Regulares del Ejército español se despliegan con blindados para reconocimientos de itinerarios en Melilla
Los militares del Grupo de Regulares de Melilla nº 52 realizan reconocimientos de itinerarios y zonas críticas en la ciudad autónoma.


En el marco de las operaciones de Presencia, Vigilancia y Disuasión que realizan las diferentes unidades del Ejército, los militares del Grupo de Regulares de Melilla nº 52 han realizado estos días reconocimiento de itinerarios en diferentes puntos estratégicos de la ciudad de Melilla, una tarea fundamental “que permite anticiparse, proteger y garantizar la seguridad integral de la sociedad española”, tal y como el Estado Mayor de de la Defensa.
Precisamente este regimiento celebró el pasado 1 de julio de sus 114 años de historia. En la misma de operaciones tácticas, los militares del Grupo Táctico de Ceuta, integrado en el Mando Operativo Terrestre, han realizado hace apenas una semana operaciones de presencia, vigilancia y disuasión, en el campo exterior de Ceuta, reforzando el sistema de seguridad nacional.
La importancia de Melilla
Melilla representa un enclave de alto valor tanto para España como para Marruecos, por razones que combinan factores militares, económicos, políticos y simbólicos. La ciudad autónoma permite a España (y por extensión a la OTAN) mantener una presencia militar avanzada en el norte de África, en una zona clave del Mediterráneo occidental.
Aunque no está directamente en el estrecho, su cercanía refuerza el control sobre una de las rutas marítimas más transitadas del mundo. La ciudad alberga unidades del Ejército de Tierra, incluyendo la Comandancia General de Melilla, lo que le da capacidad de respuesta rápida ante crisis regionales.
Para España, mantener Melilla es una cuestión de integridad territorial. Cualquier cesión sería vista como una debilidad política interna y externa. Marruecos considera a Melilla (y Ceuta) como “ciudades ocupadas”, lo que introduce una tensión constante en las relaciones bilaterales. Esta reclamación es usada por Rabat como herramienta de presión diplomática. Además, Melilla puede ser usada por Marruecos como moneda de cambio en negociaciones sobre inmigración, pesca, cooperación antiterrorista o inversiones europeas.
Históricamente, Melilla ha sido un punto de entrada de mercancías hacia Marruecos, muchas veces en régimen de contrabando tolerado, lo que genera una economía paralela que afecta a ambas partes. Para empresas españolas y europeas, Melilla puede funcionar como plataforma logística hacia el Magreb.
Melilla es uno de los principales puntos de entrada de migrantes subsaharianos hacia Europa. Su valla fronteriza es un símbolo de la “frontera sur” de la UE. Cualquier alteración en el statu quo (por ejemplo, cierre de aduanas, oleadas migratorias, tensiones diplomáticas) puede generar inestabilidad local y regional. La ciudad es un microcosmos de convivencia entre cristianos, musulmanes, judíos e hindúes, lo que la convierte en un laboratorio social pero también en un punto sensible ante radicalismos.
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