Macarena Olona: “Mi hijo es del Atleti, pero yo soy muy amiga de Mina, la mujer de Fede Valverde”

Macarena Olona (Alicante, 1979) fue secretaria general de Vox hasta finales de mayo de 2022. Abandonó el partido el 29 de julio del mismo año. Desde entonces, ha comenzado un viraje político que la ha llevado a alejarse de las posiciones de su anterior formación y a comenzar una andadura propia, Caminando Juntos. Bajo el paraguas de esta nueva plataforma, concurrirá a las próximas elecciones generales del 23 de julio. Lo hará como cabeza de lista por Granada, tal y como prometió. Lleva semanas, asegura, pateándose las calles de esta provincia, en la que se siente acogida “como una hija”. Pero muchos ciudadanos se siguen preguntando qué defiende exactamente su proyecto. Cuál de las Macarenas que ha visto el votante a lo largo de estos años es más representativa de su forma íntima de ser y estar en el mundo. Para responder a estas cuestiones -y hasta a alguna otra de fútbol-, Olona se sienta con el Diario As a conversar, aclarar y dialogar. Las conclusiones, como ella misma señala, las tendrán que sacar “sus jefes”. Los españoles.

-Siendo esto el AS, la primera pregunta es casi obligada. ¿De qué equipo es Macarena Olona?

-Pues la verdad es que comparto distintas pasiones. Para mí ha sido todo un orgullo haberme convertido en talismán, vamos a ponerlo entre comillas, del Sevilla, con las distintas publicaciones en redes sociales que he hecho durante la última temporada de “Todo al rojo” o vistiendo de rojo y blanco. Y desde luego el Granada, eterna lucha, por razones obvias. Luego mi niño es del Atleti, y sin embargo también soy muy amiga, por ejemplo, de Mina, la mujer de Fede Valverde.

-Entonces entendemos que celebró el ascenso del Granada...

-Por supuesto. Ha sido todo un orgullo su ascenso. Y, por cierto, hablando del tema de Mina y de Fede, lo sentí muchísimo. Los ataques que veo, el acoso digital -que yo sufro también como política- específicamente hacia Mina. Me parece una salvajada, y cuando tengo oportunidad salgo como una leona, aunque a ella no le hace falta ninguna escudera para defenderse.

-¿Afecta mucho en lo personal estar tan expuesto en redes sociales?

-La verdad es que te agradezco la pregunta, porque los ciudadanos a veces no tienen esta información. Yo empecé a hacerme más conocida a raíz de un discurso que di en junio de 2019, después de haber decidido dar el paso de servir a los españoles desde la política. Llevo escolta permanente por las amenazas de muerte. No hay derecho. No hay derecho, porque yo, tanto antes como ahora, lo que intento es dar voz a a ideas, a determinados discursos. Me da igual el color. Derecha o izquierda. Hemos visto acoso a políticos de todo el espacio. Es algo que no tiene justificación y que como sociedad deberíamos replantearnos. Es cierto que hoy en día estar en política activa te supone un coste personal extraordinario. El último ejemplo que hemos visto, que condeno con total rotundidad, han sido las mofas y los comentarios en redes sociales sobre el aspecto físico de la vicepresidenta Yolanda Díaz. No distingo por colores cuando veo ataques que son totalmente injustificados y que no tienen que ver con el argumento, con la posición política.

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-En el propio congreso a veces también se sobrepasan esos límites del respeto personal...

-Completamente. Y te lo dice alguien que ha sido un un agente activo en esa polarización. El Congreso de los Diputados tiene un ambiente irrespirable. El nivel de tensión, de polarización. Yo, cuando aún era diputada nacional y estaba en mitad de un pleno, a veces miraba alrededor y me preguntaba cómo lo harían nuestros mayores en la Transición. Sentarse opciones políticas tremendamente diversas y llegar a un consenso que fraguó la Constitución Española. Hoy en día sería imposible a nivel nacional, imposible por el nivel de polarización y por el nivel de radicalización. Pero es que además yo he hecho una reflexión interna a lo largo de todos estos meses, en los que me he dedicado particularmente a reconstruir algunos puentes dinamitados por mí y por el partido del que yo he formado parte hasta hasta hace poco más de un año. A los dos grandes bloques del bipartidismo les interesa esta polarización para que se mantenga el sistema. Porque hoy en día los extremos, a derecha y a izquierda, lo que hacen es funcionar como simples muletas de ese bipartidismo. Y ya de cara a estas próximas elecciones generales del 23 de julio, lo hemos visto con la desaparición de Ciudadanos. Esto no significa que Caminando Juntos vaya a ocupar su espacio, porque nosotros, como me estoy cansando de repetir, no somos de centro. Nosotros caminamos con el pie derecho y con el pie izquierdo, que significa que personas de muy distinta ideología nos hemos dado la mano para, sin ningún tipo de complejo, abrazar las causas que son justas y que unas veces enarbola la derecha y otras la izquierda. Por ejemplo, defendiendo tanto las pensiones justas como la unidad de España. Son causas que hacemos nuestras, pero no desde el punto de vista extremo. No como otras formaciones que van repartiendo carnés de patriota, de españoles de primera y de segunda, según lleves más o menos pulseras en la muñeca. Esto lo dice alguien que casi no tenía brazo de todas las pulseras que llegó a aglutinar.

