Marta González Isidoro: “Israel ha llegado a un momento de cansancio estratégico”
Dos expertos en relaciones internacionales y analistas del Instituto Minerva charlan con Diario AS sobre la situación en Oriente Medio y la repercusión que puede tener en futuros conflictos.
La ofensiva del 7 de octubre de 2023 no solo sacudió los cimientos de la seguridad israelí, sino que también reconfiguró el tablero geopolítico de Oriente Medio. Lo que en apariencia fue un ataque terrorista coordinado desde Gaza, se revela, a través del análisis de expertos como Marta González Isidoro y José Ignacio Castro, como el síntoma de una transformación más profunda: el choque entre dos modelos de orden global, el occidental liderado por Estados Unidos, India e Israel, y el eje alternativo promovido por China, Rusia e Irán.
Israel, en su intento por consolidarse como potencia tecnológica y económica, cometió el error de asumir que podía operar como una “Suiza en Oriente Medio”, ignorando que sus enemigos no responden a lógicas estatales ni pragmáticas, sino a ideologías que colocan la desaparición del Estado israelí por encima de cualquier otra prioridad. Esta desconexión entre percepción y realidad, sumada a fallos estructurales en inteligencia y una confianza excesiva en soluciones tecnológicas, dejó al país vulnerable ante una ofensiva que, según los expertos, llevaba años gestándose.
Al mismo tiempo, el lanzamiento del corredor IMEC (una ruta comercial que conecta India con Europa a través del Golfo e Israel) puso en evidencia el enfrentamiento económico entre bloques. Este proyecto, que compite directamente con la Ruta de la Seda china, convierte a Oriente Medio en un espacio de disputa no solo militar, sino también comercial, energética y estratégica.
En este contexto, Gaza emerge como un protoestado dictatorial, Siria como un laboratorio de reconstrucción identitaria, y Líbano como un ejemplo de pragmatismo inesperado. Todo ello en una región donde, como señala Castro, “no hay buenos y malos, sino malos y peores”, y donde cualquier intento de convivencia es, por ahora, una excepción bienvenida.
Marta González Isidoro: “Israel ha llegado a un momento de cansancio estratégico”
La analista del Instituto Minerva, Marta González Isidoro, explica en la redacción de Diario AS las claves detrás de la ofensiva israelí contra Irán y el contexto que ha llevado a una escalada bélica de 12 días con consecuencias aún imprevisibles.
Un giro estratégico en la política de seguridad israelí
Según González Isidoro, Israel ha alcanzado lo que denomina “un momento de cansancio estratégico”. Esto significa que el país considera que ha llegado la oportunidad de neutralizar de forma definitiva la amenaza iraní. “Israel ve una ventana de oportunidad para desmantelar las capacidades militares, misilísticas y nucleares de Irán, así como su liderazgo político y científico vinculado a estos programas ofensivos”, afirma la experta.
Este cambio de postura se enmarca en una serie de acontecimientos que comenzaron el 7 de octubre, con la desarticulación de redes de milicias aliadas a Irán en la región (los llamados proxies) y el debilitamiento del “anillo de fuego” que rodeaba a Israel. Además, informes de inteligencia apuntaban a que Irán estaba cerca de ensamblar entre 12 y 18 bombas nucleares, con niveles de enriquecimiento de uranio superiores al 65% en algunas instalaciones.
La amenaza ideológica y militar de Irán
Desde la instauración de la República Islámica, el régimen iraní ha mantenido como objetivo la desaparición del Estado de Israel. “No se trata de una cuestión religiosa, ya que hay población judía en Irán, sino de una negación del Estado israelí como entidad política”, explica González Isidoro. Irán incluso celebra el Día de Quds (nombre árabe de Jerusalén) como símbolo de esta postura.
Militarmente, Irán no ha contado con fuerzas armadas capaces de enfrentarse directamente a Israel. Por ello, ha optado por una estrategia asimétrica, apoyándose en grupos aliados como Hezbolá, los hutíes en Yemen, y milicias palestinas como Hamás y la Yihad Islámica. “Estos actores operan bajo la lógica de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, señala la analista.
