Serbia señala el gran error de Rusia con el Grupo Wagner
Desde Belgrado apuntan a las “graves consecuencias” que tendrá la rebelión del grupo paramilitar, cuyo origen estaría en haber entregado demasiado poder a los mercenarios.
Era uno de los pocos amigos que tenía Rusia en el Viejo Continente, pero desde que estalló la guerra en Ucrania han pasado a colegas de cierto cariño y obligada distancia. Serbia se ha visto empujada a alejarse del Kremlin más de lo que le hubiera gustado. La posición moscovita para con el conflicto de Kosovo, además de ciertas simpatías históricas, habían dibujado el pentagrama sobre el que fluía una buena música entre ambas naciones. Desde hace más de un año Belgrado ha optado por una ambigüedad extraña que, tras la rebelión del grupo Wagner, ha evidenciado contradicciones geopolíticas y verdades como puños a partes iguales.
En esa línea han versado las palabras del presidente serbio, Aleksandar Vucic, quien ha comentado en un canal de televisión comercial serbia, Pink, los tejemanejes del golpe militar que ha puesto Rusia patas arriba. Para el mandatario, “la cuestión de la Defensa es del Estado” y, así las cosas, sólo hay un desencadenante posible de semejante rebelión: un error de la cúpula militar y, en consecuencia, del líder ruso, Vladimir Putin.
Clave: Saber a quién entregas tu poder
Se trataría de un fallo en la estrategia que denota una falta de preparación para el futuro. La equivocación no sería otra que darle demasiado poder a un grupo de mercenarios, siendo estos soldados fieles a un billete y no a una bandera. “Algunos hombres de negocios tan pronto agarran millones piensan que deben ordenar el Estado y el mundo. Y piensan que lo han logrado todo sin ayuda del Estado”, sugiere Vucic, consciente de que el escuadrón de la calavera no rinde cuentas a nadie.
No obstante, la comprensión de estos hechos no entraña su justificación. Como no podía ser de otra forma, estando el régimen moscovita como telón de fondo, el presidente serbio ha reiterado que su país no apoya ningún golpe de estado, sin importar color o emblema, y ha insistido en la idea democrática de que “el gobierno se cambia en las elecciones con la voluntad de los ciudadanos, no de otra manera”.
Consecuencias dentro y fuera de Rusia
Lo que sí ha hecho es admitir lo innegable. “El golpe tendrá profundas consecuencias”, asegura. Y es que hay bultos que no se pueden esconder bajo la alfombra. A la difícil tarea de paliar los efectos de este punch en la política nacional y en las calles de las principales ciudades rusas se añade el factor militar: la motivación de las tropas de la Z está en horas bajas, movidos contra su voluntad, como muñecos de trapo, de un frente a otro.
En un guiño amistoso a su tradicional aliado, tras apuntar sus carencias democráticas, Vucic ha señalado que “sin duda había ayuda desde el extranjero” en la rebelión del grupo Wagner, encabezado por el antiguo colega de Putin, Yevgueni Prigozhin. Una valoración cargada de compadreo ruso y cercanía formalmente correcta con la Unión Europea, entidad hacia la que jamás ha ocultado su deseo de adhesión.