-¿Hay tiempo, en poco más de un mes, de hacer que cale este nuevo discurso?

-Ese es un gran riesgo que me señalan los que tengo a mi alrededor, la falta de tiempo para que nuestro proyecto pueda calar en el ideario colectivo. Ha sido un milagro que la marca haya calado. Y fue algo casual. Los dos tacones, que no era ni siquiera el logo de Caminando juntos. Fue tal el cachondeo y los memes que circularon, que caminando juntos, en 24 horas, ya estaba posicionado en una gran parte del ideario colectivo de los potenciales votantes. Vamos a ser capaces de despertar la esperanza, que para eso hemos venido. Nuestro objetivo es garantizar la gobernabilidad del próximo Gobierno de España, para que no dependa ni de los extremos ni de los que odian a España y a los españoles. Esa es nuestra aspiración, poder ser llave de gobierno. No sé con cuántos escaños, pero ese es nuestro objetivo, que no significa que vayamos a conseguirlo. Pero eso es lo que queremos ofrecer a los españoles, particularmente ahora que ha desaparecido Ciudadanos y que no hay otra fuerza constitucionalista en juego más allá de los dos grandes bloques. Dejando a un lado los extremos.

- Entonces, ¿pactaría tanto con PP como con PSOE?

-Si algo está en nuestro ADN, es que somos personas que tenemos la luz pagada fuera de la política. Eso es muy importante, porque te permite mantener tus principios, y eso es algo que yo puedo atestiguar en primera persona. Soy funcionaria pública, y vine a la política a servir, no a servirme. Cuando mi anterior partido dejó de representarme, fue tan fácil como decir: “Oye, gracias por la oportunidad, pero aquí separamos nuestros caminos”. No estoy sujeta a chantajes. A nosotros no nos van a poder sobornar. A la hora de sentarnos a hablar, nosotros no vamos a hablar de Pedro Sánchez, de Santiago Abascal o de Feijóo, vamos a hablar de las medidas que sean buenas para los españoles.

-Ha admitido que usted misma fue parte activa de esa polarización. ¿Se arrepiente de algo que haya hecho como política?

-Yo me equivoco cada día. No, no estoy satisfecha de todas mis intervenciones parlamentarias. De hecho, me da mucha vergüenza. Mucho pudor el volver a verme. Ha habido ocasiones en las que, desde luego, me he dejado llevar por el fragor, por el calor de la batalla dialéctica y me he visto con un rostro que no es con el que yo me siento cómoda. Un rostro serio, un rostro enfadado. Yo creo que los españoles están hartos de tanto enfado y necesitan más soluciones.

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-¿Hay demasiada testosterona en la política?

-Hay demasiada testosterona y falta sentido común y sonrisas. De hecho, yo lo que puedo atestiguar durante estos tres años en política activa es que la política española, como la política de gran parte de los países del mundo, es un mundo de hombres y para hombres. Solo hay que ver dónde acaban la mayor parte de los tímidos liderazgos femeninos que nos atrevemos a levantar un poquito la cabeza. La mayor parte de las políticas españolas han acabado en el desguace. No es casual. Hay una distinta vara de medir cuando una política es mujer. A los políticos varones nadie les pregunta con quién dejas tus hijos o por qué no estás en casa cuidando de tu familia. Estos son análisis al margen de siglas políticas. Afecta por igual a las políticas de derechas y de izquierdas. En el caso de Vox, han tomado una deriva radical que ha criticado incluso Díaz Ayuso. Es una deriva que lo aproxima, sin lugar a dudas, a Podemos en muchísimos aspectos, por ejemplo, en la política de señalamiento, veto y censura a los profesionales de los medios de comunicación, o en el comportamiento en redes. Auténtico matonismo digital. Es algo que yo he podido atestiguar y sufrir en primera persona. Pero lo más peligroso en esas derivas coincidentes tanto en Vox como en Podemos, es que su radicalización les hace mirar hacia una España cada vez más chica.

-¿Qué piensa de otras líderes europeas como Le Pen o Meloni?