La doctrina israelí frente a la amenaza nuclear
Israel, por su parte, ha mantenido históricamente una política de tolerancia cero frente a cualquier actor regional que intente desarrollar armas nucleares. Un ejemplo claro fue la operación “Ópera” en 1981, cuando Israel destruyó el reactor nuclear de Saddam Hussein en Irak.
Hoy, la situación se repite con Irán. “Israel no va a permitir que Irán alcance capacidades nucleares que pongan en peligro su seguridad a largo plazo”, concluye González Isidoro.
“El programa nuclear iraní ha avanzado con cada gobierno desde 2002”
Desde que en 2002 se descubriera que Irán desarrollaba un programa nuclear fuera del control del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Israel ha mantenido una postura de alerta constante. “Aunque no se puede demostrar fehacientemente que sea un programa militar, hay suficientes indicios para sospecharlo. Si se obstaculiza la labor del organismo que debe inspeccionar, es que algo se está ocultando”, afirma Marta González Isidoro, analista del Instituto Minerva.
Según la experta, el programa nuclear iraní ha evolucionado con cada administración, desde Rafsanjani hasta Ahmadineyad y los sucesores. “Cada presidente ha dado un paso más, y el desarrollo nuclear ha ido acompañado de un programa de misiles. Si sumas el arma con el vector de lanzamiento, tienes una capacidad real de amenaza”, explica.
Israel considera esta combinación como una amenaza existencial. “La postura israelí, conocida como doctrina Begin, establece que no permitirá que ningún actor regional se dote de armas nucleares. Es una línea roja que no están dispuestos a cruzar”, añade González Isidoro.
José Ignacio Castro: “Irán es un actor asertivo y disruptivo en la región”
El también analista José Ignacio Castro aporta una visión más amplia del papel de Irán en Oriente Medio. “Irán es un país con una fuerte identidad cultural e histórica, que busca protegerse de la injerencia extranjera. Desde la revolución de 1979, ha mantenido una política interna represiva y una proyección externa expansiva”, señala.
Castro destaca el uso de estrategias no convencionales por parte de Irán, como la guerra híbrida y el apoyo a milicias aliadas (los llamados proxies) para extender su influencia. “La Fuerza Al Quds, dirigida por Qasem Soleimani hasta su asesinato en 2020, fue clave en la creación de ese ‘anillo de fuego’ que rodea a Israel”, explica.
Además de su enfrentamiento con Israel, Irán también representa una amenaza para el mundo árabe sunita. “Es un actor disruptivo que desafía el equilibrio regional, especialmente en momentos de cambio como los que siguieron a la guerra de Irak, la guerra de Siria y las mal llamadas primaveras árabes”, añade Castro.
Estados Unidos: entre la presión militar y la diplomacia
Respecto al papel de Estados Unidos, Castro señala que existe un pulso interno en la administración norteamericana. “Hay quienes creen que ha llegado el momento de acabar con la República Islámica, como se hizo en los años 80 con otros gobiernos. Pero también hay voces que apuestan por la vía diplomática”, afirma.
La política exterior estadounidense busca mantener el equilibrio entre las tres potencias tradicionales de la región: Israel, Turquía e Irán. “La estrategia ha sido evitar que una sola potencia domine. Lo vimos en la guerra del Yom Kippur, cuando se frenó la escalada con la resolución 338 del Consejo de Seguridad”, recuerda.
Castro concluye que, tras la retirada de Afganistán, es improbable que Estados Unidos se involucre militarmente en Irán. “Sería necesario un despliegue masivo de tropas, lo que chocaría con la imagen pacificadora que esta administración quiere proyectar. Además, la relación con Irán (aunque no con su régimen) sigue siendo geopolíticamente relevante”, afirma.
