa siempre presente. La mercancía del Glorioso estaba valorada en 4 millones de pesos de plata. El 25 de julio, ya en aguas cercanas a las Azores, la tripulación española, al mando del capitán Pedro Mesía de la Cerda, divisó tras la niebla un convoy de buques ingleses. Ya con el cielo despejado, pudieron distinguir hasta 10 barcos ingleses frente a ellos. El jefe del convoy inglés John Crookshanks ordenó la persecución del navío español, intuyendo que vendría cargado de oro, plata y otros productos americanos. Ante esto, de la Cerda ordenó a su tripulación que se preparase para un inminente combate.

Más de un día después del avistamiento y tras duros combates entre las embarcaciones inglesas y el solitario Glorioso, el último gran barco de las Royal Army que se enfrentaba a de la Cerda y sus hombres, el Warwick, aprovechó una pequeña corriente de viento para alejarse del navío español para evitar males mayores. Por su parte, el Glorioso sufrió daños en la estructura que fueron reparados los días posteriores y 10 bajas.

Segundo combate, 14 de agosto de 1747

Después del primer combate, el Glorioso continuó su camino a hacia España. Cuando ya estaban cerca de su destino, en las proximidades del cabo de Finisterre, la tripulación del Glorioso divisó tres barcos que podían ser ingleses. Con la carga aún en las bodegas, el capitán Pedro Mesía de la Cerda, al intuir el posible ataque inglés, tomó la iniciativa. Después de una dura batalla influida por los vientos, la astucia del capitán español venció a las tres embarcaciones inglesas, que no tuvieron más remedio que alejarse del Glorioso.

Finalmente, el 18 de agosto, la tripulación y la carga desembarcó en Corcubión, Galicia.

Tercer, cuarto y quinto combate, 17, 18 y 19 de octubre de 1747

El 14 de octubre el Glorioso zarpó desde Ferrol hacia hacia Cádiz y tres días después avistaron nada más y nada menos que 10 velas, dos de esos barcos se dirigían directamente hacia el barco capitaneado por Pedro Mesía de la Cerda. Se trataba del escuadrón conocido como ‘The Royal Family’ capitaneada por el comodoro George Walker, seis fragatas con una fuerza naval de 1000 hombres y 114 cañones. Aunque en realidad tan solo 3 de ellas participarían en los combates frente al Glorioso y tan solo la ‘King George’ se enfrentaría de manera directa contra el navío español. Tras un cara a cara, el Glorioso navegaba sin bandera y el comodoro Walker decidió esperar hasta saber de su nacionalidad. El Glorioso no izó ninguna bandera y aprovechó una brisa de viento para navegar hacia el sur, en dirección al cabo de San Vicente, en Portugal.

El ‘King George’ con Walker al bordo fue capaz de seguirle y durante la noche volvieron a encontrarse. Pero los ingleses seguían sin conocer la nacionalidad del barco, por lo que optaron por esperar. Tras un grito desde el barco de inglés, los cañones españoles abrieron fuego contra el ‘King George’ y destrozaron el lateral de la embarcación inglesa. Fue entonces cuando los ingleses, para contrarrestar la perdida de armamento, alinearon su infantería y comenzaron a disparar contra el Glorioso. En este punto de la batalla, el capitán de la Cerda era consciente de la ventaja española en el largo radio y se alejó de la fragata inglesa para neutralizar el poder de sus mosquetes.

Durante la mañana siguiente el Glorioso navegaba hacia el sur en solitario y de lejos le intentaban seguir 3 fragatas inglesas, un convoy en el que ya no estaba la King George, que había quedado muy dañada tras el tercer combate. Al resto, desde el Glorioso avistaron un barco sin identificación que finalmente se trató de otra embarcación inglesa. La fragata ‘Darmouth’ no fue rival para el navío español y fue destruida tras tres horas de combate. Por la parte Española este cuarto combate se saldó con 5 muertos.

Pese a salir victorioso de la batalla, la tripulación del Glorioso debía reparar el casco y la arboladura del navío, todo esto mientras las tres fragatas de la ‘Royal Army’ les perseguían. Con la brisa nocturna, los corsarios ingleses alcanzaron al barco español y abrieron fuego iniciando la quinta batalla.

El capitán Pedro Mesía de la Cerda y su tripulación aguantaron valerosamente las embestidas de las tres fragatas inglesas, sin embargo, se estaban quedando sin munición, ya que salieron con escasas existencias de Ferrol. Asediado por los ingleses y con la munición agotada y una tripulación exhausta, el capitán de la Cerda rindió el barco el 19 de octubre de 1747 y los ingleses tomaron el mítico navío español.

Tras esta quinta y última batalla, el San Ignacio de Loyola fue trasladado a Portsmouth, en el sur de Inglaterra, donde se expuso como trofeo tras la victoria contra los españoles. El balance durante este transcurso de combates fue de 44 muertos y 173 heridos españoles por 433 muertos y 353 heridos en la parte inglesa.

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