-A pesar de que tengo grandes diferencias con ella, yo pongo en valor que Giorgia Meloni haya roto un techo de cristal que en España aún no hemos roto. Es la primera mujer presidenta en Italia, y ha sido capaz de ganar a machistas muy importantes de la política italiana. Tiene un mérito extraordinario. Y luego hay otra diferencia esencial entre estas dos líderes, Le Pen y Meloni, desde el punto de vista de la cuestión migratoria. Meloni aboga por una inmigración ordenada. En cambio, Le Pen hace un discurso contra la inmigración porque entiende que es algo incompatible con el elemento cultural de una nación. Es un discurso que también está adoptando ahora Vox. La inmigración es un valor cultural esencial que enriquece un país. A lo cual no obsta que nosotros defendamos el cumplimiento de la ley, como en cualquier otra cuestión. Caminando Juntos tiene entre sus fines la defensa de la ley y el orden, el principio de autoridad, porque entendemos que es un principio básico para poder abordar otras cuestiones.

-Sin embargo, en Vox no parece haber una vertiente social tan marcada en el discurso económico como la que tiene Le Pen en Francia...

-Lo que hemos visto hasta la fecha en Vox es una pugna entre distintas corrientes. Otra de las grandes diferencias entre Francia e Italia, entre Le Pen y Giorgia Meloni, es que Giorgia Meloni tiene un discurso mucho menos acentuado en materia social que el que ha enarbolado tradicionalmente Le Pen. Y otra gran diferencia es en materia de comunidad LGTBI, a la que Le Pen ha abrazado, haciendo bandera de su defensa, a diferencia de Giorgia Meloni. Puedes ver semejanzas entre los partidos de nuestro entorno y los partidos españoles. Vox lo que hace es beber de distintas fuentes para configurar su naturaleza y su ideario, con la gran contradicción de estar constantemente cambiando según vaya venciendo una corriente interna u otra.

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-Lo habitual es que los presidentes de los partidos se presenten por Madrid. Sin embargo, usted se presenta por Granada. ¿No habría tenido más sentido concurrir en una circunscripción grande?

-Soy consciente de ello. Como consecuencia de la Ley D’Hondt, el escaño en Madrid cuesta el 5,5% de los votos. En Granada, que es por donde yo voy a concurrir voluntariamente, por donde yo he decidido concurrir, el escaño cuesta casi un 12%, el doble. Pero no sé ser de otra manera. Yo soy incapaz de volver a la política, como ahora he decidido, como no sea por Granada. Yo le di mi palabra a Granada. Me es imposible verme de nuevo en el Congreso de los Diputados si no es por Granada. Porque soy de Alicante, orgullosa alicantina. He vivido en distintos puntos de España como funcionario público, pero políticamente nací con Granada. Granada me acogió como a una hija. Irrumpir en la escena política es extraordinariamente complicado. Los partidos necesitan que un 0,1% de la población de cada provincia te avale con su firma. Pero esto también tiene un punto de romanticismo extraordinario. Estoy pateando las calles de Granada. Ha sido una experiencia maravillosa estar en la calle con los zapatos del pueblo, pateando la calle, dejándome la voz, cansada hasta la extenuación y pidiendo una a una las firmas necesarias hasta alcanzar las 900 que necesitamos. Esta experiencia me ha permitido mirar a los ojos a las personas. Preguntarles por su vida.

-¿Alguna experiencia humana que le haya marcado especialmente como persona?

-Tengo muchas, como ir a ver a mi padre a la Modelo de Barcelona, cuando estaba interno allí. Pero políticamente, me viene ahora a la cabeza cuando, en 2012, yo estaba destinada en el País Vasco como abogado del Estado, y el Gobierno del Partido Popular rescató a las Cajas de Ahorros con 64 mil millones de euros. Posteriormente, ese rescate lo absorbieron los bancos cuando desaparecieron las cajas de ahorros saqueadas por políticos y sindicalistas. En ese mismo año, se producían una media de 512 desahucios diarios. 512 personas se quedaban sin su hogar por las ejecuciones hipotecarias. Conocíamos a través de los medios de comunicación distintos casos de suicidios, y la mayoría no eran personas en situación de exclusión social. Eran personas de clase media que, por una circunstancia puntual, habían perdido su empleo, no habían podido hacer frente al pago de tres cuotas de la hipoteca y se veían en la puñetera calle sin protección legal. Mi exmarido y yo teníamos una casa que no utilizábamos más que cuando íbamos de veraneo a Asturias. Pusimos un anuncio en prensa para cederla gratis a una familia que fuese víctima de estos desahucios y estuviese en situación de vulnerabilidad. La experiencia fue tremendamente traumática, el conocer los testimonios de más de mil personas, más de mil familias y tener que elegir cuál era la familia más jodida de las que estábamos entrevistando. Cuando Podemos aparece en 2015, después del movimiento del 15M, y que conste que nunca he apoyado a Podemos porque soy una mujer de Ley y Orden, pero la bandera que levantaron, y que levantan en exclusiva, de recuperar hasta el último euro del dinero público del rescate bancario, es algo que, sin lugar a dudas, apoyo. Y esta posición que defiendo está muy influenciada por aquella experiencia personal que tuve.