El 7 de octubre como punto de inflexión geopolítica
Los atentados del 7 de octubre no solo marcaron un antes y un después en la seguridad israelí, sino que también alteraron el tablero geopolítico internacional. Según Marta González Isidoro, este ataque coincidió con una iniciativa estratégica lanzada en la cumbre del G20 en Nueva Delhi: el IMEC (India-Middle East-Europe Corridor), un corredor comercial que conecta Bombay con Europa a través del Golfo, Arabia Saudí e Israel.
Este proyecto, que culmina en el puerto de Haifa, representa una alternativa directa a la Ruta de la Seda china, y por tanto, un desafío al eje geoeconómico que promueven China y Rusia. “Era evidente que algo iba a pasar. Esta iniciativa chocaba frontalmente con los intereses de Pekín y Moscú”, afirma González Isidoro, quien la tarde del 7 de octubre dio todas las claves de la nueva guerra.
El papel de Irán en el sabotaje regional
La experta en relaciones internacionales señala que la ofensiva del 7 de octubre no fue espontánea. “La coordinación entre la Yihad Islámica, el silencio táctico de Hamás y el auge de grupos como los Leones de Al-Aqsa apuntaban a una operación planificada con respaldo iraní”, explica. La analista ya había advertido en primavera que los movimientos en Gaza no cuadraban con el patrón habitual.
Además, plantea una pregunta clave: ¿cómo es posible que Israel, con su alto grado de infiltración en Irán, no detectara la preparación del ataque? La respuesta, según el análisis militar, está en un fallo estructural de inteligencia.
José Ignacio Castro: “Israel estaba dormido en la guardia”
El experto militar José Ignacio Castro sostiene que Israel vivía en una especie de estado “Happy Flower”, confiado en que la cuestión palestina era un problema de terrorismo interno. “Gaza se consideraba un asunto del Shin Bet, no del Mossad. Se pensaba que se podía negociar con Qatar, financiador de la Hermandad Musulmana, y mantener a Hamás bajo control con la política de ‘cortar el césped’”, explica.
Esta política consistía en eliminar sistemáticamente a líderes de Hamás cuando se volvían demasiado activos, permitiendo que otros los reemplazaran en un ciclo de aparente estabilidad. Además, Israel había concedido permisos laborales a gazatíes para trabajar en el Neguev, lo que generó una falsa sensación de normalidad.
Castro recuerda que ya en 2018, durante las marchas del retorno, se rompió la valla fronteriza, lo que él interpretó como un primer aviso de una escalada mayor. “Lo escribí para el think tank israelí INS: esto es el inicio de algo más grande”, afirma.
El equilibrio de poder y el rol de Estados Unidos
En este contexto, el control de rutas comerciales y energéticas se convierte en un elemento estratégico clave. El IMEC no solo conecta Asia con Europa, sino que excluye a Irán, Siria y otros aliados de Rusia y China. Por eso, el ataque del 7 de octubre puede interpretarse también como un intento de saboteo geoeconómico.
Estados Unidos, por su parte, mantiene una política tradicional en Oriente Medio: evitar que una sola potencia domine la región. “Israel, Turquía e Irán son las tres potencias tradicionales. Arabia Saudita se ha sumado recientemente, pero Washington busca preservar el equilibrio”, explica Castro.
Aunque hay voces en Estados Unidos que abogan por una intervención directa para derrocar al régimen iraní, la experiencia de Afganistán y el desgaste político hacen que esa opción sea poco viable. “Estados Unidos no va a poner una sola bota en Irán. Sería incompatible con la imagen pacificadora que esta administración quiere proyectar”, concluye.
Oriente Medio: entre el despertar estratégico y el choque de rutas globales
La ofensiva del 7 de octubre no solo sacudió a Israel desde el punto de vista militar, sino que también desveló un entramado geopolítico mucho más amplio, donde convergen intereses de potencias como China, Rusia, India y Estados Unidos.
