Antonio López, exprofesor y jubilado: “Si no cambian algunas cosas, en unos años no habrá dinero para pensiones”
Dos hermanos jubilados advierten sobre la necesidad de reformas estructurales para garantizar la sostenibilidad del sistema público de pensiones.

Antonio López, profesor de matemáticas jubilado de 71 años, percibe una pensión que ronda los 2.500 euros mensuales. Aunque su situación le permite vivir con cierta holgura, el jubilado advierte sobre el futuro del sistema: “Cobro una buena pensión, pero pienso que en unos años no habrá dinero si no cambian algunas cosas”.
Su preocupación no es solo personal, sino que refleja el temor de una generación que podría ser la última en disfrutar de un retiro estable.
Su hermano Juan José, médico jubilado de 83 años, coincide en el diagnóstico y pone el foco en la desigualdad intergeneracional: “Los jóvenes viven peor que los pensionistas porque los salarios son muy bajos y, aunque las pensiones también lo sean, siguen siendo más altas que lo que gana la gente joven”.
Ambos declaran a La Vanguardia que la clave está en la financiación: “En España hay que pedir más impuestos, pero la gente no está dispuesta a pagarlos”, afirma Juan José, señalando que una reforma fiscal profunda es imprescindible para garantizar la continuidad del sistema público de pensiones.
Un futuro incierto para las pensiones
Ambos hermanos viven con la sensación de haber llegado a tiempo: hipotecas saldadas, hijos independientes y un nivel de vida que les permite cierta holgura. Sin embargo, su mirada al futuro no es optimista. Antonio López apunta a posibles soluciones: “Espero que cambien la manera de recaudar o que venga gente joven de otros países, que trabajen y paguen impuestos. Si no, no habrá relevo”.
Los datos oficiales reflejan la magnitud del desafío. España destina actualmente el 12,3 % del PIB al pago de pensiones, con más de diez millones de pensionistas. Se proyecta que para 2050 esta cifra podría superar los quince millones. La combinación de natalidad en mínimos y población envejecida genera una presión creciente sobre el sistema, poniendo en riesgo su sostenibilidad si no se adoptan medidas urgentes.
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La experiencia de Antonio y Juan José refleja un dilema más amplio. Aunque los jubilados actuales disfrutan de cierta comodidad, son conscientes de que el bienestar de las generaciones futuras depende de reformas profundas que aseguren el relevo y la continuidad del sistema público de pensiones.
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