El corredor IMEC y el choque con la Ruta de la Seda
Marta González Isidoro destaca que, poco antes de los ataques del 7 de octubre, se presentó en la cumbre del G20 en Nueva Delhi el proyecto IMEC (India-Middle East-Europe Corridor), una ruta comercial que conecta Bombay con Europa a través del Golfo, Arabia Saudí e Israel. “Este corredor iba en rumbo de colisión con la Ruta de la Seda china. Era evidente que algo iba a pasar”, afirma.
Este proyecto representa una alternativa estratégica al eje económico que promueven China y Rusia, y atraviesa zonas clave como Haifa, Gaza y Ascalón. Su consolidación habría reforzado la posición de India como contrapeso regional de China y estrechado la alianza con Israel.
El error estratégico de Israel: creerse Suiza en Oriente Medio
José Ignacio Castro señala que Israel cometió un error de percepción: “Se creyó Suiza en Europa, cuando en realidad es un país de Oriente Medio con instituciones democráticas occidentales, pero con enemigos que no operan bajo la lógica nacional, sino ideológica y religiosa”.
Una parte de la élite israelí (incluyendo sectores militares y de inteligencia) asumió que la amenaza estaba neutralizada, confiando en que los actores regionales pensarían de forma pragmática, como lo haría un occidental. Esta visión resultó ser profundamente errónea.
Saturación de indicios y fallos de inteligencia
González Isidoro compara la situación con los atentados del 11-S en EE. UU. o la guerra del Yom Kippur: “Cuando recibes demasiados indicios, puedes acabar saturado. Había señales claras desde Gaza, pero no se les dio la atención debida”.
La falta de inteligencia humana (HUMINT) dentro de Gaza fue clave. “Israel no tiene presencia directa en toda la franja, y quienes hacen HUMINT se juegan la vida. La inteligencia técnica no basta”, añade Castro.
Gaza: un protoestado dictatorial y olvidado
Desde 2007, Gaza funciona como un protoestado independiente bajo el control de Hamás, sin legitimidad internacional. “Hamás es un régimen dictatorial que reprime a su población, se apropia de las ayudas internacionales y no celebra elecciones desde 2006”, denuncia Marta.
Israel, por su parte, había adoptado una política de “cortar el césped”: eliminar líderes de Hamás de forma cíclica sin alterar el equilibrio. Además, permitió el acceso laboral de gazatíes al Neguev, lo que generó una falsa sensación de normalidad.
Tecnología sin profundidad estratégica
Israel apostó por la tecnología como solución de seguridad, instalando una valla de alta sofisticación. Pero, como explica el experto militar, “la valla estaba en superficie, sin profundidad. Hamás amplió su red de túneles hasta la frontera y la neutralizó fácilmente”.
La población de los kibutz cercanos a Gaza, en su mayoría pacifista y con raíces latinoamericanas, tampoco estaba preparada para una ofensiva de esa magnitud. “Muchos no habían servido en unidades operativas del ejército”, añade Castro.
El papel de India y el rediseño regional
India emerge como un actor clave en este nuevo orden. “Es el contrapeso natural de China y aliado estratégico de Israel”, afirma Marta. El corredor IMEC refuerza esta alianza y reconfigura las rutas comerciales y energéticas en la región.
Siria y el reto de la ciudadanía compartida
El experto militar analiza también el caso de Siria, donde se intenta reconstruir una identidad nacional por encima de las divisiones sectarias. “El reto es que la población deje de identificarse por religión o tribu y adopte una ciudadanía común. Es difícil, pero hay señales de avance”, sostiene.
Oriente Medio atraviesa una fase de redescubrimiento y reafirmación, según Castro. “El panorama puede ser positivo a medio plazo. Estamos viendo señales de cambio, incluso en lugares impensables como Líbano o Siria”.
Noticias relacionadas
En este entorno, no hay buenos y malos, sino “malos y peores”. Pero cualquier actor que apueste por la convivencia pragmática será bienvenido. El futuro de la región dependerá de las dinámicas internas y del apoyo externo, especialmente de la Unión Europea y Estados Unidos.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí
Rellene su nombre y apellidos para comentar